PUBLICADO PARA HOY 21 DE AGOSTO
Por Manuel Aguirre Lavarrere (Mackandal)
Guanajay, Provincia Habana,(PD) El siete de agosto de 1908 se fundó en La Habana el Partido Independiente de Color. Los acontecimientos en torno a dicho partido repercutieron en la toma de conciencia de los afrodescendientes respecto a la igualdad entre todos los cubanos.
Evaristo Estenoz, figura emblemática de ese partido, comprendió que los 82 000 negros que murieron por la libertad de Cuba no fueron suficientes para sensibilizar a una sociedad y sus gobernantes racistas, que negaron hasta las últimas consecuencias el ideal martiano de una Cuba “con todos y para el bien de todos”.
Siendo mayoría poblacional, los negros y mulatos de la Isla se vieron marginados y replegados al último peldaño de la escala social , sin beneficio alguno y tildados siempre con los más hirientes estereotipos , que cuatro años más tarde, el veinte de mayo de 1912, afloraron, de forma sanguinaria, en una cacería de negros y mulatos, mujeres y hombres, que terminaría en una verdadera masacre.
El presidente José Miguel Gómez tuvo en su gabinete como secretario de gobierno a una de las figuras más repugnantes y racistas de la historia cubana, Manuel Sanguily. Antes de la guerra de 1895, Sanguily junto a otros blancos independentistas, al comprender el potencial revolucionario de negros y mulatos se propusieron privarlos de todo papel positivo en la historia de Cuba. Así, en 1893, Manuel Sanguily, un destacado abogado que había peleado en la guerra de lo Diez años, calificó como cubanos solo a los blancos nativos y privó a los nativos negros de este elemental derecho para la identidad ciudadana. Menos de 20 años después, Sanguily fue redactor y firmante del documento que dio vía libre al ejército para el exterminio masivo de negros y mulatos, ya fueran miembros o simpatizantes del PIC*, hecho que quedaría en la historia como la masacre de los Independientes de color.
Pero, ¿por qué la simbólica protesta armada de los Independientes de Color?
Martin Morúa Delgado, senador por el Partido Liberal y hombre de raza negra manipulado por los senadores blancos, temiendo que el PIC ganara las próximas elecciones como evidentemente ocurriría dado el por ciento mayoritario de afrodescendientes en la población cubana, redactó una Ley conocida como “Enmienda Morúa”, la cual prohibía la formación de partidos o agrupaciones políticas de una sola raza. Fue justo si se tiene en cuenta el ideario de Martí y Maceo Mariano y la composición multirracial de la nación cubana. Pero fue una cobardía y un golpe muy bajo a los ideales y sentimientos del negro cubano y su altruismo.
Hasta ese momento, en que Morúa ve desmoronarse su simpatía dentro de la población negra, no se había percatado de que los dos más importantes partidos del momento, el Liberal y el Conservador, daban muy poca cabida a las personas de la raza negra.
El Partido Independiente de Color quedó ilegalizado por esa arbitrariedad política y surgió entonces la simbólica protesta armada que no tuvo otro propósito que el de presionar al Senado para que derogara la Ley que los privaba de participar en las elecciones. Pero lejos de hacerse justicia, miles de hombres y mujeres fueron masacrados, hecho que quedó como la peor barbarie de la historia de Cuba.
Hoy, a 102 años de la creación del Partido Independiente de Color, en la búsqueda de una toma de conciencia nacional que abarque a las nuevas generaciones de cubanos urge un programa de acciones y medidas de corte histórico-cultural para enfatizar en la conciencia pública, la historia del negro en Cuba y el amor a sus raíces, su cultura y su idiosincrasia.
Los errores del PIC no aminoran en nada el altruismo de esos hombres y mujeres de los cuales debemos sentirnos orgullosos.
En 1950, Serafín Portuondo Linares, con su libro El Partido Independiente de Color, publicado treinta y ocho años después del triste acontecimiento, se convirtió en el primer intelectual cubano que trató seriamente aquellos hechos y expuso sin máscaras la verdadera historia del PIC.
Al final del libro, Portuondo Linares expresa: “El empeño fue duro escabroso, difícil, el balance final adverso, pero las intenciones nobles de sus propósitos equiparadores atenúan sus errores, que nunca estuvieron saturados de mala fe. Hay que señalar que estos, sus errores estratégicos y tácticos, contribuyeron a malograr una gran lucha cívica, que tanta falta le hacía, que tanto le hace falta aún, al negro cubano, a la República, a la patria de todos.”
makandalmm@yahoo.com
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