domingo, 6 de marzo de 2011
Pobrecito Serpa
Pobrecito Serpa Escrito por Luis Cino Álvarez
Arroyo Naranjo, La Habana, 7 de marzo de 2011
(PD) La TV cubana anunciaba insistente desde el viernes 25 el capítulo "Peones del Imperio" de la serie "Las razones de Cuba". Con semejante título, pese a que el subtítulo presagiaba más de la misma candanga del mercenarismo, había cierta expectación. Luego de las declaraciones en capítulos anteriores de un extraño terrorista salvadoreño como caído del cielo en el jamo, se esperaba que en esta nueva parte, ya que no los tiranosaurios parlanchines que tanto nos aburren, mostraran, por lo menos, mamuts voladores.
Se pensaba que el énfasis iba a estar en desacreditar a las Damas de Blanco. Luego de la deprimente pachanga represiva contra ellas en el primer aniversario de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, no se podía esperar otra cosa. Tenían que justificar tanta barbarie contra mujeres indefensas.
Precisamente el día que el insípido canciller Bruno Rodríguez se reunía con Catherine Ashton, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, el régimen, tan soberbio que se ciega, luego de descompresionar con la liberación de varios presos de conciencia, se echó un cubo de mierda encima. Porque a las turbas amaestradas y a sus jefes segurosos se les fue la mano otra vez en el aquelarre contra las Damas.
Hablando como los locos, milagro que además de los insultos, los golpes y los huevos que les lanzaron, no les tiraron también arroz. Digo, ¡como hay tantos huevos y arroz últimamente que parece que hasta les sobra!...
Algunos esperaban como es habitual en estos casos (¡son tan predecibles!), que destaparan a algunos topos. Pues bingo, cuando pasaron el programa en la noche del sábado 26, destaparon a dos: Moisés Rodríguez y... ¡taratatá!... Carlos Serpa.
Al primero, lo vi sólo una vez, en mucha mejor forma. Cuando me iniciaba en la prensa independiente, cubrí la primera reunión de Todos Unidos, que se efectuó en su casa, allá por noviembre de 1999. El tipo vivía cerca de Calabazar, en una bonita casa, muy cerca de la perrera del MININT. Supongo era el lugar ideal para él.
Pero mentiría si confieso que no me sorprendió Serpa. Aunque en honor a la verdad, tenemos que admitir que siempre tropezamos con la misma piedra por no recelar de los disidentes demasiado combativos, los que más gritan, que generalmente resultan ser los chivatones. Como Serpa, que hablaba con Radio Martí casi a gritos, como para que se supiera y se comentara en La Habana y parte del Ecuador. Definitivamente, resultaba demasiado "gusano" para mi gusto.
Pero sigo en plan de confesiones. A veces sentí lástima por Serpa. Con tantos problemas, tan sin nada, tanto que lo reprimían. Tan pequeñito, tan flaquito, parecía un pionerito. Quien hubiera dicho (¡ay Agatha Chistie!) que en realidad era un mini-policía.
Un colega, noble e ingenuo donde los hay, comentó una vez: "¡Pobrecito Serpa, es malísimo como periodista, pero muy laborioso, cómo se esfuerza!". Era algo así como aquello piadoso de "¡es fea y está malísima, pero es de lo más buena gente y muy divertida!"
Serpa escribía reportes infames, llenos de errores ortográficos y faltas de concordancia, para Misceláneas de Cuba, pero todos estábamos dispuestos a perdonárselos porque no se perdía una marcha de las Damas de Blanco en la calle, para reportarlas a Radio Martí, valiente y desafiante, en vivo y en directo. Por radio se esmeraba, sólo que exageraba el dramatismo. Ahora sabemos de dónde sacaba tanto brío y valor.
Carlos Serpa nos explica ahora por televisión, con la misma vocecita de pito que hablaba por Radio Martí y unos ademanes de serial policial de Cubavisión que no convencen ni a la abuelita de la Caperucita, cómo se prepara una campaña mediática contra el gobierno cubano.
Me pregunto para qué se iban a tomar en Radio Martí el trabajo de verificar las denuncias que enviaba Serpa desde La Habana o la isla de la Juventud, si ese tipo de abusos, de tan repetidos en Cuba, se han hecho tan habituales que aburren, ya no son noticias sino rutina. Lo que no le hacen los segurosos a Pepe, se lo hacen a Papo, María, Chicho y a Juana. Y todavía más y peor, que "esta gente" en cuanto a vesania represiva no tienen para cuando parar.
Pero en Miami, cuando no están ocupados en tele-ordenar el próximo levantamiento popular en Cuba, suelen confiar ciegamente y más que en nadie, en tipos espectaculares como Carlos Serpa. Lo mismo les pasa a ciertos funcionarios de la SINA, ¡tan despistados los yanquis!, que apuestan por quien no tienen que apostar. Ahí están los casos de Odilia Collazo, Aleida Godínez, Néstor Baguer (que en paz descanse, si puede) y Manuel David Orrio.
A propósito, llama la atención la diferencia abismal entre los agentes Octavio (Baguer) y David (Orrio) con el agente Emilio (Serpa). ¡Cuánto han decaído! ¿No tendrán topos mejores en el Departamento de Seguridad del Estado? ¿Tendrán razón, también en esto, los aseres de mi barrio cuando dicen enfáticos que "no hay más ná"?
En definitiva, para marear a los que no saben o no les interesa saber porque no les conviene y tienen miedo, si de desacreditar se trata, basta con algún viejo patinazo por teléfono (pinchado, no faltaba más) de Marta Beatriz Roque, algunas cámaras no tan ocultas (¿para qué el ocultamiento en un estado policial?) y un poco de mierda que hablen dos topos en televisión. Suficiente para que cunda la desconfianza y la paranoia, el "aquí no se sabe quién es quién", y algunos subnormales repitan la pendejada de que "esta gente se las sabe todas".
Hacía meses no se sabía de Serpa. Era como si se lo hubiera tragado la tierra. Decían que había sufrido un infarto y que estaba en Nueva Gerona, muy enfermo. A todos nos daba mucha lástima. Pero ahora que sabemos la verdad, que lo sacaron de la madriguera para interpretar en TV el guión que le escribieron, visita a la celda del Comandante en el Presidio Modelo incluida (cerca de su casa, no había combustible para llevar al topo a pasear al cuartel Moncada o la granjita Siboney), la lástima es mayor. Imagino cómo se sentirá. Cuando ya no les sirva para nada a sus jefes, que es casi ahora mismo, será peor. Me pregunto si no preferiría haber muerto del infarto. ¡Pobrecito Serpa!
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Caricatura Ilei Urrutia gaulo51@yahoo.com
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