viernes, 4 de junio de 2010
SEÑALES DE AVISO
Por Lucas GarvePublicado Hoy
Mantilla, La Habana,(PD) Ocurren eventos cuya importancia se destacan por infrecuentes, a pesar de quedar entremezclados entre otros tantos. Hace poco sucedió en las Tunas que un majá amaneció en la bañadera de una casa para asombro del cabeza de familia. También se habla de un pollito con cuatro patas y hasta de un chivo, buen ejemplar de macho cabrío, con ubres y que da leche.
Aquí voy a resaltar entonces que lo fortuito, lo inesperado, nos sorprende a cada rato. Hubo quien dijo con asistencia de toda razón que la realidad rebasa largamente en ocasiones a la ficción. No obstante, uno no se puede dejar arrastrar por ciertos amagos de “la maravilla” y dormirse con esperanzas infundadas por la almohada.
Resulta que de golpe la jerarquía católica cubana se instala en el juego de la política nacional por la puerta más evidente, como interlocutora entre grupos o sectores relacionados con los presos políticos y el gobierno que los rechaza como tales.
Tal hecho ha sorprendido a más de uno. Muchos han reaccionado con una apuesta a la esperanza. Sentimiento más humano, imposible. A diferencia, otros han revelado el acostumbrado escepticismo de quienes tienen la piel escaldada por padecer en su epidermis por años, todo el desprecio y el rencor de un régimen en el que alguna vez creyeron o no.
Más lo significativo del hecho es que todo esto sucede en un momento en que una serie de hechos se conjugan para complejizar la situación y la posibilidad de estirar aún más la crisis nacional no es la misma que la de estirar un chicle.
Mientras, los síntomas de fatiga que dejan traslucir los polos opuestos del escenario nacional, gobierno y oposición, se hacen cada vez más evidentes.
El primero, aquejado por el virus inevitable de la corrupción de sus propios cuadros y funcionarios, la desidia ya tradicional de la ineficacia burocrática, las indecisiones en la toma de medidas económicas mil veces reclamadas y prometidas por causa del temor al cambio, el discurso promisorio agotado.
La oposición, el segundo de los polos, en conjunto carece de opciones eficientes debido a ser demonizada por la propaganda oficial y atomizada por efecto de la represión gubernamental como respuesta. Marginalizada por las instituciones sociales oficiales, lastrada por intereses ajenos y también, por el rejuego interminable de los espacios de influencia de algunas personalidades destacadas. Esto, con el fin de marcar los territorios en que parcelan su parte del escenario. A esto súmese la poca fe en que exista una solución concertada e inclusiva sin transitar por vías violentas. El tiempo se acaba.
En consecuencia, ambos extremos no ofrecen realmente un margen de posibilidad para que la mayoría de la población vea, en cualquiera de los dos, una vía de solución a sus problemas y dificultades.
De ahí que la eventualidad de la gestión de la jerarquía cubana de la Iglesia Católica, sea acogida por muchos como válida para intentar desatascar el carruaje de la problemática nacional, así como, confiar en la sabiduría de una diplomacia tan sutil y experimentada como la de la Iglesia Católica.
Por su lado, aparecen los incrédulos con su pronóstico de que por ese camino mediador nunca se llegará a nada por aquello de que a perro huevero, ni quemándole el hocico, pues los asuntos de esa índole con el Gobierno se diluirán en la retórica y las horas.
Sin embargo, pienso que más vale poco de algo que nada y, si se mueve para bien, por poco que sea, es preferible que el continuar por el peligroso sendero de extremar las contradicciones al máximo –el efecto olla de presión- para que se produzca una especie de Big-Bang nacional que destruya lo que queda y, a esa hora, recomenzar la reconstrucción de una vida nacional que ya hoy casi no tiene asidero.
Así que para el bien común es mejor promover la participación plural y activa en el proceso de exploración de las posibilidades de búsqueda de espacios convergentes que dejar, como siempre sucede, que las instituciones, con sus influencias, sus intereses particulares, decidan.
No se debe parecer de piedra y hacerse el sordo cuando el reclamo de cambios y transformaciones hace temblar la tierra bajo los pies, cuando hay señales de aviso como un río cuyo torrente de opiniones amenaza con romper su coraza y aflorar sin control a la superficie.
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