jueves, 21 de abril de 2011
The Economist: a la Vieja Guardia no le apura despedirse
"La edad avanza contra los hermanos Castro", asegura la prestigiosa revista, “en más de un sentido”.
Rolando Cartaya/ Especial para martinoticias 21 de abril de 2011
Foto: EFE/Alejandro Ernesto
Fidel Castro en la clausura del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba en La Habana.
A propósito del Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, la revista The Economist [“The start of a long, slow goodbye”] dice que Raúl Castro rompió una tradición cuando declaró en el marco del evento que los altos funcionarios no deben estar en sus cargos más de dos períodos de cinco años, a fin de garantizar renovación y una reserva de sustitutos preparados, con suficiente experiencia y madurez.
La tradición a que se refiere The Economist en su comentario es la que impuso el predecesor de Raúl. Bajo Fidel Castro –dice—“los límites de término [a los cargos políticos o administrativos] eran tan probables como en el Palacio de Buckingham” (la sede de la realeza británica).
Y recuerda en ese sentido cómo cuando el líder máximo tuvo que ser operado de la rodilla, después del accidente en Santa Clara, sólo aceptó que le pusieran anestesia parcial (epidural), y no anestesia general, para poder seguir consciente y al mando durante la operación.
Sin embargo –observa la publicación-- el Sexto Congreso apenas dio aplicación a las palabras de Raúl Castro al permitir sólo tres caras nuevas en el Buró Político, lo cual envía el mensaje de que en Cuba sólo podrán llevarse a cabo los cambios que la Vieja Guardia apruebe.
Apunta The Economist que es difícil imaginar que los recientes levantamientos contra dictaduras dinásticas en el mundo árabe no hayan influido en este intento por escamotear una cuota de poder a los futuros dirigentes.
Agrega que si bien Raúl está descartando en silencio muchas de las premisas básicas de la revolución --para rescatar una economía que por su baja productividad y su crónica escasez de divisas ya no es capaz de alimentar a los 11 millones de cubanos – él no está retirando a sus dirigentes más veteranos.
Y aunque el Congreso amplió en el papel las reformas, en la práctica los cambios avanzan lentamente. Menos del 20 por ciento de la meta prevista de medio millón de trabajadores habían sido racionalizados hasta finales de marzo, entre otras razones, porque muchos temen perder sus beneficios, y han recurrido a un engorroso proceso de apelación.
Además, de las 200.000 nuevas licencias expedidas a pequeñas empresas, se cree que unos dos tercios se concedieron a negocios que ya existían en la clandestinidad. Mientras, los créditos prometidos tampoco están todavía disponibles.
Este relajamiento económico—apunta The Economist-- transcurre entre límites estrechos. Un estudiante cubano reportó haber sido llevado a una estación de la policía después de asistir a una sesión gratuita de Internet en la Sección Consular de los Estados Unidos. Y otros aseguraron que asistieron a la marcha del 16 de abril por el aniversario 50 de Bahía de Cochinos sólo porque sus jefes se lo ordenaron.
Los Castro –observa la revista especializada en temas económicos-- siguen siendo venerados por muchos cubanos ya mayores de edad. Pero abundan los indicios de que los más jóvenes se sienten más descontentos.
Y si lidiar políticamente con los jóvenes resulta difícil, los ancianos representan un problema económico: a partir del 2020, más cubanos abandonarán cada año la fuerza laboral que los que ingresen en ella, ejerciendo todavía más presión sobre la ya precaria economía.
“La edad avanza contra los hermanos Castro”--concluye diciendo la revista The Economist-- “en más de un sentido”.
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