viernes, 28 de mayo de 2010

FIESTA Y PACHANGA DISCOGRÁFICA


Por Miguel Iturria SavónPublicado Hoy

El Cotorro, La Habana, 27 de mayo de 2010, (PD) Quienes a veces escuchamos el programa musical Primer Plano, conducido por Tony Pinelli en Radio Taino, estamos más al tanto de los entresijos de la música popular en Cuba que las personas que a mediados de mayo se interesaron por el cronograma de la Feria Cubadisco 2010, cuyas galas difundieron una imagen más cercana a la apariencia que al ámbito real de la discografía insular.

El propio Rafael Lay, director de la emblemática Orquesta Aragón, afirmó días atrás al diario Juventud Rebelde que hace más de 20 años no graba en la isla, aunque su charanga sigue conectada a la disquera Luz África, la misma que llevó a la fama a Polo Montañés, el desaparecido “guajiro natural”. El ejemplo habla por si solo pues indica las preferencias comerciales y la ausencia de una política protectora del patrimonio sonoro, aquejado por modas, tendencias y burocratismo cultural.

El evento Cubadisco 2010, celebrado a partir del 15 de mayo y dedicado a la música campesina, resultó más promocional que representativo de la industria de grabaciones. A quien lo dude le sugiero monitorear algunos programas de radio, investigar el cronograma de grabaciones de nuestras disqueras o buscar un Cd de agrupaciones emblemáticas, desplazadas de los estudios por conceptos que privilegian a unos en detrimento de otros.

Con invitados de España como la cantante Martirio, el tresero Raúl Dominguez y el director Gregorio Gutiérrez, y jazzistas de los Estados Unidos (Christian Scaty), la XVI edición de Cubadisco homenajeó a repentistas de Cuba, Colombia, España, Panamá y Venezuela y realizó dos galas, la Inaugural el domingo 16 en el Teatro “Amadeo Roldan”, con la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la batuta de Gregorio Gutiérrez y la actuación del Coro Nacional, el guitarrista Efraín Amador y la pianista María del Henar Navarro. Mientras en la Gala de Premiaciones, el día anterior en el “Carlos Marx”, el público apreció a los Van Van, Alexis Díaz Pimienta y su Guajira Band, Moncada, Kola Loca, David Torrens y otros.

El cronograma incluyó la Cantoría por la Patria en el Salón Rosado de La Tropical y en plazas de los municipios Artemisa, Güines, Madruga y San Antonio de los Baños; la actuación de niños repentistas; un concierto de Martirio el 22, quien presentó su disco “El aire que te rodea”, grabado en La Habana con José María Vitier; más presentaciones de Ernesto Blanco, Patricio Amaro, Haydee Milanés, Jacqueline Bell y Dania Fuentes, competidores del Premio en música pop, género que se consolida en la isla a pesar del son, la guaracha y el reggaetón.

Vale preguntar que hay detrás de la Feria del Disco, pues las grabaciones oscilan en zigzag y muchas agrupaciones dejan de ser escuchadas, mientras otras ascienden o bajan según las audiencias radiales, medio en el cual los directores difunden a quienes les pagan por la izquierda, de manera que la “lista de éxitos” depende del dinerito entregado, a excepción de consagrados como Van Van, Adalberto Álvarez o la Charanga Habanera.

Si la Orquesta Aragón no graba en Cuba hace 20 años qué podrán esperar los cantantes y colectivos menos célebres, excluidos de los planes del Instituto de la Música, conformado en base al interés temático y apreciaciones políticas o regionales.
Tal vez el muro musical está cambiando. Las empresas artísticas, más burocráticas que comerciales, “inútiles” según Tony Pinelli, privilegian a pocos en detrimento de muchos, sostienen un cuerpo de inspectores que chequean la plantilla y exigen contratos y evaluación, en tanto los músicos compran hasta los instrumentos, gestionan la programación y luego pagan a la entidad más del 40 % de lo devengado.

Cerrados los círculos sociales, los artistas disputan espacios en la Casa de la música de Galeano, de Miramar, la Tropical y algunos bares y hoteles de la capital y de ciudades del interior, donde creadores de primera quedan fuera de programas, afectados también por la carencia de grabaciones, mientras empresas como Turarte, “Adolfo Guzmán”, “I. Piñeiro” o “Benny Moré” exigen cheques y cobran impuestos, en espera de gestiones y hasta de pagos para tramitarles un turno de grabación en la Egrem u otra disquera, limitadas a comercializar en divisa en detrimento del consumidor nacional.

Si el artista carece de personalidad jurídica y, salvo excepciones, no puede conveniar directamente con las disqueras por razones de presupuesto, quienes graban saben que su obra será vendida en divisa en hoteles y tiendas de música como Arte Habana, 23 y 12, San Rafael, Obispo y aeropuertos. Por eso muchos costean sus grabaciones. El precio oscila entre 10 cuc el turno de una hora (Radio Progreso) y 800 cuc (Abdala), por lo cual se improvisan estudios domésticos en detrimento de la calidad técnica.

Nada, que Cubadisco 2010 tuvo más de fiesta y pachanga discográfica que del evento que premia y promociona el pentagrama sonoro insular.

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