viernes, 2 de julio de 2010
EL QUE LLAMA PAGA
Por Ramón Díaz-Marzo
Habana Vieja, La Habana, (PD) En nuestra Isla no hay forma de que el gobierno-dictadura de los hermanos Castro haga algo que realmente nos ofrezca alegría indiscutible. Este grupito de poder cuando ofrece algo es porque al final de la cuenta lo ofreció porque no le quedaba más remedio. Siempre le pone al pueblo alguna zancadilla. Siempre el grupito de poder aplasta al pueblo y es quien más gana, aunque se trate de frivolidades.
ETECSA es una de las tantas representaciones del Estado Totalitario-Policíaco de una sociedad (nuestra sociedad) donde no gozamos de libertades individuales. ETECSA es un gigante monopolio estatal de comunicaciones al servicio de un grupito gobernante donde la separación de poderes (que Charles-Louis de Montesquieu en “El Espíritu de las Leyes” bien supo ordenar, aunque sólo fue por escrito) la ejercen mezclándolas y haciéndola moverse por capricho o por unas reglas de juego que ya van más allá de mantenerse en el Poder y sí mortificar a la población.
Ahora ETECSA, a través de Cubacel, anuncia a “platillo y bombo” una perogrullada: “EL QUE LLAMA PAGA”. Es como si mañana se atrevieran a proponer un nuevo anuncio, por ejemplo: “Todos los cubanos tienen derecho a respirar porque el aire sopla libre bajo las nubes y no disponemos de tecnología para sistematizarlo por la libreta de racionamiento”.
Explicar en qué consiste esta nueva opción de Cubacel me resulta aburrido pero tengo que hacerlo. La historia se remonta al comienzo de la telefonía móvil en Cuba, que desde sus inicios y con unos costos de servicio para millonarios, obligaba a los portadores de los móviles a pagar una llamada entrante viniera de donde viniera. Entonces ningún cubano aceptaba llamadas requeridas desde el extranjero porque también tenía que pagarlas. Cuando la Junta o Asociación Internacional de Servidores Telefónicos se reunió y le reclamó a Cuba que sus usuarios se quejaban de que no podían llamar a Cuba porque sus amigos y familiares dentro de la Isla nunca harían la llamada, el monopolio centralizado de la comunicación cubana no tuvo más remedio que liberar a los cubanos de este cargo y permitir que las llamadas del extranjero pudieran entrar a los móviles cubanos sin que estos tuvieran que pagarla.
Y la perogrullada de ahora yo sabía que venía. Consiste en que dentro de Cuba, de móvil a móvil, el que llama paga. Pero fíjense si este grupito de Poder “está pal’ daño” que quien haga la llamada tiene que anteponer al número de destino el prefijo *88… para que se haga efectivo que quien llama pagará 60 centavos (CUC) por minuto durante el día y 10 centavos (CUC) el minuto por la madrugada. Así que cada minuto le sale al cubano particular en catorce pesos con 10 centavos en moneda nacional. Y se sabe que hay personas que les resulta difícil aprender los símbolos y modos de utilizar las herramientas digitales y tiempo les llevará aprender a utilizar el asterisco (*) seguido de dos ocho (88).
Pero aquí no termina la historia. Por ahora los móviles cubanos sólo obtendrán este beneficio cuando es desde otro móvil, porque si nos llaman desde un teléfono fijo privado o desde un teléfono público continuamos como antes: también tenemos que pagar la llamada.
Sé que este robo autorizado a la luz pública es muy difícil de entender para el resto del mundo libre. Vivimos en una sociedad feudal moderna y durante los últimos 50 años nos hemos convertidos en los apestados del mundo occidental, donde nuestro único y exclusivo gobernante primero dirige lo que sea en nuestra sociedad como un general dirige a un campamento de militares y no de civiles. En muchas ocasiones hacen de nuestras vidas un infierno sin esperanza de redención. Nos hemos hundido en un hueco vicioso donde nuestro campamento se come a sí mismo. Nuestro único y exclusivo general no nos permite demostrar nuestra capacidad individual de hacer algo que realmente sirva para mejorar nuestra calidad de vida. Sobre nuestra posible alegría, ¿habrá temor o envidia?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario