viernes, 26 de marzo de 2010
La huelga de Mella
Cubamatinal/ Con su trágico desenlace, la huelga de hambre protagonizada por Orlando Zapata Tamayo es la más prolongada de todos los tiempos en Cuba. Sus precedentes más relevantes fueron la protagonizada por el también líder estudiantil y opositor al régimen comunista Pedro Luís Boitel y la realizada en diciembre de 1925 por Julio Antonio Mella, a raíz de haber sido encarcelado junto a un grupo de activistas de izquierda bajo los cargos de dinamiteros.
Por Rogelio Fabio Hurtado
La Habana, 25 de marzo /PD/ Esta última huelga de hambre, la única exitosa y la más breve de todas, es la más conocida en Cuba, por la relevancia política de su protagonista. El libro Julio Antonio Mella, una biografía de la profesora alemana Christine Hatzky, nos ofrece una reseña válida de aquel suceso.
Mella, al igual que Zapata Tamayo y Pedro Luís Boitel, comienza su huelga para protestar contra su encarcelamiento y el de sus compañeros. Hijo de irlandesa, estaba familiarizado con el empleo de este método de lucha por los independentistas de Irlanda del Norte, en especial con la llevada a cabo por Terence McSwiney, quien murió al cabo de 42 días de ayuno.
Hatzky refiere como “la poca familiaridad de la opinión pública cubana con este medio de lucha político condujo a que en pocos días se tuviera por segura la muerte de Mella, lo cual contribuyó a que este obtuviera relativamente rápido su liberación”.
Aquí tenemos ya dos diferencias decisivas a favor del joven comunista: existía en aquella Cuba temprana la Opinión Pública y la posible muerte de un hombre joven movía a la preocupación en su defensa: “En la medida en que empeoraba el estado de salud de Mella, crecía la ola de protesta: un hombre, que mediante una huelga de hambre, bajo riesgo de su vida, protestaba contra su encarcelamiento, era algo que en Cuba nunca se había dado”.
Zapata prolongó la suya más de 80 días y muchos vinieron a enterarse al día siguiente de su muerte.
Reconoce la profesora que “la situación no era tan peligrosa como se consideró por la opinión pública, pues Mella no sólo tenía a su lado a un destacado médico, sino también a un enérgico grupo de jóvenes activistas que organizaron la campaña con gran profesionalidad”. ¿Diría el Sr. Ubieta que estos eran los instigadores?
La protesta de Mella contó con un portavoz: el periódico El Día, un diario conservador que se alineaba contra el Presidente Machado y mantuvo permanente cobertura sobre el acontecimiento. Esto “convirtió a la huelga de hambre en un drama nacional. Como en una novela por entrega, el lector podía informarse día tras día acerca del estado de salud de Mella y era confrontado con su rostro sufriente”. Se informaba a diario su temperatura corporal y el resultado de los análisis clínicos que se le practicaban.
Por su parte, destacadas personalidades nacionales e internacionales se pusieron de su parte y suscribieron una carta abierta de protesta dirigida a Machado, en que exigían su liberación. Los padres de este y su hija le pidieron públicamente por la vida del revolucionario.
¿Estará al corriente el Sr. Barnet del estado de salud de Guillermo Fariñas?
Transcurrida la primera semana de huelga, el médico y el abogado de Mella “exigieron al Tribunal que permitiera su traslado a un hospital”, lo cual les fue concedido el 14 de diciembre, fecha en que el huelguista fue trasladado a La Quinta de Dependientes, acompañado durante el trayecto por una multitud de habaneros.
Si tenemos en cuenta que Zapata Tamayo sólo fue trasladado al Hospital Amejeiras a los 70 días, nos quedará claro cuánto han cambiado los tiempos.
Por último, la protesta cívica de la sociedad civil alcanzó proporciones nacionales, con la participación activa de sociedades fraternales de todo tipo. En muchas ciudades de ambas Américas realizaron manifestaciones de solidaridad con Mella. El senado de la República de México aprobó una moción pidiéndole a su Presidente la intervención personal ante Machado. Varios parlamentarios argentinos hicieron lo mismo.
El 22 de diciembre, a los 17 días de comenzada la huelga, Mella sufre un ataque cardiaco y la situación alcanza su clímax. Los médicos de la Quinta le presionan para que deponga su actitud o, de lo contrario, se marche del Hospital. Mella rechaza ese ultimátum y persiste. Muchos estudiantes y parte de sus compañeros comienzan a considerar la necesidad de interrumpir la misma. Algunos líderes sindicales preparaban como último recurso, una huelga general.
“Estas últimas pruebas de fuerza pusieron a Machado de rodillas. El 23 de diciembre, a las cinco y media de la tarde, el tribunal dio a conocer la derogación de la orden de detención y decretó la liberación provisional de Mella bajo una fianza de mil pesos”, concluye la profesora alemana.
¿Aceptará el General que hoy nos gobierna dejar morir también a Guillermo Fariñas y quedarse por debajo del Asno con garras? Quiera Dios que no.
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