sábado, 9 de octubre de 2010

Fwd: LA VERDAD SOBRE LA MUERTE DE SALVADOR ALLENDE

PUBLICADO PARA HOY 10 DE OCTUBRE

POR: LAURA M. PRUNA


The truth about the death of Salvador Allende. This goes to show the scope and penetration of comunism in South America and the control Fidel Castro commands.

Translated some but I got tired. Too long. The gist of the message is there.

Remember Che in Bolivia ? Remember Salvador Allende in Chile ? Remenber Papa Doc and Baby Doc in Haiti ? Remember Noriega in Panama ? Remember Daniel Ortega in Nicaragua ? Remember Chavez in Venezuela ? How about Rafael Correa from Ecuador ? How about Zelaya in Horduras ? How about FARC and ELN guerrillas in Colombia ? How about the spanish ETA being trained in Venezuela ? How about Juanes singing in La Habana ? Or Olga Tannon ? Or Miguel Bose ?

How about entertainment A / H signing a petition to release the cuban spies who did so much harm. Innocent men with defenseless aircrafts evaporated in the sky. Remember Albright trying to pronounce "cojones" ? Remenber the puerto rican woman working as a spy at the Pentagon ? Remember the russian ring deported to Russia just recently ?

When will USA foreign policy "grow up". As Mc Cain said, why donate money to countries and people who dont like us very much. Likewise, as ALBERTO SAID, why should the poor of USA, donate money to the rich, of a poor country. Look at Haiti, in the same **IT, the same misery, squalor, inhuman conditions.


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LA VERDAD SOBRE LA MUERTE DE SALVADOR ALLENDE

Salvador Allende no se suicidó, ni murió bajo las balas de los militares el 11 de septiembre de 1973. Durante el asalto contra el palacio de la Moneda, el presidente de Chile fue cobardemente asesinado por uno de los agentes cubanos que estaban encargados de su protección.
Salvador Allende did not commit suicide, did not die under the military bullets on September 11, 1973. During the assault to the Palace of the Coin, Chile's president was cowardly assasinated by one of the cuban agents who served as his bodyguard.
En medio de los bombardeos de la aviación militar, el pánico se había apoderado de los colaboradores del jefe de Estado socialista y éste, en vista de la desesperada situación, había pedido y obtenido breves ceses de fuego y estaba, al final, decidido a cesar toda resistencia. Según un testigo de los hechos, Allende, muerto de miedo, corría por los pasillos del segundo piso del palacio gritando: “¡Hay que rendirse!”. Antes de que pudiera hacerlo, Patricio de la Guardia, el agente de Fidel Castro encargado directo de la seguridad del mandatario chileno, esperó que éste regresara a su escritorio y le disparó sin más una ráfaga de ametralladora en la cabeza.
In the midst of air force military bombing, panic spread among the the supporters of the chief of the socialist state. Allende acknowledging the desperate situation, had requested and obtained brief cease of fire, deciding at the end to surrender. According to eye witnesses, Allende, scared to death, ran the hallways of the second floor of the palace screaming, " We must surrender". Before he could do so, Patricio de la Guardia, Fidel Castro's agent directly in charge of Allende's security, awaited for the chilean head of state to return to his office and sit at his desk, to then discharge the submachine gun's burst at the president's head.
Enseguida, puso sobre el cuerpo de Allende un fusil para hacer creer que éste había sido ultimado por los atacantes y regresó corriendo al primer piso del edificio en llamas donde lo esperaban los otros cubanos. El grupo abandonó sin mayor tropiezo el palacio de la Moneda y se refugió minutos después en la embajada de Cuba, situada a poca distancia de allí.
Immediately thereafter, the cuban agent placed over Allende's body a rifle, to make others believe that the president had been ultimated by the military y fled running to the first floor, engulfed in flames, where other cubans were wainting for him. The cuban group left the palace with little trouble and minutes later they got refuge in the Cuban Embassy, located a short distance from the palace.
Esta versión del fin dramático de Salvador Allende, que contradice las dos anteriores casi oficiales, dadas ya sea por Fidel Castro (la tesis de la heroica muerte en combate), ya sea por la Junta militar chilena (la del suicidio), emana nada menos que de dos antiguos miembros de organismos secretos cubanos, muy bien informados acerca de ese sangriento episodio y hoy exiliados en Europa.
This third version of the dramatic end of Salvador Allende, which contradicts the two previous accounts, almost official versions, released by Fidel Castro ( the theory of a heroic death in combat ), or by the chilean military junta ( of suicide ), originates from none other than two long time members of secret cuncan entities. These agents are very well informed about this bloody episode and today they live in Europe as exiles.

En un libro que acaba de publicar en París las Ediciones Plon, intitulado Cuba Nostra, les secrets d’Etat de Fidel Castro, Alain Ammar, un periodista especialista en Cuba y América Latina, analiza y confronta las declaraciones que le dieran Juan Vives y Daniel Alarcón Ramírez, dos ex funcionarios de inteligencia cubanos.
In a book recently published in Paris by Ediciones Plon, titled " Cuba Nostra, The Secrets of State of Fidel Castro" written by Alain Ammar, a journalist who specializes in Cuba and Latin America, he analyzes and confronts statement given by Juan Vives and Daniel Alarcon Ramirez, two former agents of cuban intelligence.
Exilado desde 1979, Juan Vives es un ex agente secreto de la dictadura y sobrino de Osvaldo Dorticós Torrado, el presidente cubano de opereta que reinó de 1959 a 1976, y que fue “suicidado” en obscuras circunstancias en 1983. Vives cuenta que en noviembre de 1973, en un bar del hotel Habana Libre, donde algunos miembros de los órganos de seguridad del Estado solían reunirse los sábados para beber cerveza e intercambiar de manera informal chismes e informaciones de todo tipo, escuchó del mismo Patricio de la Guardia, jefe de las tropas especiales cubanas presente en la Moneda en el fatídico 11 de septiembre de 1973, esa escalofriante confesión.
Juan Vives is an exiled ex secret agent of the dictatorship and nephew of Osvaldo Dorticos Torrado; a puppet president who "governed" from 1959 to 1976 and who was "suicide" in obscured circumstances in 1983. Vives discloses that in November 1973, in Havana Libre Hotel's bar, where some members of state security of used to get together on Saturdays to drink beer and interchange, in an informal manner, gossip and information of all types. Vives heard directly from Patricio de la Guardia, Chief of Cuban Special Troops serving in Palacio de La Moneda, in Santiago de Chile, on the fatidic September 11, 1973 this confess this horrifying version.
Durante años, Vives no quiso dar a conocer esa información pues, como dice, “era peligroso hacerlo” y porque no había hasta ese momento ningún otro responsable cubano en el exilio que pudiera confirmar el carácter fidedigno de esos hechos. Cuando supo que Daniel Alarcón Ramírez, alias “Benigno”, uno de los tres sobrevivientes de la guerrilla de Ernesto Guevara en Bolivia, se hallaba también exilado en Europa, la idea de dar a conocer esos graves hechos volvió a cobrar fuerza.
For years Vives did not want this information disclosed. As he stated, " it was dangerous to do so" and because " in that particular moment there was no one else who had bona fide criteria to confirm these facts". When he learned that Daniel Alarcon Ramirez, alias "Benigno", one of the three survivors of Ernesto "Che" Guevara's guerrillas in Bolivia was exiled in Europe, the idea to disclose these facts gained strength.


En el libro de Alain Ammar, “Benigno” confirma plenamente la narración de Vives. Ambos conocieron a Salvador Allende y a su familia. Ambos vivieron en Chile durante el gobierno de Allende. Ambos escucharon, en momentos diferentes, la confesión de Patricio de la Guardia a su regreso a La Habana.
In Alain Ammar's book, "Benigno", confirms plainly Vives's narrative. Both knew Salvador Allende and his family. Both heard at different time and events, Patricio de la Guardia's confession upon his return to Cuba.

El libro de Ammar describe con precisión los últimos meses del gobierno de la Unidad Popular y, sobre todo, muestra el avanzado grado de control directo que Fidel Castro había logrado instalar –mediante sus centenas de espías de la DGI (un servicio cubano de inteligencia), mediante sus operadores y agentes de influencia implantados en Santiago–, sobre el presidente Salvador Allende, sobre sus ministros y hasta sobre sus amigos y colaboradores más íntimos.
Ammar's book describes with precision the last months of the Popular Unity government and specially discloses the advanced grade of direct control that Fidel Castro achieved over Salvador Allende, his ministers, intimate friends and closest allies, to install in the foreign chilean goverment - through his hundreds of spies of the DGI, a cuban intelligence agency.

De hecho, la llamada “vía chilena al socialismo” había sido desviada por el castrismo hasta el punto de que dentro del gobierno de Allende hubo voces que criticaban esa brutal ingerencia. Meses antes de su muerte, Salvador Allende había sido ya “instrumentalizado por Castro”, explica Juan Vives. “Pero Allende no era el hombre que la Habana quería tener en el poder en Santiago. Los que Castro y Piñeiro [brazo derecho de Castro en operaciones de espionaje en Latinoamérica, muerto recientemente en Cuba de un infarto] preparaban para el relevo, a espaldas del mismo presidente Allende, eran Miguel Henríquez, principal dirigente del MIR y Pascal Allende, número dos del MIR, lo mismo que Beatriz Allende, la hija mayor del presidente, quien pertenecía también al MIR”. Beatriz morirá en Cuba en 1974....Ese control sobre el jefe de Estado chileno se había agudizado notablemente tras el primer intento de golpe militar, el 29 de junio de 1973, más conocido como el tancazo. Cuando la Habana supo que los chilenos que rodeaban al presidente estaban asustados, Fidel Castro hizo saber que Allende no podía en ningún caso rendirse ni pedir asilo en una embajada. “Si el debía morir, debía morir como un héroe. Cualquier otra actitud, cobarde y poco valiente, tendría repercusiones graves para la lucha en América latina”, recuerda Juan Vives. Por eso Fidel Castro dio la orden a Patricio de la Guardia de “eliminar a Allende si a último momento éste cedía ante el miedo”. Poco después de los primeros ataques a la Moneda, Allende mismo había dicho a Patricio de la Guardia que había que pedir el asilo político ante la embajada de Suecia. El mandatario había incluso designado a Augusto Olivares, su consejero de prensa, para hacerlo. Probablemente por eso Olivares, alias el perro, fue también ultimado por los cubanos antes de que éstos enfilaran baterías contra el presidente de Chile. “Reclutado por la DGI cubana, Olivares transmitía hasta los pensamientos más mínimos de Allende a Piñeiro, quien, a su vez, informaba a Fidel”, declara Juan Vives.Otro guardaespaldas chileno de Allende, un tal Agustín, fue también “fusilado” por los cubanos en esos momentos dramáticos, según la declaración hecha por “Benigno” al autor del libro. Semanas después del golpe de Estado, Patricio de la Guardia había revelado, en efecto, a “Benigno” el fin de Agustín, hermano de un amigo suyo que vive aún en Cuba, y le había dado otro detalle importante sobre lo ocurrido durante esa trágica mañana en el palacio de la Moneda: antes de ametrallarlo, el agente cubano había atrapado con fuerza a Salvador Allende, quien quería salir del palacio, y lo había sentado en el sillón presidencial gritándole: “¡Un presidente muere en su sitio!”. La versión del asesinato a quemarropa de Allende no era del todo desconocida. El 12 de septiembre de 1973 varias agencias, entre ellas la AFP, resumieron en cuatro líneas ese hecho. Publicado al día siguiente por Le Monde el cable decía: “Según fuentes de la derecha chilena, el presidente Allende fue matado por su guardia personal en momentos en que pedía cinco minutos de cese al fuego para rendirse a los militares quienes estaban a punto de entrar al palacio de la Moneda”. Ammar indica que esa hipótesis “fue enterrada inmediatamente” pues ella no le convenía a nadie: “ni a los colaboradores de Allende, ni a la izquierda chilena, ni a sus amigos en el extranjero, ni a los militares ni, sobre todo, a Fidel Castro…”.La confirmación que esa, hasta hace poco, “hipótesis” acaba de recibir de parte de Juan Vives y Daniel Alarcón Ramírez podría ser reforzada en el futuro por los testimonios de otros funcionarios cubanos silenciados hasta ahora y por documentos que se encuentran fuera de Cuba. En efecto, en un banco de Panamá reposaría la pieza maestra de este magnicidio. Según los autores del libro, Patricio de la Guardia, condenado a treinta años de cárcel durante el proceso-farsa contra el general de división Arnaldo Ochoa Sánchez, y hoy en residencia vigilada, habría depositado en el cofre de un banco panameño un documento comprometedor en el que describe, entre otras cosas, el asesinato de Allende por orden de Castro, texto que debería ser revelado en caso de muerte de Patricio de la Guardia. Fidel Castro, según los autores del libro, habría tomado muy en serio esa amenaza y habría hecho que éste escapara al fusilamiento, a diferencia de Tony, hermano de Patricio, quien junto con el general Ochoa y dos otros funcionarios del ministerio del Interior, fué pasado por las armas el 13 de julio de 1989.La revelación de lo ocurrido a Salvador Allende no es interesante únicamente para los historiadores de la calamitosa aventura de la Unidad Popular en Chile. Lo es igualmente, y de qué manera, para los nuevos amigos latinoamericanos de Fidel Castro, especialmente para el presidente Hugo Chávez de Venezuela. Hugo Chávez y los otros, por más jefes de Estado confiables que puedan ser para La Habana, como lo pudo haber sido en su momento, al menos en los papeles, el presidente Allende, podrían estar siendo ahora objeto de idénticos entramados siniestros de control y de dominación física y política directa por parte de los mismos servicios que obraron tan bestialmente contra el presidente de Chile. El libro de Alain Ammar aborda, en sus 425 páginas, muchos otros temas y episodios relacionados con las complicadas y no siempre exitosas operaciones secretas de La Habana en Cuba y en varios países.

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