
Escrito por Osmar Laffita
Capdevila, La Habana
14 de julio de 2011
(PD) El Comité de Asignaciones de gastos para servicios financieros para el año fiscal 2012 de la Cámara de Representante del Congreso de los Estados Unidos aprobó la enmienda del congresista Mario Díaz-Balart, republicano del distrito 21 de la Florida, que pretende revocar las medidas que pusieron fin a las limitaciones impuestas por el ex presidente George W Bush a los envíos de remesas y los viajes a Cuba de los cubano-americanos.
La enmienda forma parte de un proyecto de ley de fondos del Departamento del Tesoro, pendiente aún por debatir en el pleno de la Cámara Baja y por último, conciliarla con la versión que presentará el Senado.
En una declaración a una radio de Miami, Díaz-Balart, afirmó que su enmienda es imposible rechazar por el paquete donde viaja. Con ella, agregó, pretende “ayudar a la libertad de Cuba”.
Según el congresista, con el retorno de las limitaciones a los viajes y el envío de remesas, se pondría fin a los negocios informales (mulas, inversiones de bajo perfil, usura), que se hacen regularmente de Estados Unidos hacia Cuba.
De aprobarse la enmienda, dijo Díaz-Balart, el gobierno cubano dejaría de recibir uno 100 millones de dólares que destina a mantener su aceitada maquinaria represiva.
Tal iniciativa ha concitado las opiniones más diversas dentro de la comunidad del exilio cubano radicado en la Florida. Una gran parte ha fijado sus posiciones ante este asunto, y reflejado el desacuerdo mayoritario con los argumentos enarbolados por Díaz- Balart para fundamentar su enmienda.
Para ellos, Díaz-Balart representa a un reducido segmento del exilio que continúa obsesionado en derrotar al gobierno cubano y en búsqueda de este propósito recurre al método de que “el fin justifica los medios”.
La susodicha enmienda es una muestra de la desesperación de un sector del exilio por lograr lo que en más de 50 años no han podido materializar.
Algunos líderes más sensatos han calificado la iniciativa de Díaz-Balart como “una vuelta al pasado”, “algo verdaderamente desatinado”. Otros aseguran que Díaz-Balart no está al día de lo que ocurre en la isla, porque de seguro si tuviera un familiar de esos que sufren todo tipos de penurias en Cuba no hubiera presentado la enmienda.
Algunos acusan a Díaz-Balart de extremista, desfasado y desubicado, no sólo de la realidad cubana sino del exilio, por buscar revertir la flexibilización de las remesas y los viajes a Cuba ordenada a mediados del año 2009 por el presidente Obama.
La Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro ha autorizado a 300 agencias para que operen vuelos charter, envíos de remesas y paquetes hacia Cuba. En agosto comenzarán a operar vuelos charter de 14 ciudades norteamericanas hacia Cuba.
Como resultados de las medidas del presidente Obama, al cierre del año 2010 visitaron Cuba más de 300 000 cubano-americanos. Las remesas, de las cuales se benefician 750 000 hogares cubanos, sobrepasaron los 1 000 millones de dólares.
Tal como se comporta el flujo de visitantes procedente de los Estados Unidos, todo apunta a que al cierre del año habrán visitado la Isla cerca de medio millón de cubano-americanos.
La mayoría de los exiliados apuestan al incremento de los contactos con sus familiares en la Isla, por tanto no es el momento de atentar contra un asunto de tan alta sensibilidad humana.
La enmienda de Mario Díaz-Balart trata de paralizar, abortar y dar marcha atrás a las medidas tomadas por el presidente Obama que posibilitaron el acercamiento de los cubanos de ambas orillas del estrecho de la Florida. Hay que verla como parte de la euforia revanchista de los republicanos, que están en la cuerda de que todo salga mal a los actuales ocupantes demócratas de la Casa Blanca, no importa que Estado Unidos se hunda. Si en esto se perjudican los cubanos residentes en la isla que mitigan su precaria existencia con la ayuda que reciben de sus familiares radicados en Norteamérica, a ellos y en particular a Díaz-Balart no les importa en lo absoluto.
ramsetgandhi@yahoo.com
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