lunes, 11 de marzo de 2013


Almas de acero
LUNES, 11 DE MARZO DE 2013 00:22 ESCRITO POR TANIA DÍAZ CASTRO 0 COMENTARIOS


Cuba actualidad, Santa Fe, La Habana, (PD) Con la llegada a Cuba de los norteamericanos, a finales del siglo XIX, todo cambió de la noche a la mañana. Aquel Parisiense, recordado como "fotingo", que en 1898 avanzaba a duras penas por las calles habaneras, fue sustituido rápidamente por bellos y veloces Cadillacs, Chevrolets, Chryslers, Fords, Buicks y Plymouths.

Los cubanos tuvieron por primera vez cine, aviación, tranvía eléctrico, teléfono, etc. La Habana se transformaba en una ciudad moderna, alegre, y en pleno desarrollo. En 1913 se la consideraba el paraíso de la industria automovilística norteamericana. Rodaban por sus calles más de un millar de automóviles, y tres décadas después se convertiría en el primer exportador de automóviles en América Latina. Por eso, cuando Fidel Castro llegó a La Habana el 8 de enero de 1959, para cambiarlo todo y destruirlo todo, Cuba era el sexto país del mundo con más automóviles de acuerdo al número de habitantes.

Hoy aquellos autos, símbolos de nuestro auge económico, sorprenden a los turistas que visitan Cuba. Representan "un museo rodante" gracias al empeño que pusieron sus dueños en mantenerlos funcionando en una capital que, como la Bella Durmiente del cuento infantil, se mantiene en una pesadilla de nunca acabar, porque a diferencia de los dos dictadores anteriores, Fidel Castro no pudo darle un buen empujón a la modernización del país -las grandes obras que prestigian a Cuba se deben a Gerardo Machado y a Fulgencio Batista-.

Los viejos autos norteamericanos que quedan, esos que se han empeñado en sobrevivir a lo largo de las inútiles décadas castristas, en ocasiones se utilizan para diferentes eventos públicos, como competencias y curiosos concursos, donde se premian su restauración, el estado de sus motores, sus carrocerías e interiores.

También han servido para verdaderos espectáculos en diferentes zonas de La Habana, donde el público amante de la industria automotriz norteamericana ha podido disfrutar de los mejor conservados, como por ejemplo, un Ford de 1930 con más del 88 % de sus componentes originales.

Según datos de la prensa oficialista, solamente ciento seis propietarios cubanos gozan de fama a nivel nacional por la perseverancia y el ingenio empleado en la conservación de sus autos norteamericanos, que datan de 1928 a 1959. Estos propietarios participan en eventos culturales, actividades gubernamentales, exposiciones y festejos por fechas emblemáticas. Sus autos, pese a que no poseen piezas originales, no dejan de ser un símbolo de una época que dejó de florecer el 1º de enero de 1959.

En octubre de 2011, el Gobierno autorizó, por primera vez en el país, algo que habían esperado ansiosos los cubanos por más de medio siglo: la compra-venta de vehículos de motor. A través del Decreto Ley 292 y en sólo dos meses, se realizaron 3 390 actos de compraventa y 1 040 donaciones en el territorio nacional.

Tan queridos son estos autos, llamados "almendrones" por los cubanos, que en ellos se han inspirado destacados artistas plásticos, como única manera de perpetuar la memoria histórica del país en esas almas de acero que se empeñan en seguir deambulando por las calles de una isla paralizada en el tiempo.
Para Cuba actualidad: georgesand@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario