PUBLICADO PARA HOY 11 DE SEPTIEMBRE
Por Jorge Olivera Castillo
Habana Vieja, La Habana,(PD) Lograr la autosuficiencia alimentaria en Cuba seguirá siendo un propósito enmarcado en el ámbito de las utopías. Es imposible dinamizar las producciones en la esfera agropecuaria sin antes remover metodologías que a lo largo del tiempo han demostrado su ineficacia.
Sin adoptar nuevas perspectivas que revolucionen la manera de interpretar la historia, sin falsos nacionalismos o burdas esquematizaciones ideológicas, será muy difícil remontar las fronteras de un estancamiento con sobradas evidencias de poseer características endémicas.
Si más del 80% de las estructuras gubernamentales se mantienen inalterables, es ilusorio esperar por un movimiento real hacia la eficiencia y la productividad.
La burocracia conserva sus prerrogativas y parece no existir un plan serio para despojarla de su jerarquía. Aunque se ha hablado, desde el poder, respecto a la necesidad de acometer el camino a ciertas reformas económicas, en la práctica no se ha hecho casi nada que amerite el convencimiento de estar en el comienzo de una nueva etapa donde se promueva el esfuerzo individual y el talento por encima de espurios condicionamientos políticos.
Los intereses creados por la tupida red de funcionarios estatales, caracterizados por su incompetencia y corruptelas, tienen sólidas raíces. Y lo peor es que el sistema, de acuerdo a su diseño, no puede prescindir de este parasitario grupo social.
Los burócratas son los hijos naturales del centralismo y las unanimidades. Se sienten revolucionarios auténticos al repetir los discursos del poder, imitar las poses patrioteras de sus respectivos jefes y encabezar las actividades políticas convocadas por el Partido.
Según lo establecido en los últimos 50 años, el rendimiento y la disciplina laboral son detalles secundarios frente a los parámetros de fidelidad ideológica. Validar el discurso gubernamental con aplausos y posturas afines, ha sido suficiente para ascender en la escala social.
Que más de la mitad de las tierras ociosas entregadas en usufructo, se mantengan improductivas, no es noticia que asombre.
Que un número indeterminado de ciudadanos que optaron por este tipo de empleo, aún se encuentren a la espera de la adjudicación de un espacio para iniciar sus trabajos agrícolas, tras varios años de infructuosos trámites, revela las trabas y complicaciones que obstruyen el alcance de los objetivos propuestos por el oficialismo, de aumentar la producción agrícola.
Un ejemplo de esto, es el caso de la señora Denys Zapata Noblet, residente en Alturas de La Lisa, localidad situada en la periferia de la Ciudad de La Habana. Según se explica en el semanario Tribuna de La Habana, en el año 2008 hizo la solicitud y todavía aguarda porque le concedan la posibilidad de cultivar un pedazo de tierra junto a algunos de sus familiares.
Datos oficiales estiman que el decrecimiento en la agricultura alcanza el 7% en lo que va de año. Si se estaban requiriendo más 1500 millones de dólares anuales para la importación de alimentos, es obvio que la cifra a invertir en tales compras ascenderá de forma espectacular.
Revertir la dependencia exterior en este rubro, es solo un alarde retórico repetido periódicamente por figuras del liderazgo político insular.
La burocracia sigue ahí, disputando sus espacios, mientras el país se cae a pedazos. No hay que ser un experto para predecir que estaremos en los próximos años más cerca del hambre que de una notable producción agropecuaria que satisfaga los requerimientos nacionales.
oliverajorge75@yahoo.com
Foto: Marcelo López
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