jueves, 2 de junio de 2011

Una isla cada vez más violenta



Las riñas callejeras se hacen cada día más comunes y jóvenes y adolescentes suelen llevar en sus mochilas escolares desde cuchillos y punzones hasta cuchillas, tenedores o cualquier otra cosa que pueda cortar o pinchar…

Rolando Cartaya/ Especial para martinoticias 02 de junio de 2011

Foto: Reuters Allá por los años 60 corría la leyenda de un guapo cubano que le había cortado la cara a un pasajero en una guagua porque éste le había pisado uno de sus zapatos blancos de puntas de estilete y luego se había negado a limpiarlo.

Esa violencia desproporcionada con respecto a la nimiedad de los motivos era entonces una rareza y quizás hasta una fantasía popular. Ahora salir de uno de estos lances con una cicatriz en el cutis podría parecer, como dicen los “tanqueros” viejos, “un arañazo pa’ timerosal”, comparado con lo que cuenta el periodista independiente Adolfo Pablo Borrazá.

En una crónica publicada en el semanario Primavera Digital, “A la salida de la escuela”, el colega de Centro Habana relata que fue testigo de cómo dos mocosos de la secundaria básica “Bartolomé Masó”, se aporreaban frente a la parada de la guagua a las 4 y media de la tarde, incitados por otros coetáneos, con la calle repleta de gente que salía de sus trabajos, pero sin que nadie los apartara. La bronca terminó cuando uno de ellos sacó un cuchillo y el otro echó a correr.

Añade Adolfo Pablo que recientemente, cerca de allí a un joven que salía de “un bonche” o fiesta le arrancaron la mano izquierda de un machetazo. El agresor había tenido una riña anterior con él esa noche .

Apunta el cronista que las peleas callejeras se han vuelto normales, principalmente entre jóvenes y adolescentes, pero que a diferencia de los años 70 y 80, ya no abundan las las “peleas de caballeros” o a puño limpio, porque es difícil que en una de estas riñas alguien no saque algún tipo de arma, casi siempre blanca.

Hablando por vía telefónica con el comunicador, me venían a la mente escenas de películas post-apocallípticas mientras me contaba que jóvenes y adolescentes suelen llevar en sus mochilas escolares desde cuchillos y punzones hasta bisturís, cuchillas, tenedores o cualquier otra cosa que pueda cortar o pinchar… “por si hay líos”.

Pero si entre los adolescentes la violencia puede estallar por una rivalidad, por celos, puros complejos u otra nimiedad, los que ya van entrando en la edad adulta no vacilan en extrapolar esa sensación de poder que dan las armas al sálvese quien pueda de la lucha por la sobrevida en la isla.

Cuenta Borrazá que en días recientes, en una cola para comprar papas en un agromercado del barrio centrohabanero de Cayo Hueso, dos jóvenes zarandearon y empujaron a una mujer de mediana edad que trataba de colarse. Luego, uno de ellos sacó un cuchillo y dijo que lo hacía por si acaso alguien quería “sacar la cara por la vieja”.

Y el fenómeno no es exclusivo de ciertas zonas de Cuba. Desde Santa Clara Sergio García García informa en Cubanet que hace unos días en el mercado conocido como “La Concha”, hubo una riña tumultuaria entre revendedores que pretendían comprar panqués, paquetes de galletas y chocolate, mientras que en la carnicería del centro comercial Virginia, cuatro personas se enfrascaron en una pelea, y se gritaron todo tipo de obscenidades, en una cola para comprar huesos de cabeza, manteca de mondongo, hígado y patas de cerdo.

Por otra parte, la escritora Zoé Valdés reprodujo en su blog una nota publicada por el diario francés Le Post sobre otra bronca tumultuaria entre empleados del aeropuerto José Martí de La Habana que dejó patidifusos a los turistas extranjeros que chequeaban sus equipajes el pasado sábado 28 de mayo, a eso de las 7 de la noche. El remitente relata que los cubanos “parecían salvajes que se quisieran masacrar unos a otros”.

En el último Primavera Digital, Rogelio Fabio Hurtado dice que se corre por Radio Bemba que en el pueblo de Bauta, salvo un menor de 12 años que estaba en el baño, todos los cuatro miembros de una familia y un visitante fueron muertos a puñaladas por una banda de sicarios, al parecer en un ajuste de cuentas entre pandillas rivales.

Raúl Castro agradeció el otro día las bendiciones del Consejo de Iglesias a sus tibias reformas, pero el Consejo más bien debería dedicarse a orar sin cesar porque Dios salve al pueblo de Cuba de la violencia que viene subiendo como la espuma.

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