miércoles, 7 de octubre de 2009

HIPOCRESIA



Por José Antonio Fornaris Publicado 2/10/2009 Política Valorar: No valorado
José Antonio Fornaris


Periodista independiente. fornarisjo@yahoo.com


Ver todo los articulos de José Antonio Fornaris Managua, La Habana. 1ro. De octubre de 2009. (PD). Pre y pos concierto “Paz sin Fronteras” del domingo 20 de septiembre, los medios oficialistas en la isla subrayaron las amenazas de muerte que, según se afirma, sufrieron en Miami a través de mensajes anónimos, algunos de los artistas que participaron en el evento.

En estos casos, aunque nada más se tenga un poquito de nobleza, lo decente es solidarizarse con la victimas, y al mismo tiempo, sentir vergüenza por los victimarios.

Se ha afirmado, al parecer no sin razón, que somos más hijos del medio en que nos ha tocado existir que de nuestros propios padres. ¿En que medio se habrán desarrollado (o involucionado) los que amenazan con privar de la vida a otros congéneres por pensar, discrepar o actuar de manera diferente a las reglas del juego que se supone son las obligatorias , porque alguien o algunos, así lo han determinado.

En tres ocasiones he sido amenazado de muerte por la Policía Política (en vivo, en directo y a todo color). En dos de ellas me dijeron, mientras me encontraba retenido en el cuartel provincial de ese cuerpo represivo en Guantánamo, que me iban a arrancar la cabeza. “Téngalo en cuenta, le vamos a arrancar la cabeza”, me dijeron.

La tercera vez, el oficial de la Seguridad del Estado que estaba al frente de un operativo que se realizó contra los que estábamos reunidos un 8 de septiembre, Día de la Caridad del Cobre, en una vivienda de Centro Habana, me aseguró: “Tu socio Omar (del Pozo) salió hecho un viejito de la cárcel. Tú no, tú no vas a salir vivo de la cárcel”.

Sería iluso suponer que estas han sido excepciones en el proceder de la Policía Política, porque nada más soy un pequeño adversario que actúa dentro de cánones de paz. Pero los medios no informan de esos casos.

Cuando Fidel Castro se dirigía hacia las costas de Cuba a bordo del yate Granma, practicaba su puntería disparándole a las gaviotas. Y se asegura que disparaba bien. Quiso practicar el tiro también contra los delfines, pero Ifigenio Almeejeira y otros de los expedicionarios lo evitaron con el argumento de que existían historias de marinos donde se afirmaba que esos mamíferos ayudaban a los náufragos.

Desde hace unos años para acá, Castro se presenta como un acérrimo defensor del medio ambiente. Toda la prensa oficialista ha sido un dócil eco de esas “preocupaciones”.

Todos tenemos derecho a cambiar. El caso más notorio de cambio radical en toda la historia de la civilización occidental es el del Apóstol Pablo. Pero ni Pablo primero, ni la Iglesia después, han ocultado el anterior actuar de ese gran hombre.

Pero en Cuba, en los últimos 50 años los lunares no han brotado. Los que atacan el medio ambiente son los países desarrollados, fundamentalmente Estados Unidos. A su vez, a China ni se le menciona dentro del grupo de los grandes depredadores del entorno. La agresión de Cuba al medio ambiente no se menciona. Como si los países pequeños tuviéramos menos responsabilidad en un asunto de tanta magnitud, y donde cualquier aporte práctico es importante.

Todo lo determina el interés de la élite que detenta el poder en Cuba. Y eso ha hecho que la capa que protegía el latir cívico de la nación se haya contaminado de hipocresía Lo que ha determinado que de forma oficial, a los malos y al mal se les situé fronteras afueras, cuando en realidad comunicarse con el infierno vale unos centavos porque la llamada es local.

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