domingo, 16 de enero de 2011

Hombres del año



por Odelín Alfonso Torna


Arroyo Naranjo, La Habana, enero 17 de 2011, (PD) Si hoy encontrásemos algo determinante, fuese positivo o no, para engalanar a Fidel y Raúl Castro como hombres del año a nivel mundial o dentro de casa, respectivamente, de seguro su historial como caudillos del siglo XX y lo que va del presente lo emponzoñaría.

Si dilucidamos la manera de actuar de uno y otro en este año que cerró su telón, para nada convergente, añadiría que nos proyectamos hacia todas direcciones y a su vez hacia ninguna.

Al buscar en la parafernalia oficial, encontré algo que define bien este punto. La periodista Arleen Rodríguez Delivet, la timonel por excelencia de la Mesa Redonda Internacional, con Telesur como vehículo de difusión, así lo plasmó en una edición del diario Juventud Rebelde (martes 4 de enero): "Sí, Fidel fue el Hombre del Año en el mundo, como Raúl fue el Hombre del Año en Cuba, con la sacudida que nos viene dando a todos para que se salve con nuestro proyecto de sociedad más humana, esa que otros Hombres y Mujeres del Año –médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, terapeutas físicos del alma- en cualquier rincón del planeta expanden con su esfuerzo, como prueba de que es posible salvarse y salvar al mundo de su egoísmo, esa epidemia que lleva siglos expandiéndose y seguramente costará otros siglos de vencer."

Y sí, en el aspecto mediático, Fidel siempre es una bombilla en la que muchos, por fastidio o intereses de índole mayor, buscan el alumbramiento de su futuro inmediato. En el otro espectro, el más lapidario y sombrío que conocemos de la revolución y sus "revolucionarios", Arleen desestima que se hunde junto a especímenes que padecen de soberbia y manipulación.

Si de montar promisiones ridículas se trata, entonces démosle a Fidel Castro un huequito entre los cinco primeros "Hombres del Año".

En eso de los "acertados" pronósticos de guerra nuclear, pospuestos una y otra vez por Fidel, o la excarcelación – asegurada para antes que terminase el año 2010 ante personalidades con cinco y más dedos de frente- de los cinco espías cubanos de la red Avispa, presos en los Estados Unidos, no haría falta más jurado que el de Arleen para tan meritorio galardón.

Pero además, se olvidó Arleen que Fidel Castro ha sido Hombre del Año por cincuenta y dos eneros, ¿por qué resaltarlo ahora que según ella, "regresó como Ave Fénix, renacido y vital"... y agrego, con la lengua y las reflexiones enredadas a más no poder?

Se supone, y en esto doy mi voto, que mientras la familia Castro vacile el poder y la patria lleve el uniforme de la revolución cubana, podrá haber atletas, médicos, intelectuales y hasta periodistas del año, pero no más Hombres del Año que ellos.

Ahora bien, en cuanto al Hombre del Año en el contexto nacional, debemos ser más cuidadosos en la elección, muchos en el círculo de poder pueden sentirse ofendidos. Incluso creo que Raúl Castro, a quien consideramos un hombre con ciertas dotes de pragmatismo inculcado y poco carismático, no acepte tales halagos. Debe sentirse contrariado por llevar a la par el corte de cabezas en el gremio ministerial y el reordenamiento económico a base del desempleo, la eliminación paulatina de los subsidios y la excesiva tributación en la actividad privada.

Mañana mismo, para bien o mal, en nuestra economía familiar podemos sentir que la revolución cambia su modelo de estatización o centralización de los bienes y recursos; que para tal empeño estos u otros Hombres del Año tengan que reajustar los recursos escalera abajo y vender la libra de frijoles o la pasta dental al costo de un día laboral.

Propongo que el Hombre del Año 2010 en el mundo haga para el 2011, con acierto, sus premoniciones al respecto. Que el electo por casa, premiado por el sólo sufragio de Arleen, valore el rumbo del cubano de a pie, ese que sí será vitalicio por los siglos de los siglos.

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