Publicado para hoy 25 de junio
Por Leonardo Calvo Cárdenas
Boyeros, La Habana, (PD) El siempre previsible noticiero de la televisión cubana sazonó el caluroso mediodía del viernes 11 de junio con la “reflexión” del ex presidente Fidel Castro sobre las sanciones que el Consejo de Seguridad de la ONU impuso al gobierno de Irán a causa de su programa nuclear.
Como de costumbre el convaleciente en jefe trató en sus valoraciones ―con las que intenta, de manera bastante infructuosa por cierto, no desaparecer de la palestra y el interés público― un tema que está muy lejos de la realidad nacional, de los enormes problemas y retos que enfrenta la sociedad cubana, lacerada por una crisis tan generalizada como profunda. Dicha crisis es agravada por la indolencia, la falta de liderazgo y valentía política que necesitarían los que ocupan el poder ─porque gobernar es otra cosa─ para reconocer la dimensión de la catástrofe y de paso su incapacidad para enfrentarla.
Si la más acomodaticia enajenación de la realidad no se hubiera constituido en una las principales armas de la dinastía castrista, tal vez a través de las reflexiones del compañero Fidel nos enteraríamos de sus criterios acerca de cómo una nación puede convivir con la casi total desaparición de elementos esenciales de su alimentación tradicional como el arroz, los frijoles o la sal, nos enteraríamos de como se siente al haber llevado a la industria azucarera, que forjó las riquezas y potencialidades de este país, hasta el nivel de producción de hace más de un siglo, cuando Cuba, después de salir de una guerra devastadora, contaba apenas con dos millones de habitantes.
Si la inmovilidad, la frustrante desatención de todos o la nunca imaginada presencia del talentoso y carismático primer presidente afrodescendiente de Estados Unidos no nublaran de resentimiento su alma y su mente, las reflexiones del Máximo Líder podrían decirnos lo que siente al ver como todos los delfines políticos que a puro capricho nos impuso durante años terminaron por no servir para satisfacer sus intereses y expectativas, porque para nosotros nunca sirvieron.
Colocándose mucho más cerca de una realidad de seguro bien incómoda para él, nuestro Máximo Líder bien pudiera revelarnos, por ejemplo, su criterio acerca de la corrupción que hace metástasis en los más recónditos rincones de la sociedad, estremece las alturas del poder y deja estupefactos a los auditores gubernamentales.
El Comandante podría trasmitirnos sus impresiones sobre el derrumbe de un sistema de educación donde cunde una extendida corrupción docente y la más profunda deficiencia académica.
Ni una sola letra nos dice el Comandante sobre el colapso del transporte público, el desabastecimiento de los mercados agropecuarios o el escandaloso cúmulo de manejos fraudulentos con que las autoridades electorales enfrentaron el voto de rechazo que gravitó sobre el último proceso “electoral”.
Sin embargo, lo que más estremece y conmociona, como demostración de la alienación que padece el Máximo Líder es su manera de ufanarse de las fuentes de información inaccesibles para el cubano de a pie.
Con tranquilidad pasmosa nos relata el Comandante como se conectó con los servicios noticiosos de la CNN en español para disfrutar los debates del Consejo de Seguridad. Posteriormente nos describe como, para ampliar su conocimiento del tema, sintonizó el canal multinacional Telesur, esa televisora creada por Chávez y comparsa con el objetivo de contrarrestar el poder y la influencia de la televisión comercial y de la cual los cubanos sólo podemos ver un pequeño resumen elaborado para nosotros por los que saben y pueden.
Por último, el mismo que dijo un día “No le decimos al pueblo cree, le decimos al pueblo lee” se toma el trabajo de seleccionar para nosotros, también de la transmisión de CNN en español, los fragmentos del discurso pronunciado por el presidente Obama que según su buen entender, nos merecemos y podemos comprender, siempre gracias a su infalible explicación.
A estas alturas, me confieso incapaz de discernir si tan ofensiva burla al pueblo que tanto desprecia es una especie de enfermizo consuelo del Máximo Líder ante sus soledades y frustraciones o si le resulta imposible darse cuenta como presume del acceso a canales de información negados al cubano común y cuya sola búsqueda por parte de un ciudadano es considerada un crimen punible por el poder que el representa.
Tal vez encontremos todavía algunas personas en el mundo que ignoren como las autoridades cubanas persiguen con saña el ansia natural de los cubanos por acceder a esas redes globales de información y cultura, al parecer tan cotidianas y familiares para el ex presidente cubano.
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