Cuba actualidad, Lawton, La Habana, (PD) La vida diaria del cubano está llena de problemas. Entre los peores están el maltrato, el desinterés, la apatía, el engaño, la falta de atención en lugares públicos. Pero uno de más difíciles es la indolencia.
Son frecuentes los comentarios sobre los robos que sufrimos a diario en los agromercados cuando le falta peso a la mercancía adquirida, y culpamos de ello a los dependientes, mientras aceptamos como algo natural que las viandas estén llenas de tierra o se pongan a la venta vegetales casi podridos y comidos de bichos, o cómo a pesar de la escasez el plátano maduro, la frutabomba, la malanga, se pudren en las tarimas porque no se les rebaja el precio como está establecido.
Me han contado algunos que han viajado al extranjero que han visto a algunos comerciantes colocar en la acera frutas pasadas para quien quisiera llevárselas. Si en Cuba hicieran lo mismo en lugar de tirarlas a la basura, seguramente podrían aprovecharlas muchos ancianos que viven de su pensión y que algunas veces se quedan sin comer.
La indolencia de los dirigentes cuenta con la indiferencia cómplice de inspectores y funcionarios, y una prueba de ello es que muchas veces los trabajadores saben el día en que van a ser inspeccionados y solo ese día las cosas funcionan como es debido.
Pero la indolencia también se extiende a las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), donde no se rebajan los productos sino en raras ocasiones y solo cuando están a punto de vencer. Hace pocos días, en una de estas tiendas ubicada en Porvenir, en Lawton, Diez de Octubre, los cereales chinos marca Ideal fueron rebajados. Una empleada les hacía propaganda de la oferta a los clientes. Algunos incautos compraron, entre ellos una vecina, pero cuando abrió una de las bolsitas que trae la caja se encontró con que los insectos ya habían comenzado a disfrutar del cereal. Regresó corriendo a la tienda para cambiarlo, pero la empleada le dijo que no aceptaban devolución.
Lo mismo sucede con la ropa, zapatos y otros artículos que por caros apenas se venden. Si es que los rebajan, lo más probable es que estén deteriorados o tengan defectos, como le sucedió a Luisa, que se compró un par de zapatos de señora y el día que se los estrenó para ir a la iglesia se quedó descalza en la calle porque toda la suela se le despegó.
Una de las personas estafadas fue Marielis. Se compró una blusa estampada, pero en la tienda no había la iluminación suficiente para revisarla bien. Al otro día, cuando la lavó, al colgarla en la tendedera vio que tenía diminutos huequitos: estaba comida de bichos. Cuando intentó recuperar su dinero, tampoco aquí aceptaban devoluciones, lo cual es la regla en casi la totalidad de las tiendas de nuestro país.
María compró para sus nietos unas africanas (biscocho cubierto de chocolate) de la fábrica cubana La Estrella. Cuando las abrió estaban socatas (así llamamos en Cuba a las galletas que por el tiempo o la humedad han perdido la textura adecuada). Cuando revisó la envoltura vio que las fechas de producción y de vencimiento estaban en blanco, y que además se recomendaba conservarlas entre 18 y 20 grados centígrados. María recordó que en el Silvayn quitan mucho el aire acondicionado y que las africanas no se guardan en la nevera, sino en el mostrador.
Para ahorrar electricidad y no sobrepasar su límite de kilowatts por hora, en las TRD y otras tiendas en divisas apagan el necesario aire acondicionado durante horas, a pesar de las elevadas temperaturas de nuestro verano, aun en detrimento de la calidad de los comestibles que allí venden.
Es que la indolencia en nuestro país tiene raíces profundas.
Para Cuba actualidad, gladyslinares42@yahoo.com
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