domingo, 29 de agosto de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 30 DE AGOSTO


En El Malecón de La Habana


• Santos católicos que celebran su día el 30 de agosto:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santa Rosa de Lima, patrona de toda las Américas y Santos Pelayo, Arsenio y Silviano, mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santa Rosa de Lima, patrona de toda la América y San Pelayo, mártir



• Natalicios cubanos:

Rodríguez, Luis Felipe: -Nació en La Habana el 30 de agosto de 1879. Se educó en Nueva York, para donde emigró su familia. A su regreso a Cuba colaboró en “Cuba Libre”, “El Fígaro”, “América”, “Letras”, “Bohemia”, “Carteles” y otras. En 1903 ingresó en la carrera consular. Publicó varias obras literarias. Fue premiado en el certamen de “El Mundo” (20 de mayo 1903) su cuento “Almas de Ave”, en Buenos Aires su “Poema del amor y de la muerte” recibió otros lauros. Pronunció conferencias en el Círculo de Amigos de la Cultura Francesa, Lyceum, Agrupación Jóvenes del Pueblo y en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.



El 30 de agosto en la Historia de Cuba

• 2008 -

- El centro del huracán Gustav entró a Cuba por Pinar del Río.

El huracán Gustav, siguiendo el mismo rumbo de este a oeste por las aguas al sur de Cuba que mantuvo el huracán Fay unos días antes, cambió su rumbo hacia el norte cerca de Isla de Pinos, donde a pesar que el ojo no entró, causó mayores daños en algunas poblaciones incluyendo Nueva Gerona y Santa Fé, y penetró en la Provincia de Pinar del Río, causando grandes estragos en los municipios de Candelaria, San Cristóbal, Los Palacios y Consolación del Norte, antes de dirigirse hacia el Golfo de México. Desde su proximidad a Isla de Pinos hasta que salió por la costa norte de Pinar del Río, mantuvo vientos máximos sostenidos de un ciclón de categoría 4. No causó muertes a pesar de los grandes daños ocasionados.

El 18 de agosto el huracán Fay entró por Jagüey Grande, cruzando Cuba de sur a norte por la Provincia de Matanzas.



Huracán Gustav - 30 de agosto del 2008
Torre eléctrica de alta tensión en la Autopista en Pinar del Río
Más fotos de los desastres ocasionados por Gustav


• 1896 -

- Antonio Maceo en Pinar del Río.

José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Invasión) - Tomo III: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 76-77 describe los acontecimientos del 30 de agosto de 1896 en la Historia de Cuba:

...“Mientras Maceo, dominado por la inquietud, procuraba por todos los medios adquirir noticias de la expedición, que no podía obtener en aquellos días, se ventilaban hechos de armas en todas las comarcas de Pinar del Río, que demostraban el valor y la fe de nuestros parciales y el exacto cumplimiento de las instrucciones que dictó Maceo al emprender la jornada de Occidente. Por Lechuza y Manuelita el general Suárez Inclán tuvo encuentros con los insurrectos que defendían las lomas de Tapia, y aun cuando eran pequeñas fracciones del regimiento de Pedro Delgado (pues este jefe se hallaba con Maceo en la zona occidental), la columna española experimentó bajas. Suárez Inclán declaró, en el parte de la acción, que el enemigo al mando de Pedro Delgado, tuvo cuatro muertos y la columna un sargento y dos soldados gravemente heridos. La noche del 30 de Agosto fue volado el puente de hierro sobre el río Bayate, y cortada la línea del ferrocarril en el kilómetro 90, el tren conducía la columna del general Echagüe, la cual tuvo que continuar el viaje a pie hasta Candelaria. El día 28 la columna del teniente coronel Chacel sostuvo reñido combate en los límites orientales de la provincia, los españoles tuvieron cuatro muertos y tres heridos graves (parte oficial de la acción). La noche del 30 fueron tiroteados los fuertes de Viñales e incendiadas algunas casas próximas al pueblo, operación que había encomendado Maceo a los destacamentos de retaguardia, a su paso por aquella línea. También en las lomas occidentales la hostilidad se manifestó de un modo patente. Fue volada la alcantarilla número 137 de la línea férrea, entre la Herradura y la estación de Santa Clara, y atacado el destacamento de las Ovas. El pueblo de San Juan y Martínez fue objeto de una seria embestida por parte de los insurgentes, que penetraron en la localidad y sostuvieron residas escaramuzas con el destacamento que la guarnecía. La columna de Wad Ras, protegiendo trabajos de fortificación en Mantua, hubo de mantener cuatro horas de fuego contra los insurrectos de la brigada Occidental que trataban de interrumpir la construcción de los nuevos reductos: tuvieron los cubanos seis heridos y los españoles confesaron cuatro bajas de tropa y la del capitán Alonso. En el embarcadero de Juan López, frente a los Sitios, los rebeldes hostilizaron rudamente el cañonero Aguila; la embarcación de guerra contestó a cañonazos, pero el plomo de los mambises le ocasionó cuantiosos desperfectos. Por dondequiera que Maceo encaminara sus pasos, sonaban los clarines de una y otra parcialidad, los actores entraban en función y retumbaba el trueno de la batalla.”



• 1895 -

- José Maceo, El León de Baconao.

- Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 491-492 nos describe los acontecimientos del 30 de agosto de 1895 en la Historia de Cuba:

“Las ruinas de Ramón de las Yaguas, destruido en los albores de la guerra, parecieron destinadas, andando ya la segunda mitad del año de 1895, a ser teatro de sucesos sonados entre españoles e insurrectos. Los primeros supieron que por allí se encontraba el general José Maceo, y encaminaron sus pasos a sorprenderlo y capturarlo. Ya el 29 de agosto, como si marchase hacia la consecución de algo muy seguro y cierto, una columna compuesta de fuerzas regulares y de movilizados salió de Guantánamo con rumbo a Ramón de las Yaguas. Iban a su frente el coronel Canellas y el comandante de voluntarios Pedro Garrido, verdadero director, según observó el general José Miró, de aquellas operaciones.

“"Los españoles -agregó Miró- iban a tiro hecho, como suele decirse, a sorprender al León de Baconao, que se hallaba achacoso, dentro de madriguera conocida, y, por lo tanto, fácil de capturar en aquella estudiada operación cinegética. Acaeció, sin embargo, lo que no habían previsto los astutos cazadores: que el León, habiendo dejado el lecho, estaba sobre aviso, arrogante y fiero en la montaña, y que en vez de uno, rendido y doliente, tropezaron con dos, entrambos acechadores, los cuales convirtieron la sorpresa en batalla y la batalla en carnicería."

“José Maceo conoció oportunamente cuanto en Guantánamo se preparaba y se ponía en ejecución con el propósito de asaltar su campamento. Se olvidó de sus dolencias físicas. Estuvo atento sólo al peligro que se aproximaba. Así, impetuoso e indomable frente a la amenaza del enemigo, el 30 de agosto de 1895 se hallaba de centinela en los altos de Santa María de Savigne, entre tanto la columna española, pues ya atardecía, se detenía en las ruinas mismas de Ramón de las Yaguas. Los combatientes iban ocupando las posiciones para iniciar la lucha cruenta.

“El guerreador cuya captura buscaban los españoles no se contentó con aprestarse por sí solo para la brega. Apenas cerciorado de la proximidad de los adversarios, puso un correo a su hermano Antonio, que se hallaba sobre la línea férrea de San Luis a Santiago de Cuba. El general Antonio recibió el aviso a las seis de la tarde del mismo 30 de agosto. Al punto tomó la ruta de Ramón de las Yaguas. Necesitaba, para acudir a tiempo en auxilio del general José, realizar una jornada extraordinaria: necesitaba hacer una marcha de nueve leguas, sin un instante de descanso, en noche tenebrosa y por sendas poco menos que intransitables. Pero no hubo obstáculo para el general Antonio placeo, y a las tres de la madrugada se encontraba ya en las inmediaciones de Ramón de las Yaguas, presto a poner de relieve el ímpetu y la valía de su tropa.”

- Antonio Maceo y José Maceo en Sao del Indio (31 de agosto de 1895) por José Miró Argenter.





Las Cabezas Peludas


Ya entrada la noche, en la torre del campanario de nuestra ciudad paternal, a menudo se veían distorsiones en las sombras. Habían quienes decían que eran lechuzas, otros afirmaban que eran cabezas peludas.

Los incesantes ataques de los corsarios ingleses y los piratas franceses causaron que la ciudad de San Juan de los Remedios del Cayo fuera trasladada de su ubicación original. Fundada en el año 1510 en la costa norte de Cuba, cerca de donde hoy se encuentra Jinaguayabo, resistió la ira de salvajes como Francis Lollonais por muchos años. Eventualmente el gobernador de la corona ordenó echar nuevos cimientos a unos siete u ocho kilómetros tierra adentro, donde la encontramos en nuestros días.

Aun en la nueva ciudad muchas de las calles más antiguas no son rectas. Parecen ser rectas, pero no se ve más allá de tres o cuatro cuadras. Diseño evasivo, porque los ataques continuaron por muchos años más.

En Remedios, como le llamamos todos, habían dos iglesias católicas. La iglesia del Buen Viaje y la iglesia del Carmen. Recordamos la del Carmen ser de concreto, con el altar enchapado en oro, y de dimensiones gigantescas en general. Detrás de la sacristía tenía un monasterio, con su patio interno donde crecía una parra de uvas.

La iglesia del Carmen también tenía un campanario. Una torre sin paredes donde las columnas se ataban por arcos, formando varios pisos. Muy normal en las iglesias de la América colonial.

Nos contaban nuestros tíos que por las noches el campanario era un lugar peligroso. Nos imaginábamos que era porque al no tener luz eléctrica existía la posibilidad de pisar donde no era. Pero según ellos, era porque salían cabezas peludas que lo hacían a uno tropezar. Y si te caías para afuera de la torre, no iba a quedar mucho para hacer el cuento.

Después nos dijeron otros tíos que no existían tales cabezas. Que eran lechuzas que vivían en el campanario. Pero si por sorpresa le salía uno de esos bichos a uno, podía terminar estrellado de la misma forma. Nunca llegamos a subir allá arriba, ni de noche ni de día. No era miedo, simplemente no logramos abrir la puerta por donde colarnos.

Allá en Remedios, ya interesados en el enigma del campanario, una noche participamos en una reunión de otros viejos. Se pusieron hacer cuentos de fantasmas. Resulta ser que Remedios siendo una ciudad tan vieja, con tantos momentos sangrientos en su historia, era muy activa en su vida sobrenatural.

Oímos el cuento del fantasma viajante. Este espíritu salía en la carretera que iba al pueblo de Yaguajay. Se le montaba en la parte de atrás de la bicicleta o el caballo de quien viajara por allí de noche. Hasta en los automóviles antiguos se había montado. Lo que nos sorprendió fue que para los viejos en la reunión lo incorrecto no era que se montaba, o ni siquiera que era un fantasma, si no la falta radicaba en que no pedía permiso ni daba las gracias. Pero bueno, lo aceptaban porque así son los muertos.

En una casa cercana de donde nos encontrábamos dijeron que las muchachas que allí vivían tenían que tener mucho cuidado a la hora del baño. Habían visto un hombre mirándolas en tales ocasiones. Y cuando se formaba la gritería, el falta de respeto se mandaba a correr por dentro de toda la casa. Una vez el padre de las muchachas le cayó atrás, en la carrera logró agarrar el revolver y la persecución los llevó hasta el patio de la casa. Antes que el sinvergüenza lograra brincar la tapia de un salto, el padre le disparó dos veces. Este señor sabía usar el arma y por su estimación le sonó los dos plomazos. Ya eran varias las personas envueltas en la carrera y enseguida también brincaron la tapia, sólo para no encontrar ningún rastro del descarado. Este muro era de concreto, de unos seis o siete pies y daba a una calle. Al oír los disparos dos o tres personas en tal calle miraron hacia aquella dirección y afirmaron no haber visto a nadie hasta que el padre brincó el muro.

Este caso sí disgustó a los viejos. No sólo por la falta de respeto tan grande del muerto, sino porque cuando un fantasma se enamora, la cosa puede terminar en fatalidad para la muchacha.

Y claro está, tuvimos que mencionar las lechuzas del campanario cuando aquello se estaba poniendo bien tétrico. Una señora mayor que integraba el grupo nos miró con ojos cariñosos. Soltó una de esas sonrisas silenciosas, de las que las madres dan cuando tratan de enseñarle algo complicado a sus hijos pero en su intuición maternal saben que los niños, no importa la edad, sólo pueden asimilar un poquito cada día. Y nos dijo:

-“Sí, allí también hay lechuzas”.




Güije Cuba

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