viernes, 29 de octubre de 2010
CENTENARIO DE KUROSAWA EN LA CINEMATECA
Por Miguel Iturria Savón
El Cotorro, La Habana, 30 de octubre de 2010, (PD) Como el cineasta japonés Akiro Kurosawa (Tokio, 1910-1998) arriba a su primer centenario de vida, la Cinemateca de Cuba puso a disposición del público habanero una docena de sus filmes más representativos, exhibidos entre el 5 y el 22 de octubre en la Sala Chaplin, a las 5 y 8:00 p.m., con algunos estrenos llevados a formatos modernos sin desvirtuar los originales.
Akiro Kurosawa, descendiente de una familia de samuráis, comenzó en 1936 como asistente de dirección de Kajiro Yamamoto. Debutó como director en 1943 con La leyenda del gran judo, devenida en clásico por su calidad e influencia y retomada en 1945 y 1965, la ultima como un remake condensado de las anteriores. A partir de entonces, el realizador mostró cada ángulo de la historia, la cultura y la sociedad japonesa, sin renegar de obras y sucesos de otras latitudes que nutrirán su legado artístico.
La filmografía de Kurosawa, reconocida por algunos artífices de Hollywod, nominada a los principales premios de Europa y Norteamérica y galardonada dentro y fuera de su país, es uno de los grandes referentes del cine contemporáneo. La evolución estética de sus realizaciones constituye un lienzo fascinante de la cultura japonesa, en la cual confluyen realismo y fantasía, la tragedia y el melodrama, historias de personajes opulentos y miserables, conflictos medievales y contemporáneos, guerreros insignes y una galería de excluidos; recreados en todos sus matices y atractivos.
Las realizaciones de Kurosawa se caracterizan por el pulso narrativo, la composición meticulosa de cada plano, la excelencia actoral y la atmósfera lograda en las secuencias fílmicas, marcadas por guiones que parten de obras literarias o de historias que sorprenden por la originalidad del montaje, la peculiaridades psicológicas de los personajes y la manera de percibir los conflictos y el destino del hombre.
En la selección ofrecida por la Cinemateca de Cuba figuran películas de 1943 a 1990, casi todas exhibidas antes en la isla, donde millares de espectadores alimentamos la fantasía con las destrezas de judocas, karatekas y samuráis de batallas infinitas y lecciones sorprendentes. Filmes como La leyenda del judo, Rashomon, El idiota, Trono de sangre, Los siete samuráis, Sanjuro, Kagemusha, Derzu Uzala y otros en los que brillaron Toshiro Mifune, Yuso Kayama, Takashi Shimura y decenas de actores que oscilaban entre bosques fabulosos y ciudades apacibles.
Si La leyenda del judo gira en torno a la búsqueda de la fuerza y la pureza; Los hombres que caminan sobre la cola del tigre (1945) ofrece el violento drama del Japón medieval, marcado por el enfrentamiento de dos hermanos belicosos, tema recurrente en obras de Kurosawa como El idota (1951), basado en la novela homónima del ruso F. Dostoiesvki; Trono de sangre (1957), adaptación de Macbeth (W. Shakespeare); La fortaleza escondida (1958), Los siete samuráis (1954), Kagemusha (1980) y otros de realismo épico.
De hondura humana y belleza artística resulta el thriller policial de estilo yanqui El perro rabioso (1949), que brinda la historia de un detective sumergido en el bajo mundo del Japón devastado por la guerra, la violencia y la corrupción. En la misma vertiente de realismo social se ubica El ángel ebrio (1948), cuyo personaje central es un medico alcohólico que intenta sobreponerse en un entorno urbano funesto y lucha por la vida de un delincuente enfermo. En similar paisaje se desarrolla la trama de Un domingo maravilloso (1947), cuando una joven pareja trata de convertir sus paseos en un día memorable a pesar de las penurias y los problemas.
La ética como dilema esencial centraliza las acciones de Los malos duermen bien (1960), acerca de un empresario condenado a la horca por malos manejos financieros. En la cinta de intriga y suspenso Cielo e infierno, adaptación de la novela del escritor norteamericano Ed. Mc Bain, Kurosawa focaliza la disyuntiva de un hombre de negocios que vacila entre pagar el rescate por el hijo de su chofer o dejarlo morir.
El ciclo sobre el célebre realizador asiático incluyó grandes cintas inspiradas en obras literarias, como Rashomon (1950), basada en dos relatos que evocan un hecho de sangre, Duelo silencioso, que retoma la pieza de Kazuo Kikuta acerca de un cirujano militar infectado de sífilis, lo cual le creará problemas con su prometida después de la guerra. Dodes ka-den (1970), parte de una novela de Shagoro Yamamoto, es la crónica de un grupo de niños marginados que sobreviven en los suburbios de Tokio.
La misma atmósfera de marginación, miserias y conflictos humanos, gravita en Barba Roja (1965), ambientada en 1822 en un hospital de indigentes de Edo, a donde es designado un joven médico que pensaba ejercer junto al Shogun. Este largo filme derrocha un despliegue técnico y narrativo inusual y enfrenta al espectador con formulaciones filosóficas y sociales presentes en varias obras de Kurosawa.
Se exhiben además Escape en tren (1985), combinación de thriller y road movie filmada en los Estados Unidos y nominada al Oscar; El Bravo, El último emperador, Vivir y Sueños. La última es un compendio de viñetas en las que el creador desata sus deseos, obsesiones y sueños, a través de un discurso poético sobre la muerte, la falta de armonía y el distanciamiento de la naturaleza.
culturakiss@yahoo.es
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