martes, 5 de abril de 2011
El poemario de Néstor
Escrito por Miguel Iturria Savon
El cotorro, La Habana
5 de abril de 2011
(PD) A Néstor Rodríguez Lobaina, detenido desde mediados de diciembre pasado, le avisaron del destierro hacia España el día que debía comparecer ante el Tribunal de Baracoa por supuestos delitos contra la Seguridad del Estado. La deportación es una de las tácticas del régimen cubano para librarse de los opositores pacíficos más activos.
Néstor Rodríguez Lobaina fue condenado en 1993, 1996, 1997 y el 2000. Durante sus años de encierro en cárceles de Guantánamo y Santiago de Cuba como El Combinado, Granadillo, El Corojo, Aguadores y La Bamba, escribió los versos que integran “Con el alma cautiva”, editado en el año 2007 por Aduana Vieja, en Valencia, España.
En este poemario, la poesía es desahogo espiritual y balada de libertad contra “la flaca palidez de los que sufren”, un grito de esperanza ante el tiempo que le robaron por defender los derechos de su isla esclavizada.
Son versos breves, sencillos y directos, a veces melancólicos pero sin odios ni diatribas contra los carceleros. Encierran, por supuesto, una ira contenida junto al vigor de las imágenes, la economía de palabras y la ambigüedad de las metáforas alusivas del creador, quien salta las desgarraduras del encierro y la soledad para registrar el amor y la nostalgia por la hija, la esposa, la madre y el hermano.
Los 38 textos de este poemario primigenio y equilibrado revisten con palabras la incertidumbre, el abandono y las penurias de los prisioneros de conciencia que, tras las rejas, denuncian los atropellos del totalitarismo.
Aunque sobran citas y hasta preposiciones y adjetivos que revelan deudas y entorpecen el ritmo, “Con el alma cautiva” muestra la peculiar sensibilidad de Néstor Rodríguez Lobaina, su cultura y su fe en la causa que defiende, lo cual le permiten saltar la urgencia del prisionero, evadir la retórica y guardar distancia de tantas desgarraduras.
Los valores humanos galopan en el lirismo de estos poemas. Los sueños y las imágenes del creador compensan las ausencias familiares. El ropaje de las palabras atenúa las convicciones políticas y religiosas del autor, para quien Dios es un puente de luz en la penumbra del encierro.
Néstor canta a la libertad con cercanía de amante: “Ante la identidad de tus enigmas / El sol es un planeta oscuro / Y la tierra / Ciudad que nunca fue habitada”.
En “La pena capital de la palabra” evoca al poeta Raúl Rivero: “Entre cadenas de hordas / Y verdugos / Te ofrecieron un recinto / Para que la impiedad / Se sienta satisfecha / Gracias por las letras de molde / Que nos diste”.
En el mismo tono nostálgico se inscriben “Conversación con la luna llena”: “Esta vida de guerrillero / Sin salva / Sin mochilas rojas / Cargadas de utopías / Y estúpidos fusiles”
En Con el alma cautiva convergen varias resonancias espirituales. Algunos intimistas y desgarradores como “Volverte a ver”, dedicado a la esposa, “Inmerso estoy” y “Mujer campesina”. Volverte a ver / Es descifrar los laberintos / Que vindican las ciudades / Perdidas / Volverte a ver / Mujer / Es extender los brazos / Y abrazar la eternidad”.
El amor en su diversidad de visiones y fronteras familiares lo aproximan a la hija, la madre y el hermano, seres omniscientes en la voz del prisionero; quien evoca con ironía otras proximidades: el cuartel, las alambradas y los censores que persiguen sus manuscritos.
A veces el autor logra registros de elocuente belleza y estilo certero. Es el caso de “Ha muerto un ángel”, “Indeleble sombra”, “Navidad”, “Y si borro el tiempo” y “La partida de un ángel Luzbel”: “Y fue ese ángel / Con alas de muerte / Con hueso de odio / Con sangre de desierto / El que clava con una de sus alas / El más crucial de los inviernos”
No todos los versos del cuaderno conservan el mismo nivel estético, pero hay un balance creativo que diseña un camino de antorchas y nos deja con ganas de leer nuevos textos del autor que enfrentó siete años de encierro y ahora parte al exilio.
culturakiss@yahoo.es
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