Publicado para hoy 10 de julio
Por Tania Díaz Castro
Santa Fe, La Habana,(PD) La larga y trágica historia de aquellos grupos revolucionarios habaneros creados en La Habana a inicios de los años 30, por hombres de gatillo alegre para luchar contra los jefes de gobierno constitucionales o no, ya es bien conocido por todos los cubanos.
Pertenecían a numerosas organizaciones, aunque las más activas, peligrosas y terroristas eran la Asociación Revolucionaria Antonio Guiteras -ARAG-, la Unión Insurreccional revolucionaria -UIR- y muchas otras.
El pueblo los llamó gansteriles y Fidel Castro, mafiosos. Todas representan, sin duda alguna, nuestra herencia maldita.
Hicieron su debut con bombas, atentados y sabotajes, en lucha contra el dictador Machado, puesto que su propósito era la toma del poder.
Surgieron en la Universidad de la Habana. De una forma o de otra, muchos de sus miembros murieron, aunque su estrategia de lucha continuó más allá del triunfo de la revolución castrista.
Fidel Castro, en sus cien horas de conversación con Ignacio Ramonet, después de confesar que fue un ejemplo pésimo como estudiante universitario al consagrarse por entero a la política y de calificar como mafiosos a aquellos grupos, le explica que fue víctima de intimidación por parte de ellos, cuando le prohibieron entrar a la Universidad. Entonces narra una anécdota: se fue a una playa a meditar y acostado boca abajo en la arena, lloró. Luego se consiguió una pistola Browning de 15 tiros y acompañado de cinco amigos bien armados, entró al recinto universitario.
Pero otra historia un poco distinta se cuela por el camino, al conocerse que, temeroso por su vida, pidió a su amigo Max Lesnik (actualmente periodista independiente en Miami y en aquella época compañero de Fidel en la Escuela de Derecho) lo escondiera en su casa de la calle Morro, hasta poder salir hacia Estados Unidos.
Entonces podríamos preguntarnos si fue en las arenas de la playa de Miami donde lloró el máximo líder, cuando llegó en noviembre de 1949, huyendo de la mafia universitaria.
Aquel parece ser, según testimonios de la época, su tercer viaje a Estados Unidos antes de 1959. El primero había sido en 1948, para celebrar su luna de miel con Mirtha Díaz Balart. El tercero en 1955, cuando recuperado del susto de la mafia, recaudó dinero en el antiguo Flager Theater y regresó a La Habana para preparar, junto a más de cien hombres armados un ataque por sorpresa al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, la madrugada del 26 de julio de 1953.
Fracasado el ataque, Fidel Castro es llevado a juicio y pese a una condena de 15 años de prisión, marchó al exilio a los pocos meses, cuando el dictador Fulgencio Batista le concedió el perdón.
Con un saldo de varias decenas de muertos y posteriormente muchos otros asesinados, el ataque al Cuartel Moncada, calificado por el Partido Socialista Popular (comunista) como putschista y pequeñoburgués en el periódico estadounidense Daily Worker, hoy puede recordarse como el acto más sangriento de nuestra historia.
Es justo considerar como autor intelectual de este acto, no a nuestro Apóstol José Martí, como han querido hacernos creer, sino a Antonio Guiteras Holmes, connotado terrorista de los años treinta del siglo pasado.
El 9 de enero de 1959 el propio Fidel Castro confesó que el mayor inspirador en su lucha contra Batista había sido precisamente Guiteras.
vlamagre@yahoo.com
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