martes, 5 de mayo de 2015

UN DIA COMO HOY, EN LA HISTORIA DE CUBA: ARRIBO EL BERMUDA.

POR: GUIJE CUBA


El 5 de mayo en la Historia de Cuba

• 1896 -

- Arribó cerca del cabo Cruz el “Bermuda”, dirigida la expedición por el coronel Leyte Vidal. Por una falsa alarma el buque echó a andar con los botes amarrados a sus costados, ahogándose nueve de aquellos valientes expedicionarios. Esta fue la segunda expedición del “Bermuda” que ya había desembarcado exitosamente el 25 de marzo.

- Los días 4 y 5 de mayo acción en la loma Sebastopol, Cabañas, entre las tropas de Antonio Maceo y las del general español Serrano Altamira.

José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 237-238 describe estos acontecimientos del 5 de mayo de 1896 en la Historia de Cuba:

  ...“Apuntaba el día; la columna estaba ya lista de marcha y su descubierta reconocía los senderos contiguos para tomar la ruta de Bahía Honda por el camino de Quiñones. La vegetación par estas contornos es muy tupida, obstruye en algunos parajes la vereda, tortuosa y áspera en casi todo su curso, y en las primeras horas de la mañana la neblina hace andar á tientas al viajero que desconozca estas andurriales. La neblina era tan espesa que se lo tragaba todo: árboles, montaña y cielo; el horizonte parecía tocarse con las manos. Serrano Altamira se llevó las maldiciones de aquella familia, a causa de una acción indecorosa que la propia decencia nos impide referir. Fueron atisbados los españoles al cruzar el arroyo, y donde no pudieran ser vistos, por la obscuridad de la maleza y de la niebla, se indujo el rum­bo que llevaban por las voces de las acemileros que trataban de apresurar el paso de las bestias. Maceo, que había flan­queada por la derecha para escudriñar la cañada, rompió el fuego tan pronto como divisó al enemigo, que ofrecía buen blanco, y simultáneamente fue atacado por nuestra retaguar­dia en el mismo crucero del arroyo. Allí dejó los muertos Se­rrano Altamira y buscó refugio en los cercados de un sitio de labor llamado Vega-Ortiz. Los españoles se mantuvieron un cuarto de hora, pero ofendidos con decisión por Maceo, de­jaran el parapeto con manifiesto desorden. En la loma de Sebastopol fueron alcanzados otra vez por nuestros infantes. Serrano Altamira continúa su marcha precipitada: va huyen­do; abandona muertos y heridos, y siembra el camino de vi­tuallas y cartuchos que los nuestras aprovechan. Nuestros tiros, cada vez más eficaces, á menas distancia, aturden a los soldados hasta el extremo de que no sostienen las emboscadas, a pesar de que el terreno ofrece condiciones inmejorables: a ambos lados del sendero, los manzanos silvestres, que crecen allí muy frondosos, forman una techumbre de gran espesor donde pueden ocultarse perfectamente las postas de infante­ría. La retaguardia de Serrano Altamira, al abandonar las emboscadas, grita ante nuestros tiradores: "¡paren, que ya se descalabró nuestro general serrano!" El jefe de la columna no da muestras de marcialidad, por cuanto no acude en auxilio de la retaguardia, que anda a la carrera para no ser apresada por los insurrectos. La persecución terminó a las dos de la tarde, a media legua de Quiñones. El enemigo abandonó doce muertos y siete heridos de suma gravedad, mantas, comesti­bles, caballos y más de dos mil cartuchos de máuser. La co­lumna española, mandada, según se ha dicho, por Serrano Al­tamira, era fuerte de 1,200 hombres, con dos piezas de artille­ría, las que no pudo utilizar; los mulos quedaron descalabra­dos al pasar el primer arroyo, en donde también cayó del ca­ballo Serrano Altamira; sucumbió la cabalgadura y escapó el jinete con una lesión en el rostro. Estos detalles los obtuvi­mos por una familia de Quiñones, en momentos en que una sección de los nuestros acudía sedienta a dicho lugar, minutos después de haber escapado Serrano Altamira y su estado ma­yor, que trataban de indagar el paradero de otra columna pro­cedente de Bahía Honda. Nuestras bajas fueron ocho, dos muertos y seis heridos; perdimos al coronel Benigno Ferié, de Oriente, y al capitán Basart, del Estado Mayor; el oficial del despacho Luis Mendive y el capitán ayudante Manuel Piedra resultaron gravemente heridos. Acampamos en San Martín, inmediaciones de Quiñones.”

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