Publicado para hoy 10 de julio
Por Osmar Laffita Rojas
Capdevila, La Habana, PD) Ya hace más de 50 años que se prolonga el conflicto entre las autoridades cubanas, la oposición y el exilio. En la medida que este se prolonga, no son pocos los que se han instalado en sus respectivos tronos con todo lo necesario para vivir. A medida que ha trascurrido el tiempo, los han ampliado, haciéndolos cada vez más confortables. Al final, sienten pánico a la idea de que la beligerancia se acabe. Cuando algunos de los contendientes hablan de diálogo o acercamiento, rápidamente los apoltronados entran en acción para alentar la continuidad del conflicto y obstaculizan cualquier arreglo entre las partes en pugna.
Esto es lo que ha ocurrido con las conversaciones entre la iglesia católica y el gobierno cubano. De igual manera, en la reacción desproporcionada, cargada de ofensas y descalificaciones contra los 74 opositores firmantes de una carta en que con todo su derecho respaldaron la suspensión de las prohibiciones de que los norteamericanos puedan visitar de manera normal a Cuba.
También ocurrió con las Damas de Blanco, cuando se intentó fragmentarlas a raíz de una desafortunada carta en que asombrosamente se les pedía a las Damas de Apoyo dejaran de acudir a las marchas dominicales, algo similar a los que las autoridades cubanas por medio de sus órganos represivos les exigían y que ellas en ningún momento aceptaron, como mismo no cedieron ante las bárbaras acciones de las turbas de porristas que las hostigaron con desproporcionado ensañamiento y crueldad.
Diversas organizaciones de la diáspora y algunas figuras representativas del exilio histórico han asumido recientemente posturas muy recalcitrantes contra aquellos que desde su propia perspectiva han decidido apoyar las iniciativas dirigidas a poner fin a las actuales barreras legales que obstaculizan las normales relaciones entre los gobiernos y pueblos de los Estados Unidos y Cuba.
Estos señores han llegado al extremo de acusar de vendidos, de peligrosos idealistas, de estar manipulados por grupos anti-embargo, a todos aquellos que abogan por el diálogo y la reconciliación. En resumen, este sector asombrosamente continúa la apuesta en contra de toda lógica por el estéril enfrentamiento. Algo que como el oxígeno para respirar, también necesitan a diario y desesperadamente, los ancianos inquilinos del fortificado bunker de La Habana.
ramsetgandhi@yahoo.com
. En la medida que este se prolonga, no son pocos los que se han instalado en sus respectivos tronos con todo lo necesario para vivir. A medida que ha trascurrido el tiempo, los han ampliado, haciéndolos cada vez más confortables. Al final, sienten pánico a la idea de que la beligerancia se acabe. Cuando algunos de los contendientes hablan de diálogo o acercamiento, rápidamente los apoltronados entran en acción para alentar la continuidad del conflicto y obstaculizan cualquier arreglo entre las partes en pugna.
Esto es lo que ha ocurrido con las conversaciones entre la iglesia católica y el gobierno cubano. De igual manera, en la reacción desproporcionada, cargada de ofensas y descalificaciones contra los 74 opositores firmantes de una carta en que con todo su derecho respaldaron la suspensión de las prohibiciones de que los norteamericanos puedan visitar de manera normal a Cuba.
También ocurrió con las Damas de Blanco, cuando se intentó fragmentarlas a raíz de una desafortunada carta en que asombrosamente se les pedía a las Damas de Apoyo dejaran de acudir a las marchas dominicales, algo similar a los que las autoridades cubanas por medio de sus órganos represivos les exigían y que ellas en ningún momento aceptaron, como mismo no cedieron ante las bárbaras acciones de las turbas de porristas que las hostigaron con desproporcionado ensañamiento y crueldad.
Diversas organizaciones de la diáspora y algunas figuras representativas del exilio histórico han asumido recientemente posturas muy recalcitrantes contra aquellos que desde su propia perspectiva han decidido apoyar las iniciativas dirigidas a poner fin a las actuales barreras legales que obstaculizan las normales relaciones entre los gobiernos y pueblos de los Estados Unidos y Cuba.
Estos señores han llegado al extremo de acusar de vendidos, de peligrosos idealistas, de estar manipulados por grupos anti-embargo, a todos aquellos que abogan por el diálogo y la reconciliación. En resumen, este sector asombrosamente continúa la apuesta en contra de toda lógica por el estéril enfrentamiento. Algo que como el oxígeno para respirar, también necesitan a diario y desesperadamente, los ancianos inquilinos del fortificado bunker de La Habana.
ramsetgandhi@yahoo.com
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