miércoles, 1 de diciembre de 2010

Infamia contra el cadáver de Zapata

TONY CORTES ENTRA A LA BASÍLICA DE LA CARIDAD DEL COBRE.




Yo acuso a la tiranía castrista de mi asesinato y

denuncio al mundo por su silencio y complicidad

ante tanta barbarie!!!


Diario Las Americas
Publicado el 11-30-2010

Infamia contra el cadáver de Zapata

Por Janisset Rivero

No les bastó asesinarlo; quitarle el agua hasta destruir sus riñones durante su última huelga de hambre. No les bastó engañar a su madre desesperada, y filmarla con cámara escondida agradeciendo a los médicos infames que se prestaron para hacerle creer que salvarían a su hijo moribundo.

Los asesinos de Orlando Zapata Tamayo, principalmente el dictador Raúl Castro, han llevado a su madre, la heroica Reina Tamayo, a firmar un papel para cremar el cuerpo de su hijo y desterrarlo.

No les ha bastado golpear, detener y acorralar a la familia de Zapata Tamayo, a sus hermanos y sobrinos e impedir a su madre de 62 años que vaya al cementerio.

Les molesta que sean cientos los miembros de la Resistencia que vuelven a Banes para visitar la tumba del hermano. Les molesta las marchas a la iglesia y al cementerio. Han sacado a su madre arrastrada y la han dejado sin blusa en el medio de la calle, para humillarla, y le han empujado un trapo lleno de gasolina en la boca para acallar sus gritos de “¡Zapata vive! ¡Abajo la dictadura!”.

Quieren destruir la memoria del albañil sencillo que prefirió la muerte ante la humillación, el martirio ante el horror de caer de rodillas ante sus verdugos.

Y han obligado a esa familia humilde a firmar un papel donde aceptan incinerar el cuerpo de Zapata y abandonar su patria.

Los fueron acorralando, asediando durante semanas y meses. Los expulsaron de sus trabajos, los amenazaron, los arrestaron, los golpearon, para llevarlos a pensar que su única solución es salir de Cuba, abandonar el tormento permanente que sufren desde la muerte de Zapata.

Así fue cómo el Obispo de Holguín, Emilio Aranguren, en coordinación con los órganos de la Seguridad del Estado le presentó la propuesta a la familia: salida urgente y cremación del cadáver. Reina Luisa pidió que sacaran a sus hijos y nietos, afirmó que permanecería en Cuba y que no quería cremar a su hijo porque lo que ella había pedido es que alguna organización internacional propiciara la exhumación de sus restos para que se pudiera determinar que lo asesinaron y que fue víctima de crueles torturas hasta el último día de su vida. Pero la Seguridad del Estado le negó hasta el acta de defunción, y le dijo además que si ella no abandonaba Cuba, sus hijos permanecerían como rehenes, perseguidos y sin poder trabajar.

No sé por qué la Iglesia Católica ha aceptado presentarse como copartícipe de este juego macabro. Ignoro también cómo un obispo puede promover la cremación del cuerpo de Zapata. Pensaría yo que la representación de Jesucristo en nuestra patria estaría del lado de la familia del mártir, de los principios y la dignidad que hizo a ese hombre preferir la muerte, así como la escogió el propio Cristo un día.

Quemar el cuerpo de Zapata es destruir la evidencia de un crimen. Sacar las cenizas de Zapata de Cuba es desterrar a aquel que prefirió morir en la isla que aceptar la ignominia. Pero su madre está atrapada en un juego muy terrible. Si no acepta salir, sus hijos seguirán siendo víctimas de golpizas y acoso. Ella teme que le maten a otro hijo, porque conoce muy bien hasta donde llega el odio de ese régimen. Por otro lado, abandonar Cuba dejando atrás el cuerpo de su hijo asesinado, es imposible para ella.

Estos hechos ponen de manifiesto la naturaleza del régimen de los hermanos Castro. No es un régimen autoritario que encarcela a sus oponentes políticos para neutralizarlos. Es un régimen totalitario que pretende destruir al ser humano completamente. No le basta asesinar, pretenden borrar de la faz de la tierra el grito de rebeldía de esos que han preferido el martirio. Así hicieron con Boitel, Carmelo Cuadra y con otros tantos cubanos dignos.

No les conviene Reina Luisa caminando por las calles de Banes y gritando contra la dictadura. Menos les conviene la tumba de Zapata, lugar de peregrinación para la resistencia interna; tampoco su cuerpo en descomposición aún, porque en él está la prueba de su delito.

Intentan nuevamente acallar el reclamo del pueblo esclavizado, pero tal vez ignoran que el grito ¡Zapata vive! ya es un clamor en toda Cuba. No recuerdan que cuando confinaron el cuerpo de Boitel en una tumba sin nombre, generaciones venideras encontraron el nicho de aquel gigante y su ejemplo se convertiría en luz que guía y alienta a la Resistencia.

Los asesinos de La Habana lograrán tal vez incinerar el cuerpo que asesinaron; lograrán desterrar su familia y sus cenizas, pero el grito de rebeldía de ese luchador cubano seguirá escuchándose en toda Cuba, y su ideal y ejemplo soplarán sobre esa isla, en la hora final de la cruenta dictadura, dándole ánimo a su pueblo para que se levante y recupere la dignidad heredada, que como Zapata demostró, sobrevive en la Resistencia de hoy que no se rendirá hasta lograr la libertad.

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