viernes, 4 de junio de 2010
¿DIPLOMÁTICOS?
Por Jorge Olivera CastilloPublicado Hoy
Habana Vieja, La Habana,(PD) La cubana Carmen Julia Guerra, muerde. Lo acabo de leer en un reporte de BBC Mundo, gracias a la modesta oportunidad que me ofrecen unos amigos de poder navegar gratuitamente por la red de redes 3 horas por semana.
El hecho de que esta dama la haya emprendido a mordiscos contra la joven Alexandra Joner en una riña que parece haber tenido características tumultuarias, no es en sí algo novedoso en este mundo donde la violencia se ha relativizado de manera escandalosa. Lo que llama la atención son los métodos utilizados por quien es la esposa del embajador de Cuba en Noruega, Rogelio Santana Rodríguez, además de desempeñar el cargo de Cónsul de la legación diplomática.
La ira acompañada de los mordiscos, según el despacho, sobrevino en el instante que la joven Alexandra, de madre cubana, era filmada por la funcionaria durante la pequeña protesta en demanda de respeto a los derechos humanos en la Isla.
De acuerdo a los deficientes patrones educativos que se manifiestan en Cuba, con independencia del grado de instrucción, lugar de residencia o color de la piel, no es raro examinar estas conductas irracionales sin inmutarse.
El uso de la fuerza a la hora de zanjar alguna diferencia de criterios, ha sido y es una perversión del carácter que se estimula a partir de la intolerancia del discurso oficial, donde se combina la grosería y la calumnia con el empleo de la violencia física, esto último regularmente llevado a cabo por turbas creadas por la policía política y bajo el total amparo de los jerarcas del régimen.
No es la primera vez que esto sucede allende las fronteras. París, Madrid, Estocolmo, Buenos Aires y Ciudad México, por solo mencionar algunas, han servido de escenario a estas respuestas intemperantes por parte del personal que labora en las respectivas sedes diplomáticas cubanas o en su defecto protagonizadas por los grupos de solidaridad integrados por ciudadanos residentes en los respectivos países.
El sábado 22 de mayo el incidente tuvo lugar en Oslo, con empellones, frases impronunciables y el mordisco. Por cierto, en la información no se especifica el sitio afectado por los dientes de la cónsul.
Al constatar la veracidad del suceso, quedan despejadas las dudas en relación al peligro que representa en Cuba manifestar en público cualquier discrepancia de naturaleza política.
Si en Oslo o donde les plazca, reparten dentelladas y puñetazos con la mayor impunidad, ¿cuál es la suerte que enfrentarían los cubanos, asentados en su país, decididos a movilizarse en son de protesta o simplemente dispuestos a proferir en la vía pública algún denuesto contra la inflación, la escasez de agua o la corrupción en las altas esferas del poder?
Realmente no creo que había necesidad de una respuesta tan alejada de la cordura, mucho menos de los que se encargan de los asuntos diplomáticos del gobierno de la Isla en la nación escandinava.
Es obvio que la señora Carmen Julia Guerra le hizo honor a su apellido. Ya se sabe que lanza unas mordidas olímpicas.
Alexandra Joner declaró que a raíz de la lesión en la piel causada por el ataque, tuvo que tomar antibióticos para evitar una infección.
No sabría que decir de los servicios consulares de la esposa del embajador. Lo que ha trascendido es su falta de compostura, sus instintos salvajes listos a desatarlos cuando escucha la frase: libertad y democracia para Cuba.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario