viernes, 10 de septiembre de 2010

EL FIN DEL VERANO

PUBLICADO PARA HOY 11 DE SEPTIEMBRE


Por Lucas Garve

Mantilla, La Habana,(PD) Decir que en Cuba el verano termina con el mes de agosto es una mentira piadosa para continuar soportando el calor que nos agobia hasta las postrimerías de año.

Estos meses de intenso calor y de vacaciones en familia para buena parte de la población estuvieron cubiertos por las visiones apocalípticas que nos han regalado los medios cubanos.

Las predicciones sobre la inminencia del fin del mundo y de la civilización nos han llegado casi diariamente por los medios noticiosos, pero como la sobrevivencia del ser humano es algo muy poderoso, las preocupaciones cotidianas no dejan atenderlas. La búsqueda de algo que llevarse a la boca no da tiempo a escuchar y pensar en el hongo atómico.

Quizás sean las mismas advertencias del fin del mundo las que empujan entonces a las gentes al disfrute de las últimas horas de vida, lo que embulla hasta los enfermos a levantarse del lecho y afanarse en mejorar para ver qué se puede vender y ganar algo con la venta para poder comprar pollo en la shoping, un jabón de lavar o reunir diez pesos convertibles y pagarle al chofer de la pipa de agua para que llene su cisterna.

No sé si sobreviva a la catástrofe nuclear pero me esfuerzo en sobrevivir a la catástrofe nacional que vivimos, aunque en el noticiero de la televisión los comunicadores oficiales se empeñen en mostrarnos un país que no veo por ninguna parte.

En lo mismo están todos los vecinos, así confiesen ser combativos seguidores del régimen. Nadie deja de ir a buscar el pan para cavar un refugio anti-atómico, ni el que vende tamales a cinco pesos deja de salir en su bicicleta a eso de las seis o las siete porque sabe muy bien que a esa hora se dirime el complejísimo tema de qué cocino hoy, ni el que oferta pan, mantequilla y queso crema renuncia a liquidar lo que le queda a esa hora en el fondo del cajón.

Y aunque el viejo del maní tostado por la mañana hizo la cola del periódico para leerlo mientras tuestan el maní que ha de vender por la noche, así haya leído todo lo que le espera dentro de poco cuando empiece el desastre de la guerra, nada perjudicará su siestecita para reposar el cuerpo y estar en forma en la esquina del parque con sus cucuruchos de maní en mano.

El vendedor de chicharrón de viento, croquetas y churros, sorteó el sol de estos meses otro verano más, junto al carrito donde fríe y prepara sus golosinas, en la acera de enfrente del puesto de perros calientes a diez pesos, donde la fila de clientes no cesa durante las largas horas de venta.

Pasó el verano, según dicen y se sucedieron los días de calor intenso y lo único diferente es que la cuenta de la electricidad subió porque los ventiladores no se podían apagar so pena de morir asfixiados por calor y no por las radiaciones atómicas que vendrán.

Viviremos lo que nos queda con la esperanza de tener agua corriente en las llaves algún día, para no seguir con la lucha de bañarnos con un cubo de agua y eliminar la posibilidad de que los mosquitos tengan donde reproducirse y espantar de la puerta a los fumigadores que siempre aparecen en el justo instante cuando voy a salir a buscar el pan o para el trabajo, adonde llegaré tarde porque hoy vinieron a fumigar temprano.

garvecu@yahoo.com

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