En esas condiciones, algunos funcionarios castristas sienten nostalgia por la difunta empresa estatal de acopio
LA HABANA, Cuba.- Los dirigentes cubanos no acaban de encontrar la fórmula que garantice la buena marcha del sector agropecuario. Por más que insisten en la búsqueda de nuevas vías de producción y comercialización, ninguna ha redundado en la disminución de los precios que paga la población por los productos del agro, uno de los principales reclamos de la ciudadanía.
A ello se refirió el recién finalizado II Pleno del Comité Nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Los delegados que asistieron a ese evento oficialista reconocieron que ni aun acercando a productores y consumidores, y así eliminando el tan denostado “intermediario”, como sucede, por ejemplo, mediante el arrendamiento de las placitas a las cooperativas de producción agropecuaria (CPA), logran que bajen los precios. Incluso, en algunos surtidos (como el frijol) los precios de las CPA son superiores a los de los mercados de oferta-demanda operados por los intermediarios.
Se dijo en el II Pleno que una manera de contrarrestar la escalada de precios sería aumentado las ofertas en los mercados agropecuarios estatales (MAE), cuyas tarimas exhiben varios renglones con precios topados. Esas ofertas salen de los contratos que los productores deben firmar con las entidades comercializadoras. Sin embargo, los contratos se han convertido en un acto formal, donde los productores declaran cantidades por debajo de sus capacidades productivas, y después desvían los excedentes hacia los mercados de oferta-demanda.
La desorientación que embarga a los funcionarios de la ANAP los ha llevado a recordar con nostalgia a la otrora empresa estatal de acopio, la única encargada en su momento de comercializar los productos del agro. En ese contexto, un comentario aparecido en el periódico Granma, tras expresar que la empresa de acopio “no estaba tan equivocada”, apunta que “vale la pena, al menos, poner las cartas sobre la mesa de nuevo y no tener miedo si algunas fórmulas viejas demuestran ser más factibles que otras jóvenes, o combinar lo mejor de ambos extremos”.
Para los no familiarizados con el tema, vale recordar que esa empresa estatal de acopio fue lo más ineficiente que conoció la agricultura cubana en materia de comercialización. Las cosechas se perdían en los campos porque acopio no iba a recogerlas. Cuando no faltaban los medios de transporte, faltaba el combustible, o los envases… En fin, un desastre.
Al parecer, ya los mandamases de la ANAP no piensan resolver el problema de la alimentación del pueblo mediante mecanismos de estimulación a productores y comercializadores. Ahora apuestan por un reforzamiento del trabajo político-ideológico sobre el campesinado. Es decir, casi obligarlos a que cumplan las orientaciones que provengan “de arriba”. De igual forma, el referido comentario de Granma arremete contra los campesinos que obtienen elevadas ganancias en su gestión, a los que califica de “burguesía agraria”.
Sería conveniente que los dirigentes de la agricultura cubana rememoraran un consenso al que arribaron las fuerzas que impulsaban la Perestroika en la extinta Unión Soviética: si para que abunden los alimentos han de hacerse ricos los campesinos, bienvenida sea esa riqueza.
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