Se nos viene encima algo inédito en esta sorprendente ínsula: un Estado Señorial-Socialista de carácter hereditario… Ojo, se está lubricando la sucesión
miércoles, junio 3, 2015 | Mario C Morales | 2 Comentarios
MIAMI, Florida –“Así que en elecciones no nos ganarán, porque siempre tendremos una mayoría, porque aquí… (DEL PÚBLICO LE DICEN: “¿Elecciones para qué?”) ¡Cuando quieran las hacemos! (EXCLAMACIONES DEL PÚBLICO DICIENDO QUE NO ELECCIONES.)” Discurso de Fidel Castro en la terraza norte del Palacio Presidencial el 22 de marzo de 1959
Cuando en 1959 muchos cubanos gritaban ¡elecciones para qué!, no tenían la más remota idea de que estaban renunciando a un derecho intrínseco de cualquier sociedad moderna. Un derecho ganado a sangre y fuego por los patriotas en la lucha contra el colonialismo español y por el cual sacrificaron sus vidas algunas de la mentes más brillantes del siglo XIX cubano, entre ellos José Martí. Se rendía el fuero colectivo ante las promesas engañosas de un caudillo y su cohorte guerrillera.
La República, nacida jurídica y políticamente de la Constitución de 1901, había quedado un tanto rezagada de los anhelos de los mártires de la gesta independentista en cuanto a su alcance soberanista (Enmiendad Platt) y democrático (ejercicio con limitaciones del voto ciudadano). En 1899 se calculaba que en la Isla había alrededor de un 60% de analfabetismo en una población de más de un millón y medio de habitantes. Y este mal se concentraba principalmente en los campos de la Isla. La ignorancia generalizada de la sociedad cubana postcolonial en materia de derechos y deberes civiles era el principal enemigo de la democracia.
Sin embargo, el factor educacional (desarrollo de la enseña pública principalmente), el auge de la prensa libre, y más tarde la introducción de la radio, irían favoreciendo el crecimiento de las raíces republicanas a pesar de la violencia socio-política que afectaba el avance sostenido de la sociedad civil (las luchas estudiantiles durante y posteriores a la Dictadura de Gerardo Machado, y después, en 1952, el golpe militar antidemocrático de Fulgencio Batista que desencadenó la quiebra total del sistema republicano y justificó la lucha armada y el terrorismo).
En 1950 el Banco Interamericano de Desarrollo en su “Report on Cuba” daba a conocer un decrecimiento de hasta un 22% del analfabetismo, siendo la antigua provincia de Oriente la que quedaba más rezagada con un 35.3% del total y La Habana mostraba el porciento más bajo con un 9.3%. Estos datos revelaban n un mejoramiento de la calidad de vida, bastante desproporcionado, de la ciudad con relación al campo.
En el año 1943 se aprobaba por el Congreso de la Nación un nuevo código electoral que incluía el voto directo (voto popular) para la elección del Presidente de la República, un hecho que realzaba la democracia cubana a nivel continental a pesar de sus desvaríos posteriores. La sociedad cubana alcanzaba ese derecho tan codiciado gracias a un consenso general entre todas las tendencias políticas de la sociedad cubana.
Aquella reforma electoral creó las condiciones para la contundente victoria popular en las urnas de la Alianza Auténtico-Republicana del Dr. Ramón Grau San Martin en las elecciones de 1944, primer presidente cubano elegido con el voto directo. ( más de un millón de votos) por un período de 4 años, sin posibilidades de reelección. Se abrió un breve período de total tolerancia política y bienestar económico. ¿Estaba la sociedad cubana lista para tal convivencia? La historia nos muestra que no.
Un caso entre cientos. El afamado abogado Gustavo Gutiérrez y Sánchez, uno de los principales defensores de esta reforma legislativa, aseguraba en una de sus obras que el espíritu de Martí estaba presente y citaba un fragmento oportuno;
“Los incultos gobernarán por su hábito de agredir y resolver las dudas con la mano, allí donde los cultos no aprenden el arte del gobierno”
¡Hermoso! Menos de 10 años después, este mismo ilustre abogado se integraba como ministro al gobierno surgido de un golpe de estado el 10 de marzo de 1952. Los vaivenes de la política cubana daban al traste con estos avances. Las ambiciones de poder de ciertos líderes, la extendida corrupción política-administrativa y la debilidad de la sociedad civil en el campo, sobre todo, torpedearon el sistema democrático cubano, hasta el punto de hacerlo vulnerable y colocarlo a los pies de una pequeña guerrilla de jóvenes codiciosos
Hoy, a más de 70 años de la “Jornada Gloriosa”, como se le denominó por la prensa libre a aquellas elecciones de 1944, nos quedamos tristemente ridiculizados y una vez más patidifusos cuando escuchamos al autócrata actual anunciar una reforma del sistema electoral y ni tan siquiera anuncia qué se modifica, qué dirección tiene y qué derechos, finalmente, le reconocerán al ignorado pueblo cubano.
Es imposible creer sin dejar de ser tontos que el actual régimen va a hacer una reforma política de envergadura, sólo gana tiempo y lo peor, está preparando el terreno a los herederos que serán los descendientes por vía sanguínea de los que han detentado el poder en la Isla por casi 60 años. Se nos viene encima algo inédito en esta sorprendente ínsula: un Estado Señorial-Socialista de carácter hereditario… Ojo, se está lubricando la sucesión.
Y me pregunto, si ocurre tal cosa, ¿dónde estará el pobre Martí? ¿Habrá alguna cita que lo salve esta vez?
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