La quinta extremidad

Muchas de aquellas jabas cargaron, dormidos con Benadrilina, los puerquitos que luego se criaban en las bañaderas o patiecitos de los apartamentos habaneros. Otras, fueron confiscadas en el intento, porque una de las dificultades mayores que ha enfrentado siempre el jabero, es burlar a la policía, que tiene un olfato increíble y cuando ve una jaba llena pide carné, registra y decomisa según su criterio, pues cuando se trata de transportar comida no existen reglas definidas de lo que es legal o ilegal.

Las chillonas pueden ser de diversos colores. Las hay rojas, azules, y blancas. Por ejemplo, Ismael, el vendedor de carne de res, las utiliza rojas. En cierta ocasión le pregunté si no le daba miedo llevar los encargos en esa clase de jaba, y me dijo: “Ya estoy curado de espantos. Además, en la chillona roja la carne se enmascara mejor. Si ando con mucha tapadera, es peor.”

También en estos días en que la papa llega a buchitos a los mercados agropecuarios, Adela, mi vecina, pudo lanzarse al tumulto de la cola para comprar las diez libras que venden por persona, gracias a que llevaba encima lo que ella llama su “quinta extremidad”. Al preguntarle cuál era, me contestó: “Sí, mi amiga, los cubanos nos dividimos en cabeza, tronco, extremidades y jaba.”
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