viernes, 12 de marzo de 2010

ESCRIBIR DESDE EL EXILIO


Por Frank Cosme

Santos Suárez, La Habana, 11 de marzo de 2010, (PD) Escribir desde fuera ha sido siempre difícil para aquellos cubanos que tomaron el espinoso camino del exilio. Ya desde la guerra de independencia, los escritores de esa generación tuvieron que alzarse contra el descrédito de medios ajenos a su identidad y país de origen.

Al menos esa generación contó con una prensa que simpatizaba con la causa independentista. Los “de ahora” a veces se han tenido que mover en un ámbito hostil de académicos de izquierda y de cubanos que no acaban de entender el término “disidente” cuando se aplica a sus compatriotas.

Estos intelectuales de izquierda, casi todos norteamericanos, los censuran por ser exiliados de la revolución cubana. Algunos cubanos, casi todos emigrados de los primeros años de la revolución, no quieren aceptar que un ser humano tiene derecho a equivocarse. Se fueron desde el principio y no entienden el proceso que puede pasar una persona que creyó en una causa y luego se desencantó. Entonces los censuran por ser “disidentes”.

Aún así, disidentes o no, escritores de la talla de Lidya Cabrera, Reinaldo Arenas, Heberto Padilla y el historiador Manuel Moreno Fraginals no pudieron entrar al mundo académico norteamericano.

Lorenzo García Vega, el más joven de la revista Orígenes, durante mucho tiempo acarreó mercancías en un supermercado de Miami.

A Alberto Martínez Herrera, autor de “Los Coleccionistas” (1957) y “De golpe y porrazo” (1964), que tuvo la mala fortuna de emigrar a Estados Unidos durante el éxodo del Mariel en 1980, le tocó por carambola triple ser un intelectual exiliado, un disidente y un marielito.

La clasificación de marielito fue un estigma que llevaron durante años los cubanos que llegaron vía Mariel. La prensa no manejó el éxodo de 1980 con la veracidad requerida y hasta Hollywood, con el film Cara Cortada, protagonizado por Al Pacino, a dar la imagen de un país de delincuentes.

Herrera, como todos los cubanos de aquella apocalíptica emigración, sufrió las consecuencias de aquel estatus creado a los cubanos que escapaban de la isla, pero en su triple condición de intelectual, disidente y marielito, su sensibilidad se vio duramente afectada, según se refleja en su libro de cuentos Retahíla.

En Retahíla, Martínez Herrera despotrica contra todo a su alrededor, los sistemas sociales, la religión y él mismo. Un desgarrador y ácido humor se percibe en todos sus cuentos. En medio de todos ellos, resalta la rebeldía, el desarraigo y la pérdida de fe en la humanidad.

En el prólogo, escrito por él mismo, pregunta a un imaginario lector: “¿No existe ninguna esperanza?”. Y le responde: “Sí, con una nueva humanidad de otra galaxia”.

La empatía es la capacidad que tiene el ser humano de ponerse en lugar de los demás. Pero por mucha empatía que haya, lo que expresa Reinaldo Arenas en “Antes que anochezca” es tal vez muy crudo y cierto para algunas personas:

“Nosotros los cubanos, los que sufrimos por años aquella persecución, aquel mundo terrible, somos personas que no podemos encontrar sosiego en ningún lugar; el sufrimiento nos marcó para siempre y sólo con las personas que han padecido lo mismo podemos encontrar cierta comunicación.”

Según se puede apreciar al leer lo que se escribe en revistas publicadas en España, Puerto Rico o los propios Estados Unidos, el ambiente nunca ha sido propicio para estos escritores ya etiquetados desde que ponen un pie en otras tierras. Lamentablemente, en los lugares de Europa del Este en que podían sentirse a las anchas por ser mejor comprendidos porque han padecido lo mismo, les resulta muy difícil vivir por causa de los idiomas que en ellos se habla y la lejanía de la isla que en su momento fue conocida como La Perla de Las Antillas.

Aún en medio de su humor irónico, irrespetuoso y a veces hiriente, Alberto Martínez Herrera nos da prueba de una esperanza que dice no tener en el Creador cuando al final del libro, nos ilumina al expresar: “Nuestro problema no es cuestionar a Dios, sino actuar a tono con el personaje que nos asignó en el escenario terrenal.”
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