Cuba Actualidad, Plaza, La Habana (PD) En la vigésimo-cuarta edición de la Fiesta del Libro en el país, como casi todos los años, colaboré en la organización del salón de ventas en la sub-sede del Pabellón Cuba de La Rampa.
Dicho sitio es muy concurrido durante la Feria, que es uno de los eventos nacionales que cuenta con mayor masividad.
Este año pude apreciar ciertos comportamientos poco habituales en el público que acudió en busca de libros.
El punto de mayor relevancia ha sido la reducción drástica en el número de ejemplares por persona adquiridos. En otras ocasiones las cantidades de títulos adquiridos por muchos era tal que se le hacía difícil cargarlos en sus manos y salían del recinto con varias bolsas llenas de ellos. Esta vez fueron pocos los que compraban más de 5 ó 6 libros, excepto los revendedores que acapararon los de mayor demanda.
El punto de mayor relevancia ha sido la reducción drástica en el número de ejemplares por persona adquiridos. En otras ocasiones las cantidades de títulos adquiridos por muchos era tal que se le hacía difícil cargarlos en sus manos y salían del recinto con varias bolsas llenas de ellos. Esta vez fueron pocos los que compraban más de 5 ó 6 libros, excepto los revendedores que acapararon los de mayor demanda.
De alta demanda han sido los libros referidos a la religión afrocubana. Esta es la primera ocasión, que recuerde, donde se ofertaron seis tratados sobre dicha materia, incluido el más clásico de todos, El Monte, de Lidia Cabrera, además de otros como “Las Seis Mujeres de Orula”, un texto sobre los abakuás de Tato Quiñones, y la reedición de “Los Orishas en Cuba”, de Natalia Bolívar. Pero los ejemplares demoraban en agotarse más de un día. En otros años, estos libros se vendían como pan caliente. Parece que los creyentes ahora son más objetivos y resuelven sus problemas sin la mediación de los santos.
En cambio, los libros de cocina fueron los más solicitados. Había cinco libros sobre el tema. Deduzco que esta demanda se deba al interés por buscar nuevas recetas de los dueños de paladares y cafeterías.
Otra cosa fuera de lo común se produjo con la adquisición de libros infantiles. Siempre han sido los más vendidos, pero esta vez no tanto. Tal vez se debió a la falta de libros tan demandados como Había Una Vez.
El acontecimiento más notable ha sido la recuperación de las subastas de libros de uso, pero quedaron por debajo de lo esperado, pues los ejemplares adquiridos no subieron del precio inicial ofertado.
Libros que son bastante solicitados por estudiantes, profesionales y lectores en general, no tuvieron las ventas esperadas, demoraron en agotarse.
Aunque tuvieron una salida aceptable, también se agotaron de manera más lenta que lo pensado, títulos como “Cecilia Valdés” y “Aquí se habla de grandes”, además de los libros de auto-ayuda, que siempre han tenido un buen público receptor.
Un hecho resulta evidente: la población no tiene dinero. El poder adquisitivo ha disminuido de manera tan notable que se piensa muy bien lo que se compra.
Una demostración más de que el Titanic se va a pique.
Para Cuba Actualidad: Jorgelibrero2012@gmail.com
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