domingo, 19 de diciembre de 2010

EL GENERAL EN SU LABERINTO



Por Tania Díaz Castro


Santa Fe, La Habana, 20 de diciembre de 2010, (PD) No hay que ser economista para saber que la Revolución Cubana -vamos a llamar así a la dictadura castrista- se ha convertido en un edificio sin salida, en caminos que se entrecruzan de tal manera, que desorientan incluso a los “fieles” que van de rodillas, como en los vía crucis de la Edad Media.

Una prueba de que estamos ante un laberinto es el discurso pronunciado por el General Raúl Castro, en agosto pasado.

Dijo el General que se modificará el tratamiento laboral y salarial del país porque los enfoques que existieron durante medio siglo propiciaban el paternalismo, algo que no estimuló la necesidad de trabajar para vivir y que son muchos los que reciben buenos salarios sin trabajar. A cobrar sin trabajar le llamaban “tener una botella” en los gobiernos anteriores al castrismo y era muy criticado por aquellos inquietos revolucionarios del pasado.

Dice el general que para suprimir a medio millón de trabajadores en el plazo de cinco meses es preciso un clima de diálogo y transparencia. O sea, que no se ponga bravo aquel que sea echado en buena forma de su centro laboral. Todo lo contrario. Que se vaya contento. Para lograr eso estará presente la sección sindical, que como señala la organización opositora Arco Progresista (AP), “ha traicionado a la clase obrera, en vez de defenderla”.

Dice el General que el Consejo de Ministros acordó ampliar el trabajo por cuenta propia. Pero los cubanos se preguntan si las materias primas que se necesitan para reanudar el antiguo comercio que existió en el capitalismo caerán del cielo, como el maná de la Biblia, puesto que los almacenes estatales están vacíos.

Coincide el General con el social-demócrata Manuel Cuesta Morúa, de Arco Progresista, cuando acepta que se trata de un cambio estructural para que la dictadura sea irrevocable, o sea: “una respuesta caótica frente a la crisis estructural que vive Cuba”, según el líder opositor.

Pero el laberinto se hace más evidente cuando el General nos explica que gracias al despido de un millón de trabajadores podrá elevarse los salarios, la eficiencia, la productividad y las exportaciones. O sea, que se multiplicarán los peces y los panes por la gracia de Dios.

El General promete que ese millón de trabajadores que quedará en la calle no será abandonado a su suerte. Cualquiera sabe cómo la pasará aquel que pierda güiro, calabaza y miel y llegue a su casa con las manos en los bolsillos vacíos.

A pesar de eso, el General en su laberinto, de acuerdo a su memorable discurso, enfatizó que a nadie se le puede escapar que hay que mejorar la disciplina social y laboral y que:
“Hay que borrar para siempre la noción de que Cuba es el único país del mundo en que se puede vivir sin trabajar”.

¡Qué vergüenza para un dirigente político tener que aceptar esto públicamente!
Con todos mis respetos: ¿no habrá querido decir usted, mi General, que los trabajadores cubanos viven de brazos cruzados en una conciente y prolongada huelga, para que el laberinto sólo tenga como salida la libertad?

vlamagre@yahoo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario