jueves, 1 de septiembre de 2011
Adso, el Kadafi y los tiranos
Escrito por Julio Antonio Aleaga Pesant
El Vedado, La Habana
1ro de septiembre de 2011
(PD) Kadafi huye por el desierto libio, sin encontrar lugar donde esconderse. Perseguido por los rebeldes del Consejo Nacional de Transición (CNT), sabe que su cabeza tiene precio.
Así pasó con Osama Bin Laden, quien vivió años escondidos en Pakistán hasta que fue muerto en una operación de comandos.
Sadam Hussein estuvo escondido cerca de su pueblo natal, hasta ser atrapado, sin poder usar sus armas, por tropas norteamericanas.
El mítico Ernesto Guevara, al verse atrapado por dos bisoños soldados bolivianos, dijo: “¡Soy el Ché Guevara y valgo más vivo que muerto!”
Fidel Castro, “el invicto Comandante”, nunca entró al Cuartel Moncada durante el asalto armado (1953). En la emboscada de Alegría de Pio (1956), abandonó a sus subordinados. Luego, se escondió en la Sierra Maestra, mientras las guerrillas urbanas hacían el trabajo sucio y ponían los muertos. Llegó a la Bahía de Cochinos para la foto (1961) y dirigió las guerras civiles de Etiopia (1977-1978) y Angola (1975-89) desde sus oficinas en La Habana.
Fray Guillermo de Baskerville, uno de los personajes de la novela El nombre de la rosa, del Italiano Umberto Eco), advirtió a su pupilo, en uno de los diálogos mas deliciosos: “¡Cuídate Adso de aquellos que dicen estar dispuesto a dar la vida por la verdad. Ante todo, porque la verdad es relativa. Luego por lo general, ellos mismos aprecian mucho la vida!”
La enseñanza de Fray Guillermo se repite siempre como comedia. La rebelión de los libios contra el déspota llega a su fin con la ayuda insustituible de los países democráticos y su organización militar, la OTAN. Pero también con los frenos de las sub-potencias emergentes que no saben qué hacer, como el burgués que no es gentil hombre con los espacios políticos y económicos alcanzados en los últimos años. Es el caso de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), lista a la que sumaremos a la Unión Africana, Venezuela y el gobierno cubano y Nicaragua. Esos estuvieron siempre a favor del tirano libio. Enarbolaron como “paracaídas”, la no intervención en los asuntos internos de la dictadura libia. Pero sin lugar a dudas, buscando ventajas malinches de una “real politik”, absorbida por la soberanía limitada y el internacionalismo democrático.
Entendamos los miedos del gobierno cubano a la caída del gobierno opresor en Trípoli. Analicemos y recordemos los apoyos a Saddam Hussein, a Bachar el Assad, a Robert Mugabe, a los talibanes en Afganistán, a Kim Son Il en Norcorea, retahíla de bandoleros que asaltaron el poder y mantienen a sus países en la mayor de las pobrezas como forma de dominación.
Pero si difícil es el rol de los diplomáticos cubanos, claramente sobrepasados por los venezolanos en el caso libio, peor es el de los periodistas oficiales que se ven en el fuego cruzado de la verdad y lo que deben decir.
El asalto a la embajada venezolana en Trípoli, condenable ante todo, habla de la molestia que tenían los libios por el apoyo total al dictador por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
El cerco a los periodistas en el Hotel Rixos, condenable también, nos recuerda -y volvamos a ver los despachos de Rolando Segura para Telesur- la parcialidad ideológica de esos informadores que nos presentaron sólo las imágenes de la Plaza Verde y los seguidores del dictador en sus manifestaciones.
El mundo árabe no será igual luego del año 2011. Hasta hoy, tres satrapías medievales (Túnez, Egipto y Libia) cayeron de sus pedestales, mientras al menos otras tres, están removidas hasta sus bases (Bahrein, Yemen y Siria).
El gobierno cubano sigue apostando en su lógica contrarrevolucionaria a apoyar a los déspotas. El aislado discurso del representante cubano en la Comisión de Derechos Humanos para impedir la condena al gobierno sirio es otra prueba del desenfoque de su política exterior.
aleagapesant@yahoo.es
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