viernes, 30 de julio de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 31 DE JULIO


Teatro Payret en La Habana
en los Cines de Cuba


• Santos católicos que celebran su día el 31 de julio:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

San Ignacio de Loyola, confesor y fundador, de la Compañía de Jesús, Santa Elena, virgen y mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

San Ignacio de Loyola, confesor y fundador, de la Compañía de Jesús, Santa Elena, virgen y mártir



• Natalicios cubanos:

Cervantes Kawanag, Ignacio: -Nació en La Habana el 31 de julio de 1847, donde falleció el 29 de abril de 1905. Compositor y virtuoso del piano. En 1865 fue a estudiar en el Conservatorio de París, en donde a los seis meses ganó el primer premio de piano. A su regreso a Cuba se dedicó a la enseñanza musical y acompañó a los más notables artistas que visitaban, así como tomó parte en todos los festivales y actos de beneficencia. Sus composiciones más notables son: “Sinfonía en do menor”, para gran orquesta; “Moledetto”, zarzuela; “Potpourri”, conjunto de aires nacionales; su popular y famoso vals para orquesta “Hectograph” y toda una serie de contradanzas cubanas. Con White dio una serie de conciertos en Estados Unidos el 76, que posteriormente repitió con el violinista Díaz Albertini. Fue director de la orquesta del Teatro Payret.



El 31 de julio en la Historia de Cuba

• 1861 -

- Tasadores de Esclavos.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 431-432 nos describe los acontecimientos del 31 de Julio de 1861 en la Historia de Cuba:

“La institución de la esclavitud se prestó en el Nuevo Mundo a muchos y muy atroces excesos. Fueran cuales fuesen las verdaderas causas de la existencia del abominable comercio de carne humana en los dominios descubiertos gracias a la genial audacia de Cristóbal Colon, las conciencias de los creadores del inicuo tráfico y las de sus usufructuarios a través de los tiempos quedaron manchadas indeleblemente. La maldad, en incontables casos, no reconoció barreras de ningún género. De nada valía que en los albores del siglo XVII un jesuita americano, Alonso de Sandoval, hubiese hablado en estos términos:

“"Entre las cosas humanas, ninguna posesión es más rica y hermosa que la libertad.

“"Todo el oro del Mundo y todos los haberes de la Tierra no son suficiente precio de la humana libertad.

“"Crió Dios libre al hombre, no sólo en respeto de los demás hombres, sino aun en respeto del mismo Dios: pues nos dejó en mano de nuestro libre albedrío, para que hiciésemos lo que se nos antojase, siguiendo el bien o el mal, el vicio o la virtud.

“"Y, en conclusión, el bien de la libertad en ninguna cosa se echa más de ver que en los males y trabajos de la servitud, porque, como dijo el divino Platón, la cautividad y esclavonía es una continua muerte, y que por eso se ha de huir y evitar con mayor cuidado y diligencia que la muerte, pues con ésta se acaba el cautiverio y miseria, y se da finiquito a todos los males.

“"Y, al contrario, en la esclavitud se comienzan todos los daños y trabajos, y una como continua muerte, porque viven muriendo, y mueren viviendo."

“En la expresión de estas doctrinas ¡cuánta valentía y cuánta verdad hubo! Pero ni la argumentación de fray Alonso de Sandoval en el siglo XVII ni el esfuerzo de otros espíritus generosos con posterioridad pudieron atajar a tiempo los males de la esclavitud. Todavía dos centurias después se dictaban preceptos constitutivos de la más absoluta negación del derecho de todo humano a ser libre. En 31 de julio de 1861 descendió de la Metrópoli una real orden facultando a la Administración de Rentas Reales Terrestres de Cuba para nombrar peritos tasadores de los esclavos en venta siempre que hubiese motivos para dudar de la buena fe de los contratantes.”





Amparo Orbe
En Patriotas Cubanas
Por la Dra. Vicentina Elsa Rodríguez de Cuesta


Nacida en la provincia matancera, en Enero de 1878, Amparo Orbe era considerada como una de las más grandes bellezas de la provincia yumurina.

Al estallar la gesta emancipadora del 24 del Febrero de 1895, contaba Amparo Orbe diez y siete año diez y siete rosas por edad.

Trigueña, menuda, de largos cabellos negros e inmensos ojos brunos; este capullo matancero, era la novia romántica de aquel patriota inolvidable que se llamara Antonio López Coloma, líder con Juan Gualberto Gómez del alzamiento de Ibarra.

Altamente comprometido López Coloma, pasó recado a su novia de sus propósitos de lanzarse a la manigua insurrecta y esta joven y decidida cubana no vaciló un momento en abandonar padres, hermanos, hogar, comodidades y fortuna, unida al elegido de su corazón quiso correr su suerte del brazo del ideal sacrosanto de la libertad.

La suerte les fue adversa. Trujillo Monagas, el celebre jefe de policía, por la pista de la mujer, pudo sorprender al patriota, y con el galán de todos sus amores, al que había jurado fidelidad eterna fue hecha prisionera y encerrados ambos en la fortaleza de La Cabaña.

Veintiún meses duró el triste cautiverio de aquellos dos seres, que vivieron un romance trágico que haría época en la Historia de Cuba.

Cerca de dos años adorándose tras los gruesos barrotes de celdas colindantes, pero separados. ¡Cuántas veces sus lágrimas, sus besos y suspiros, suplieron las palabras que ya no podían pronunciar, extenuados por el más grande de todos los dolores!

Unidos por el amor y el deseo ardiente de ver a Cuba libre, soportaron con impotente dolor y amordazados por la fuerza de las circunstancias hasta el día 26 de Noviembre de 1896, en que les fue permitido abrazarse por última vez y unirse en matrimonio católico, momentos antes de partir López Coloma por el triste sendero del Foso de los Laureles, donde fue fusilado entremezclándose con la voz de ¡fuego! el grito de ¡Viva Cuba libre!

Terminado el episodio, la patriota adolescente se eclipsó; el golpe fue muy rudo y conmovió todo su ser, quedaron truncos de una vez sus dos amores: el novio adorado y la libertad de Cuba, cuyas cadenas quiso ayudar a romper.





Antonio Maceo y Grajales
En Patriotas Cubanos
En Biografías Cubanas


Mayor General Antonio Maceo

“Nació en Santiago de Cuba el 14 de julio de 1845 y cayó sobre el campo de batalla, en plena apoteosis de gloria y de bravura, el 7 de diciembre de 1896, en la acción de San Pedro, en el lugar conocido por Punta Brava. Huelga detallar sus actos de bravura y sus gestos de guerra. Maceo lleno con su nombre toda lo epopeya libertadora, desde los inicios de la del 68 hasta 1896. Y más que todo ello: Maceo es la guerra. En él se resume toda la grandeza y excelsis del caudillo militar iberoamericano, pero supera a esos caudillos por la sublimidad de su disciplina y de su jerarquía. Su enorme prestigio y su caudillismo auténtico no los utiliza un solo momento para su beneficio o preponderancia personal, sino a la mejor gloria de Cuba y para ello supedita consciente todo a la jerarquía establecida por el poder civil de la República en armas. No se ha rebelado jamás ni ha realizado su capricho personal. No toma el primer lugar en la dirección o conducción de la guerra aun cuando ocupe el primer puesto en la acción y el peligro. Máximo Gómez ha sido designado general en jefe. A Antonio Maceo esto no le quita sueño ni se siente mortificado. Al contrario, hasta el día de su muerte será su directo y primer colaborador y junto a él, en prueba de su rendida disciplina, llevará de ayudante al hijo del jefe que la República le ha dado. Y es que Maceo es el perfecto revolucionario y auténticamente revolucionario por su conducta y por su lucha. Viene de abajo, de tan abajo que no ha tenido tiempo de hacerse de una cultura, porque desde muy joven ha vivido dentro del seno ardiente de la guerra, pero le sobra intuición para representar su papel con genialidad indiscutible. Maceo nos ha demostrado que no es el lugar en que la sociedad o los acontecimientos nos colocan lo que da lustre, sino la obra personal, las obras de la conducta. En cualquier lugar que nos depare el destino, por secundario que parezca, puede hacerse figura "de primero", siempre que haya en cada uno de nosotros las capacidades y calidades de "primera figura". Y esto lo intuyó Maceo y siguió en su puesto... y la posteridad y el sentir nacional de este pueblo y de los historiadores lo colocan, sin necesidad ni intención de quitarle prestigios a ninguno, en el primer lugar. Maceo, dice el pueblo, y es Maceo.

“Maceo es el perfecto revolucionario y lo pone de manifiesto al terminarse la Guerra Larga. Todos, en mayor o menor grado, se sienten ya impotentes para acabar con el dominio de España; las divisiones y ambiciones han disminuido el valor combativo de los libertadores y destruido la unidad moral de la Revolución en armas: Maceo no se da cuenta de ello ni acepta resignado la transacción. Y surge, por él alimentada, la protesta de Baraguá, que no es un grito de impotencia, sino una invitación a seguir, a recomenzar, que esto es la vida: un eterno recomenzar de cada día y de cada momento. En aquellos días de la protesta de Baraguá pocos son los que creen y tienen fe y para esos pocos Maceo vuelve al combate... Será de poca durada, pero demostrará siquiera que sobre los campos de Cuba, surgidos del propio agro, hay todavía espíritus y temperamentos que no claudican ni se rinden. El no entiende de fórmulas ni de conformismos: siente que el pacto del Zanjón hiere en lo más vital la dignidad de un pueblo, el suyo, e intuye, además, que aquellos protocolos no son más que palabras.

“Durante la tregua ha intentado una y mil veces reanudar la revolución. Los hombres no escucharon sus insinuaciones y tuvo que volver al destierro. Y cuando Martí la organizo y la prepara y la desencadena para lanzarla sobre Cuba y arrancar a ésta definitivamente de su esclavitud, Maceo no pregunta dónde lo van a colocar ni le pone reparos: viene a la guerra a ocupar el lugar que le hayan designado. Y con ardor y amor y con lealtad y disciplina realiza el "imposible" de la invasión. Maceo no ha visto con sus ojos de carne el triunfo de la Revolución, pero él sabe y siente que la Revolución es ya un hecho por él y por ese puñado anónimo de hijos del pueblo que le han seguido; sabe que España ha sido vencida en su honor militar y en su orgullo impenitente. Su misión está cumplida; por eso murió, no prematuramente como alguien dice en sensiblera lamentación, sino a tiempo y nimbado por la aureola de sus hazañas y sin tener que soportar las miserias y apostasías que en el decurso de la dominación yanqui y de la vida republicana han entristecido a tantos libertadores insignes o corrompido a tantos combatientes de alma débil. Maceo pasa al Olimpo de los inmortales con su virginidad sin mancha. Es un libertador sin politiquería y sin concupiscencias... Los que usufructuarán los beneficios serán generales que se "de-graduarán" en la paz ominosa que no supieron instaurar o empañarán la fulgencia de sus glorias pasadas por las tristes y mediocres comodidades de un presente fugaz, perecedero y bajo.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario