
Por Ramón Díaz-Marzo
Habana Vieja, La Habana, 6 de noviembre de 2010, (PD) Estoy viendo en plena madrugada “La fuerza del cariño”, una de las película de Shirley MacLaine, las cuales tienen la garantía de que la actriz nunca acepta libretos que no tengan una carga de humanidad en las cosas más sencillas. Son reconfortantes verlas en un mundo violento. El cine norteamericano es violento, como su realidad. De hecho, la archiconocida sociedad del “american way of life” tiene muchas cosas buenas, pero son los EEUU parecidos a “Doña Bárbara”, la devoradora de hombres.
Ayer en la tarde confirmé una vez más que en los EEUU yo no podría vivir cuando me encontré con el amigo de mi viejo amigo Luis y me dijo que hacía un año Luis había muerto de cáncer en el pulmón.
Luis sólo pudo vivir en libertad 15 años. Se fue de Cuba por el bombo en el año 94. Luis era un tipo valiente, justo, que no le tenía miedo a la vida y era respetado por los delincuentes de la Habana Vieja. Cuando comenzó el bombo, muchos cubanos hicieron su cartica. Yo también hice la mía. Luis me dijo que le diera mi carta para el “enfumbe”, pero le dije que no, porque pienso que la brujería es cosa del Príncipe de las Tinieblas, que al final te concede el deseo pero luego te lo cobra con trampas.
Luis me había hablado de que él tenía un padrino santero con gran poder, y que tanto a su carta como a la mía le echaría “un polvo” que haría que fuéramos elegidos por el bombo para marcharnos hacia los EEUU.
Hace poco más de una década yo era uno de los cubanos que más ansiaba emigrar hacia el país donde los sueños dicen que se realizan. Pero tengo que explicar que en los últimos años he recibido oleadas de conocimiento esencial. Ese conocimiento me ha servido para conocer EEUU sin estar allí físicamente y saber cuánto sufriría. Y no se trata de un sufrimiento provocado por carencias materiales, sino existencial. No por gusto el escritor Reinaldo Arenas Fuentes, que tanto anheló escapar de nuestro infierno totalitario, declaró que EEUU era un país sin alma.
Por supuesto que la esperanza de comenzar de nuevo, dentro o fuera de Cuba, no está cancelada porque nuestro mundo es mucho más grande que los EEUU, gracias a Dios.
Les puedo asegurar que soy muy feliz de nunca haber emigrado hacia los EEUU y debo reconocer aquí el trabajo frío e impersonal que los funcionarios del Departamento de Estado acreditados en la Sección de Intereses Norteamericana (SINA) realizan burocráticamente en la selección del que podrá emigrar o visitar ese país.
No obstante, pienso que dentro de los EEUU una nueva generación de norteamericanos con la ayuda de una vieja guardia de personas justas salvarán en un futuro no muy lejano a esa gran nación. Porque nadie lo dude: es una gran nación. Pero el “american way of life” se lo llevó el viento.
Nuestro planeta no puede continuar soportando la explotación de sus recursos naturales no renovables en aras de garantizarle a los países del Primer Mundo un alto nivel de vida. Atravesaron una crisis que contribuyó a modificar su visión filosófica de la vida. El dinero es casi todo ahora. Pero no lo será todo en los años sucesivos, cuando los ricos comprendan que los valores morales y espirituales son los únicos que pueden salvar a nuestro planeta.
La sociedad norteamericana, como el resto del mundo, está enferma y tiene que autocurarse. Pero nadie puede meterse en ese lío porque los norteamericanos son los más fuertes militarmente y son ellos mismos los que tendrán que cambiar, si no quieren sucumbir y junto con ellos, arrastrarnos hacia el Apocalipsis.
Los que me conocen bien y han leído algunos textos míos saben que no soy comunista, fascista, terrorista, fundamentalista, ni comulgo con dictadores, mentirosos y personas que practican la hijeputiña, pero tampoco con los hipócritas que hacen lo mismo disfrazados de personas buenas con sus pajaritas y corbatas.
Si Dios existe, le pido luz y sabiduría para esa gran nación que son los EEUU. De cualquier modo, orar por la salvación de los EEUU es un buen negocio con Dios, pues así todos nos salvamos.
Bueno, Luis, donde quieras que estés, espero no pienses mal de mí políticamente. Sólo escribo lo que pienso. Si estoy equivocado, lo aceptaré en el futuro si descubro que pensé sin fundamentos. Pero si no estoy equivocado, que Dios perdone la ignorancia y la mala fe de algunas personas y nos ayude a encontrar un rumbo justo en la vida para los que aún (que somos toda la Humanidad) estamos aquí.
ramon597@correodecuba.cu
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