viernes, 10 de septiembre de 2010

INJUSTICIA SIN REPARAR

PUBLICADO PARA HOY 11 DE SEPTIEMBRE


Antón Arrufat

Por Osmar Laffita Rojas

Capdevila, La Habana,(PD) Leí con cierto asombro el artículo de la escritora Marilyn Bobes, titulado “Siempre comenzando”, publicado en el periódico Granma, el 26 de agosto. Tal parece que tuvo cierto desliz, amnesia o deliberadamente ocultó ciertos hechos cuando intentó homenajear al escritor y premio nacional de literatura Antón Arrufat, por sus 75 cumpleaños.

La articulista, en total complicidad con los dirigentes de la cultura cubana, omitió deliberadamente que hace 42 años la UNEAC se desmarcó cobardemente del jurado del concurso de que decidió premiar a la obra teatral “Los siete contra Tebas” de Arrufat.

La organización de los artistas y escritores cubanos dejó sentado en aquella ocasión: “El gobierno no se propone eliminar la critica ni exige que se le hagan loas ni cantos apologéticos. No pretende que los intelectuales sean corifeos sin criterios. El intelectual que se sitúa críticamente, debe saber que moralmente está obligado a contribuir a la edificación del país”. En torno a esta demagogia, afirmaba: “un intelectual no teme a la historia, la ve como la confirmación de su confianza en la trasformación de la vida”.

Pero todo lo anterior ha sido pura falacia. La UNEAC, desde su fundación hasta el presente, ha sido consecuente con la sentencia “Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada”. Razón más que suficiente para desmarcarse en aquella ocasión del premio a Arrufat, dejándolo en total orfandad y con la amenaza del dedo acusador de los comisarios. La UNEAC le dio la espalda y el escritor quedó como un paria en su propia tierra.

En 1968, la UNEAC, al atacar al premiado, señaló. “Los siete contra Tebas establece una realidad fingida y la no menos fingida de la propaganda del gobierno de los Estados Unidos que difunde por el mundo. Eso identifica a la ciudad sitiada de la versión de Esquilo con la isla cautiva. Todos los elementos que los gobernantes americanos quisieran que fuese la realidad cubana, aparecen en su obra”.

Parece que a la Bobes le resulta molesto destapar la fosa donde por décadas se ha depositado toda la miasma de los daños aun no reparados del gobierno contra los intelectuales cubanos.

Arrufat por 10 largos años trabajó en los oscuros sótanos de una biblioteca municipal. Fue una de las víctimas de la parametración que el Consejo Nacional de Cultura aplicó con extrema perfidia y sevicia, en cumplimiento de los acuerdos del fatídico Congreso de Educación y Cultura. Se ocuparon de ejecutarlos con esmero los mayorales y rancheadores del Consejo Nacional de Cultura, entre ellos Luís Pavón Tamayo y Armando Quesada, los cuales limpiaron el sector cultural de todos aquellos que consideraron inadecuados e incómodos.

Tales arbitrariedades e injusticias no tuvieron reparos ni críticas por parte de ninguna instancia del gobierno. Por el contrario, reinó la complicidad colectiva y el silencio cómplice, mientras los verdugos actuaban impunemente contra los mejores exponentes de la cultura cubana.

La Bobes, para no ponerse a mal con sus patrocinadores, simplifica estos acontecimientos que están en la memoria histórica de la cultura cubana de los últimos 50 años y de manera inocente habla de “sobreponerse a silenciamientos e incomprensiones de los que fuera objeto en un periodo ya felizmente superado”.

Todos los que fueron y son victimas de esos métodos, saben perfectamente, que la exclusión, el silenciamiento y el acoso a los intelectuales, continúan vigentes. Contra los intelectuales se descarga toda la fuerza del régimen, si se atreven levantar su voz por la libertad de creación, de expresión y los derechos de los creadores.

Frescas están aun las medidas tomadas contra el académico Esteban Morales, nada menos que por criticar la corrupción desde una posición “dentro de la Revolución”. Un ejemplo de hasta donde pueden llegar los gobernantes cubanos a la hora de reprimir a los intelectuales.

ramsetgandhi@yahoo.com

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