viernes, 19 de marzo de 2010

UN CEPILLO DE DIENTES POR CABEZA


Por Tania Díaz Castro

Santa Fe, La Habana,(PD) En la provincia de Ciego de Avila una fábrica podrá enviar al mercado nacional un cepillo de dientes para cada cubano. O sea, la producción de cepillos dentales llegará a once millones en 2010, según Juventud Rebelde del 5 de febrero de este año. Pero, ¿no somos más de doce millones?

De vez en cuando, es la misma prensa oficialista quien nos hace reír -o llorar- con las noticias que publica sobre el desarrollo de nuestra industria.

Comencemos por el 2000. ¿Dónde puede adquirirse el refresco Jupiña, producido en la fábrica de refrescos Orlando Nodarse, en la ciudad de Pinar del Río, reestructurada en 2000 a un costo de 300 mil dólares y 50 mil pesos cubanos, según Juventud Rebelde del 18 de julio de ese año?

¿Dónde se venden las sombrillas que en 2001comenzaron a fabricarse en la moderna fábrica de Puerto Padre, provincia de Las Tunas, a un costo que sobrepasó los 78 mil dólares y 191 mil pesos en moneda nacional?

¿Y qué nos pueden decir de las pastas largas o espaguetis, producidos por una fábrica de Cruces, municipio de Cienfuegos, que según los llamados indignos Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, quienes la inauguraron en abril de 2008, serviría para abastecer a la población a través de la canasta básica?

Un profesor universitario de Historia de Cuba, el doctor Arnaldo Silva León, explicó a Juventud Rebelde el 28 de diciembre de 2009 que en los años 50 no éramos un paraíso.
Las razones que expone no responderían las preguntas que encabezan esta crónica.

Si Cuba dependía entonces del modelo económico de Estados Unidos, durante las primeras décadas del castrismo dependimos del fracasado modelo económico de la desaparecida URSS; si éramos una nación plurimportadora, hoy lo somos mucho más; si el informe de la Misión Truslow, solicitado por el gobierno de Prío, planteaba el agotamiento del modelo económico, también hoy por hoy plantearía lo mismo si no tuviéramos un jefe tozudo entre bambalinas que no da su brazo a torcer en busca de cambios que beneficien la desastrosa economía del país.

Pero para seguir reflejando aspectos que dan risa o llanto, digamos, por ejemplo, cómo este profesor veía los años 50 del siglo pasado. Dijo, sin pena alguna, que el ingreso nacional se distribuía de manera muy desigual, que el ciudadano común no recibía lo mismo que Julio Lobo, Gómez Mena, Pepín Bosch o cualquier otro de aquellos grandes potentados.

¿Será que el profesor no ve que el ciudadano común cubano no vive igual que la nomenclatura militar política y mucho menos que los potentados extranjeros que hacen negocios en la isla?

Nuestra industria continuará con las croquetas explosivas, el frozen aguado, la hamburguesa sin carne, el helado sin leche y la gaseñiga dura como un palo y el profesor no se referirá a estos productos como chapucerías, como sí hizo Granma, el órgano oficial del régimen, el 31 de agosto de 2009.

Ah, se me olvidaba, nada dijo el profesor de nuestra deuda externa, calculada en más de 31 700 000 de dólares.
vlamagre@yahoo.com

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