domingo, 28 de agosto de 2011

Revienta La Habana



Escrito por Rogelio Fabio Hurtado


Marianao, La Habana


28 de agosto de 2011


(PD) De fosas sanitarias desbordadas, clama el periodista José Alejandro Rodríguez por la pantalla del Canal Habana, donde le han concedido un pequeño espacio semanal para que ventile algunas de las quejas que recibe en su sección Acuse de Recibo del diario Juventud Rebelde.

Sería de compadecerlo, si no llevásemos décadas conviviendo con el deterioro de las más elementales normas de higiene urbana.

Días atrás, charlaban en otro programa televisivo, tres prestigiosos arquitectos cubanos acerca de los valores urbanísticos de La Rampa y uno de ellos aportó una idea concluyente: “se ha ruralizado La Habana”, con la que sus colegas estuvieron de acuerdo.

Me parece una excelente definición de lo que nos ha ocurrido, en todos los órdenes, a partir de la incontenible toma de todo el poder por las tropas del desde entonces Comandante en Jefe. Me permito abundar en las temibles consecuencias de aquella victoria, tomándome las libertades que les están vedadas a esos cuatro profesionales cubanos.

Detrás de la epidemia de locales improvisados como viviendas, está la llamada Reforma Urbana, cuyo logro más visible ha sido dar pie, una y otra vez, a escándalos de corrupción. Aunque cambien a una camada de funcionarios explotados por otra, esta se mantendrá inmaculada hasta haber adquirido la experiencia suficiente en la manipulación de papeles y cuños.

Este poderoso organismo burocrático no incluye entre sus servicios ni la reparación ni la fabricación de nuevas viviendas, puesto que ese importante renglón ha sido celosamente prohibido a los empresarios particulares. La solución concebida por el Comandante en Jefe, fabricar con mano de obra más o menos improvisada ciudades-dormitorios como Alamar y San Agustín, tampoco tuvo fijador, aparte de engendrar innumerables micro conflictos laborales y familiares. Todo esto dio por resultado la grave carencia crónica de viviendas.

Sabemos que la población ha respondido con los escasos medios a su alcance, para improvisar o ampliar locales, agregar barbacoas, con instalaciones sanitarias precarias y con nuevas paredes de carga, responsables de más de un trágico derrumbe habanero.

¿Cuántos años hace que no se fabrican viviendas decorosas en La Habana, sin que el MINFAR haya dejado de fabricar refugios de hormigón para sus aparatos de combate? Por no mencionar el faraónico derroche consagrado en la década del 80 a los túneles de la muy pregonada Guerra de todo el pueblo.

Sin embargo, la ruralización no se limita a lo ya dicho, sino que se disemina por todas partes, como un cáncer que mina nuestras vidas.

Está presente en la estructura caudillista y vertical, que reproduce hasta en los estratos más primarios el mismo esquema de un solo jefe, alrededor de quien todo gira, excepto los fracasos, para los cuales el mini-caudillo encontrará siempre a un traidorzuelo o canalla que los asuma.

En el presente incremento del “ para La Habana”, obligado a presentarse bajo formas rústicas, muy alejadas del grado de desarrollo adquirido entre nosotros por el comercio, tanto en la gastronomía como en tiendas de género. En vez de peleterías con marcas de prestigio y vidrieras adecuadas a las mercancías, meras tarimas donde los artículos se atropellan unos a otros, sin lucimiento. ¿No sería así la única tienda de Birán?

No vale la pena siquiera criticar a una programación televisiva compuesta en su mayoría por programas enlatados ya envejecidos o pirateados, sin contar con la presencia en vivo de absolutamente ninguna figura de relieve internacional, donde se repasan interminablemente las mismas telenovelas, como si procurasen angustiar a sus protagonistas mostrándoles lo viejos que se han, que nos hemos puesto todos por igual.

Ruralización es que dos de los actores principales del programa humorístico estelar puedan desaparecer de una semana para la otra sin que el ICRT se sienta obligado a brindarles una explicación a los televidentes. Me refiero al popular Deja que yo te cuente, del que han sido excluidos su fundador y el más crítico de sus actores, Carlos Gonzalvo, Mentepollo.

Roguemos a Dios que la explosión de fosas albañales que José Alejandro augura para La Habana no ocurra antes de que volvamos a ser capaces de elegir, con nuestros modestos votos ciudadanos, un verdadero alcalde y, por supuesto, a un presidente de verdad.

rhur46@yahoo.com

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