viernes, 20 de agosto de 2010

EL DEBATE NACIONAL SOBRE LA CORRUPCIÓN

PUBLICADO PARA HOY 21 DE AGOSTO



Por Ramón Díaz-Marzo







Habana Vieja, La Habana,(PD) No estoy de acuerdo con la solución china de fusilar y aplicar largas condenas de prisión a los corruptos. A los corruptos hay que tumbarlos hacia abajo, no hacia arriba como se ha hecho hasta ahora que, cuando explotan, en vez de enviarlos a trabajar de sol a sol al campo igual que un campesino cualquiera, los ponen a dirigir cualquier plan donde siguen sin conocer las verdaderas necesidades del pueblo.

El Estado, a través de Acopio (Acopio es una entidad estatal), no puede continuar entorpeciendo al campesino propietario o arrendatario de un trozo de tierra. Acopio no le permite a ese campesino, que tiene dos camiones y hasta un automóvil, distribuir en tiempo y forma su mercancía en la ciudad. Por eso recientemente una cosecha de guayabas de cientos de quintales se pudrió porque Acopio no llegó a tiempo a recoger la cosecha y esta llegó en mal estado a la ciudad. Un caso como este es extensivo a todo el país.

Acopio es una entidad que puede ser considerada tan contrarrevolucionaria como los corruptos porque entorpece, por indolencia o falta de responsabilidad, que nuestros campesinos, que en la mayoría de los casos disponen de transportes mejor equipados y en optimas condiciones que los que dispone Acopio (léase Estado), que la mercancía llegue a la población.

El propio Estado en su ideario político no concibe ni permite la liberación de las fuerzas productivas, como sería permitir que los intermediarios vuelvan a formar parte del panorama económico nacional dentro de la Ley. Serían más productivos que Acopio, porque Acopio sólo es un “intermediario” improductivo.

Además, no hay que temer que algunos cubanos, no por prebendas políticas, sino por su trabajo independiente de los dogmas políticos del Estado, tengan más dinero que otros ciudadanos. No se nos puede olvidar que la igualdad social no existe. Y si en Cuba, en los discursos oficiales se habló de igualdad, sólo ha sido, y todo el mundo lo sabe, demagogia.

El Estado razona que los campesinos se enriquecerían, lo cual es falso, porque cuando un campesino comienza a venderle directamente a la población un aguacate en 10 pesos cubanos, otro campesino, para vender más rápido su producción de aguacate y que no se le eche a perder, los venderá a 5 pesos. Entonces el consumidor optará por comprar el aguacate que vale 5 pesos. El campesino que vendía su aguacate a 10 pesos, viendo que sus aguacates no se venden y se pudren, sólo tendrá la alternativa de vender el aguacate a 4 pesos para establecer la competencia que ofrece la libertad de mercado hasta llegar a un consenso, entre todos los vendedores de aguacate, de establecer un precio mínimo que ofrezca ganancia, aunque sean mínimas, y cubra la obra y el tiempo de trabajo invertido.

Entonces es cuando único, si el Estado observa alguna irregularidad, algún abuso contra el consumidor, podría intervenir para regular los precios. Pero regular los precios sin posiciones impositivas al margen del sentido común, sino contemplando los números reales de oferta y demanda, algo que nuestro gobierno no soporta.

La Constitución de la República de Cuba en uno de sus acápites dice en su ARTÍCULO 5: “El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.

Pero esta definición del Estado es ambigua, relativa, y penumbrosa, cuando no refleja concreta y objetivamente las necesidades del pueblo. Porque, ¿qué tiene que ver Lenin con Martí? ¿De qué socialismo en avance hacia la sociedad comunista estamos hablando cuando sabemos que la realidad consciente del Hombre o del Material Humano con el cual contamos no está preparada para el socialismo y mucho menos para el comunismo?

Por tanto, si no aceptamos la realidad de que el Hombre actual es un ser mediocre a nivel colectivo para los estados superiores de la conciencia que exige el socialismo y el comunismo, jugamos con fuego encima de un polvorín que nos podría llevar hacia un holocausto nacional si nuestros dirigentes dejan de reconocer cuáles son nuestros reales recursos humanos y de diseñar para nuestra sociedad un sistema que mejor se acerque a las condiciones y reales aptitudes del Material Humano, que como sociedad, tenemos.

No obstante, a pesar que nuestro hipotético ser humano colectivamente no ha demostrado poder hacer algo por sí mismo y para los demás, pensamos que toda la culpa es de nuestro Estado que no le permite al pueblo cubano la pequeña y mediana empresa.

Hemos hablado con las personas en la calle y hemos mencionado el reciente discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular del presidente de Cuba Sr. Raúl Castro Ruz, y hemos mostrado nuestra alegría ante el anuncio de que serán legalizadas actividades de trabajo particular. La respuesta de las personas ha sido de escepticismo pues alegan de que ya se sabe que los intereses y obligaciones que el Estado exige para pagar estas licencias no guardan relación con la realidad económica del país.

Muchos cubanos optarán por practicar el cuentapropismo de manera ilegal lo cual significa que jamás saldremos de la corrupción. Por eso es tan importante que los pasos de cambios y reformas que el Estado manifieste siempre tengan por brújula el sentido común. Si aplicamos el sentido común y no tememos que algunos cubanos, independientes del Estado, se hagan ricos, la corrupción no tendrá espacio en ningún lugar.

Otro asunto importante para terminar la reflexión es resaltar que el Sr. Presidente Raúl Castro ha dicho por segunda vez que habrá cambios. Cuando lo dijo por primera vez, hace 2 años, los tales cambios no se vieron por ningún lado. Pensamos que ya no queda tiempo. El tiempo se termina o se terminó para que haya ocasión de decir, por tercera vez en un incierto futuro, que habrá cambios.

ramon597@correodecuba.cu
Foto: Marcelo López

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