viernes, 5 de noviembre de 2010

UN ELEFANTE POCO COMÚN



Por Jorge Luís González Suárez


El Cerro, La Habana, 6 de noviembre de 2010, (PD) Tenemos ciertos libros que nos place releer con el tiempo. En tal caso se encuentra para mí “El Elefante”, del escritor polaco Slawomir Mrozek, nacido en Cracovia en 1930.

La edición que poseo es de la Editorial Seix Barral (Barcelona 1963), única tal vez en Cuba y que existe gracias a una gigantesca compra en España hecha por los ya desaparecidos escritores Alejo Carpentier y Heberto Padilla en los primeros años de la Revolución.

La obra se compone de un conjunto de relatos satíricos cortos de carácter político-social. Con un fino humor burlesco que limita con el absurdo, el autor nos hace sonreír y hasta reír con las situaciones y personajes cuyo trasfondo es el sistema imperante

Analicemos en forma somera algunas de estas narraciones.

Una de las primeras se titula “La Jirafa”. El personaje central es un niño llamado José, que tiene dos tíos, muy distintos uno del otro. Uno de ellos nunca salía de su gran despacho y se había pasado cuarenta años escribiendo un ejemplar titulado “El Espíritu Contra La Materia”. La descripción que dio al sobrino de una jirafa fue la de un ser fantástico.El infante no quedó satisfecho y se dirigió al otro tío. Este era lo contrario a su hermano en el pensamiento, o sea, totalmente materialista. Al indagar el chico, éste insiste en que consulte a los clásicos del marxismo. José responde que ya había estudiado estos y no daban respuesta. Ante su afirmación oyó la siguiente contesta: “No, no existen. Ni Marx, ni Engels ni ninguno de sus grandes sucesores citan la jirafa. Eso quiere decir que no las hay….”

Los comentarios aquí huelgan. El dogmatismo del régimen, representado por la figura del tío, es toda una moraleja.

Otra de las historias se nombra Peer Gynt. El asunto trata sobre un campesino al cual su esposa plantea que necesita arreglar el tejado de la casa porque se moja cuando llueve.
El hombre parte al día siguiente para una reunión en un vecino pueblo. Al finalizar esta pide la palabra y expresa:

“Yo no entiendo de detalles, pero quisiera preguntar por qué no hay clavos ni planchas de cubierta en nuestro pueblo. Sabemos que llegan a la capital del distrito, pero hace tiempo que nosotros vemos nada que se le parezca y la gente del pueblo necesita estas planchas y clavos. Eso es todo lo que tenía que decir….”

Estallaron entonces los aplausos y bravos por los directores de la reunión. Concluida la asamblea, fue invitado a repetir sus palabras por dos desconocidos para otra similar en la capital del distrito con resultado similar. Así continúa por el resto del país en diferentes lugares y mayor jerarquía, perfeccionando sus discursos hasta terminarlos con la frase ¡Viva China! Después de mucho deambular, regresó a su hogar, el cual encontró casi destruido con una mujer envejecida y nostálgica. Sus manos eran finas, estaba peinado con la raya al medio y traía un neceser de viaje. Lejos de correr para abrazar a su esposa la saludó con su nueva fraseología. El simple campesino se había convertido en un gran dirigente.

El cuento que da título al ejemplar se refiere al director de un zoológico ambicioso de poder. Ante la insistencia popular de ver un elefante real, decide con la supuesta finalidad de ahorrar divisas al estado, comprar una imitación de goma muy similar al verdadero. Durante la noche coloca a dos empleados a inflar el muñeco. Estos comprueban que es imposible cumplir el cometido debido al tamaño del maniquí y deciden hacerlo con una manguera de gas. Colocan la figura dentro de una jaula. Al abrir el parque, los escolares entraron con su maestro, que empieza a explicar las características naturales de la especie cuando de pronto una ráfaga de viento se lleva volando al elefante que se pierde por el cielo. La historia termina con el señalamiento de que los muchachos abandonaron los estudios, se dedicaron a la delincuencia, a emborracharse con vodka y romper cristales. Nunca más pudieron creer en nada.

Cada una de estas pequeñas crónicas imaginarias, pero con contenido verídico, demuestran como el obsoleto sistema socialista está lleno de corrupción, demagogia y otros males por la ineptitud de sus funcionarios y la actitud fanática y torpe de sus simpatizantes, que al final se traduce en malversación e ineficiencia.

Este volumen logró el Premio Nacional de Literatura en Polonia en 1957. Fue un best seller ese año, hecho por demás curioso porque gobernaba el férreo Wladyslaw Gomulka.

Como expresa un querido amigo y colega, “este libro no tiene desperdicio”. Invito a quien pueda, haga su lectura: no se arrepentirá.

primaveradigital@gmail.com

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