viernes, 8 de junio de 2018

La Nueva Nación


LORENZO DE CRISTO, DE CUBA Y DE LA LIBERTAD.
Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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No tenía otra filosofía que la cristiana, otro partido que el de Cuba ni otra meta que su libertad.
El título con el cual encabezo este artículo refleja mi percepción del cristiano devoto y cubano ejemplar que fuera durante toda su vida Lorenzo de Toro. No tuve con él una relación estrecha, pero en la media docena de veces en que lo traté personalmente salí enriquecido por la solidez de sus principios y la belleza de su espíritu. Además, la obra edificante de los hombres buenos reta la barreras de distancia y de tiempo. Lorenzo de Toro fue un hombre que hizo el bien a sus semejantes sin esperar otra recompensa que la vida eterna. Por eso cuando tuve noticias de su muerte el pasado primero de junio sentí como si hubiera perdido a un amigo de toda la vida.
En realidad, esa amistad había comenzado hace alrededor de cinco años cuando Lorenzo publicó uno de mis artículos en su emblemática Revista Ideal. A los pocos días lo visité en su oficina para darle las gracias por la distinción que me había conferido al publicar mi artículo. A partir de entonces publicó mis artículos en casi todas las ediciones de la revista, a pesar de que nunca le pedí que lo hiciera. Una prueba de que ambos sentíamos admiración y respeto el uno por el otro. Sin embargo, alrededor de hace un año, quizás debido a su delicado estado de salud y a su ausencia de la administración diaria de la revista, mis artículos dejaron de ser publicados.
Pero volvamos al tema central de destacar las virtudes de un hombre cuya conducta excepcional fue suficiente para exaltar su estatura. Para encontrar un paralelo a Lorenzo de Toro tenemos que remontarnos por casi dos siglos en la historia de Cuba. Me refiero nada más ni nada menos que al Padre Félix Varela y Morales. Lorenzo, como el padre Varela, fue una simbiosis del amor a Dios y el amor a la patria.
Estos dos cubanos por antonomasia también compartían las exquisitas virtudes de la modestia y de la humildad. No había en ellos asomo de vanidad ni de ostentación. Y, por encima de todo, eran hombres de paz. Cuando su abuelo militar le aconsejó a Varela que se hiciera soldado, éste le contestó que prefería ser "soldado de Cristo". Lorenzo defendió la libertad de Cuba sin predicar la violencia. Para mayor similitud, la frase de Varela de “Las cosas deben hacerse de un modo noble y generoso, ir al tronco y no andarse por las ramas” podía ser aplicada a la forma en que Lorenzo de Toro condujo su vida.
En este sentido, el nombre de la revista reflejaba a cabalidad la personalidad de su editor. La Revista Ideal era la expresión de un idealista, el idealista que fue durante toda su vida Lorenzo de Toro. No tenía otra filosofía que la cristiana, otro partido que el de Cuba ni otra meta que su libertad. Fue la revista de todos los cubanos sin excluir ni tomar partido.
Por ese motivo, Ideal contó siempre con el apoyo de santos laicos de la libertad de Cuba que algún día ascenderán a los altares de las iglesias. Entre ellos destacan Monseñor Eduardo Boza Masvidal, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de La Habana (1960-1968) y Monseñor Agustín Román, desde la Ermita de la Caridad, en Miami. El otro, el Padre Francisco Santana, recibió ayuda de Lorenzo en sus obras caritativas destinadas a Cuba.
Por otra parte, la revista y su editor estaban tan estrechamente vinculados que resulta difícil imaginarla sin su fundador. Otros podrán editarla pero me temo que, sin Lorenzo, ya no será la misma. Hagamos votos porque quienes la sigan estén a la altura de los retos que deberán confrontar.
Entre esos retos con seguridad el de mayor dimensión es el de llevar a una feliz conclusión la lucha por la libertad de Cuba. A ella dedicó Lorenzo una gran parte de su vida y es el mejor testimonio que podemos dar de nuestra admiración por una obra que tuvo como trinchera la Revista Ideal. Trinchera si porque no todas las trincheras son defendidas con fusiles y balas. José Martí lo dijo en 1891, en su ensayo titulado "Nuestra América".
En ese documento histórico, el Apóstol de la libertad de Cuba escribió una de sus frases más repetidas hasta el día de hoy: "Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra". La trinchera de la Revista Ideal, iniciada por Lorenzo en 1971, fue una trinchera de nuestra libertad por 47 años. Lo que la convierte con casi absoluta certeza en la de más larga duración entre las millares que se han publicado en el exilio cubano.
Visto con perspectiva histórica, Lorenzo fue un faro que iluminó con sus virtudes, su generosidad y su moderación el panorama de un exilio oscurecido por las pasiones, las ambiciones y las frustraciones de casi sesenta años de lucha infructuosa. Pudiendo haber aspirado a serlo, nunca aceptó ser líder de multitudes ni ostentar cargos políticos. Optó por ser un ser un portavoz del mensaje de Cristo, un puente hacia la libertad de Cuba y un facilitador de la armonía entre todos los cubanos.
Este visionario sabía que ese era el papel que mejor se adaptaba a su carácter conciliador y, por lo tanto, la forma en que podría ser de mayor utilidad a la lucha por la libertad de su patria. Una característica extraña en nosotros los cubanos y que tanta falta nos hace para que trabajemos juntos en la reconstrucción de la nación que un día tuvimos. Pidamos a Dios que su ejemplo se multiplique entre aquellos que confronten un día el reto y se les ofrezca la oportunidad de reconstruir a Cuba. La Cuba por la cual vivió y trabajó Lorenzo hasta el último minuto de su vida.
6-5-18
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