viernes, 8 de octubre de 2010
GASTÓN BAQUERO
Por Miguel Iturria Savón
El Cotorro, La Habana, 9 de octubre de 2010, (PD) Al igual que Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camaguey, 1814-Madrid, 1873), el gran poeta, ensayista y periodista Gastón Baquero Díaz (La Habana, 1814- Madrid, 1997), osciló entre Cuba y España, a donde marchó en marzo de 1959, cuando la revolución desmontaba la pirámide social en la cual se impuso desde el talento, a pesar de la pobreza y los prejuicios raciales. A diferencia de Doña Gertrudis, quien triunfó en la península y después fue reconocida en la isla; Gastón era un orfebre de las letras y un personaje de la prensa al abandonar el trópico. Para ella, España fue el gran escenario; para el, la ultima estación creativa.
Gastón Baquero perteneció a la generación de Orígenes, nucleada en torno a José Lezama Lima, Eliseo Diego, Fina García Marruz, Cintio Vitier y otros escritores de obra memorable, unidos en torno a la diversidad creativa y el cultivo del arte como razón esencial. En la década del treinta comenzó su intensa labor cultural, pese a graduarse como ingeniero agrónomo y químico azucarero. Escribió poesías, artículos, ensayos y tradujo a autores de lengua inglesa y francesa, como T. E. Eliot, P. Valery, H. Aldmgton y G. Santayana. Sus primeros versos y escritos aparecieron en periódicos y revistas de La Habana: Social, Verbum, Baraguá, Grafos, Espuela de Plata, Revista Cubana, Orbe, Clavileño, Poeta, América y la celebre Orígenes. A partir de 1945 ejerce como Redactor Jefe del Diario de la Marina y escribe las secciones “Panorama” y “Aguja de Marear”.
Los poemas “Parque” y “Niña muerta” anuncian su precocidad de adolescente, pero la trascendencia de Baquero comienza con el conmovedor Palabras escritas en la arena por un adolescente (1942), aunque había publicado versos memorables como “Federico García Lorca”, “Soneto de la muerte”, “Canción”, “Adán en el Paraíso” y otros incluidos por Cintio Vitier en Diez poetas cubanos (1948), entre los que figuran “Preludio para una mascara”, “El Caballero, el Diablo y la Muerte” y el “Testamento del pez”, considerado por la critica como el testamento anticipado del creador.
Antes de esos textos antológicos Baquero dio a conocer Poemas de otro tiempo (1937-1944), donde aparece “Canta la alondra en la puerta del cielo”, “Casandra” y algunos no reeditados; a los que siguen creaciones luminosas y espaciadas, que disminuirán con su entrega profesional al periodismo y las actividades publicas.
La etapa española de Gastón Baquero, marcada por el silencio creativo y cierto ostracismo social a pesar de su labor en el Instituto de Cultura Hispánica y en Radio Exterior de España, fue prolífica en el periodismo y la literatura. A ese periodo corresponden Poemas escritos en España (1960), Memorial de un testigo (1966), Magias e inversiones (1984), Poemas invisibles (1991), Autoantologia (1992), y los ensayos Escritores hispanoamericanos de hoy (1961), La evolución del marxismo en Hispanoamérica (1966), Darío, Cernuda y otros temas poéticos (1969), Indios, blancos y negros en el caldero de América (1991), Acercamiento a Dulce Maria Loynaz (1993), La fuente inagotable (1995) y dos tomos de sus poesías y ensayos preparados por Alfonso Ortega Carmona y Alfredo Pérez Alencart y editados por la Fundación Hispano.
Tan vasta faena apenas es conocida en Cuba, donde su nombre fue excluido del ámbito editorial por razones extraliterarias, hasta que en 1999 Efraín Rodríguez Santana, quien recibió una beca de hispanistas y obtuvo la confianza de Gastón en Madrid, publicó la antología Gastón Baquero la patria sonora de los frutos, la cual contiene gran parte de sus versos, la Bibliografía cubana del creador y un Apéndice sobre la vida y la obra, con textos de Eugenio Florit, Emilio Ballagas, Lezama Lima, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Eliseo Diego, Francisco Brines, José Kozer, Pío E. Serrano, Felipe Lázaro y otros.
El homenaje posmorten ha favorecido el reencuentro de jóvenes creadores con el gran lírico, calificado por Lezama Lima como un poeta sonoro “de vocación insobornable”, que vive en “la casa de la poesía”. Otros artífices de Orígenes arrojaron luz sobre la poética baqueriana. Para Cintio Vitier, “el mulato con rostro de príncipe africano”, fue una “deslumbrante isla tras la niebla”, que “oscila entre la vida y la imaginación, entre la emoción y la invención, entre la poesía y la persona”.
Los críticos y seguidores de Gastón Baquero desbrozaron las coordenadas universales de sus poemas y valoraciones literarias, en los cuales refleja sus postulados filosóficos y estéticos, marcados por la elocuencia, los conjuros de la muerte, el catolicismo como vocación, fabulación y cultura, y la premisa del poema como protagonista legitimo de la creación poética.
Como Gastón advirtió que uno tendría que tener el valor, al final del camino, de quedarse con dos o tres poemas representativos de la intención que tuvo al escribir, voy a sugerir los que yo escogería de su enorme y fabuloso legado. Ahí les va al lector para estimular la búsqueda de sus versos.
Palabras escritas en la arena por un inocente.
Testamento del pez.
Brandeburgo 1526
culturakiss@yahoo.es
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