lunes, 31 de diciembre de 2012


Guillermo Ordoñez
pinochoCuba actualidad, Centro Habana, La Habana, (PD) La situación de desequilibrio en que se encuentra sumida la nación cubana fluctúa directo hacia la desvergüenza de sus protagonistas, los culpables.
La profunda crisis económica en que la nomenclatura ha enterrado a esta nación no tiene nombre. Hay que ver el descaro con que hablan del crecimiento del producto interno bruto. Pretenden sostener un sistema insostenible y de pírricos logros.
La nación cubana prácticamente ya no existe. Nuestras tradiciones fue lo primero que nos arrebataron. Hemos pasado a ser un pueblo miedoso y fantasma, títere de unos dirigentes que no tienen finalidad alguna ni camino seguro por el que dirigir sus pasos. Todo cuanto hacen hoy es un fracaso. Sostienen sus modos de vida y su poder sobre el sacrificio de la dotación esclavizada que es este pueblo. La economía que sostienen está basada en la explotación de los humildes que otrora dijeron defender.
¿Qué podemos ofrecerles a nuestros hijos para su futuro? ¿Cuál es la educación que podemos brindar desde el fracaso que somos?
Fracasó totalmente el programa del Moncada, el alegato que hiciese Fidel Castro en el juicio por el asalto al cuartel Moncada, en 1953. Ese fracaso se refleja hoy en los miles de mendigos, en las familias desperdigadas, en la prostitución multiplicada, en los cientos de asentamientos insalubres, en el alto nivel de marginalidad en que está este pueblo, en los grandes índices de indigencia en que vivimos, en la impunidad con que se manejan las injusticias policiales, en la desaparición de las edificaciones y la ruralización de esta ciudad que fue insignia de belleza en la América.
El silenciamiento de nuestra realidad es lo primero que debe combatirse. De vivir asustándonos se sostienen en el poder los actuales gobernantes.
Los llamados "logros de la Revolución" han ido depauperándose junto con ella.
Los hospitales son ruinas. El miedo a contraer infecciones u otras complicaciones ha hecho a muchos rechazar ingresar en ellos, so pena de perder la vida. Por algo no permiten tomar fotografías dentro de los hospitales.
El otro pregonado logro es la educación. Muchas escuelas tienen las cubiertas de tejas de fibrocemento, elaboradas con el fatídico asbesto cemento, que es nocivo para la salud. Lo saben bien los dirigentes, pero los que han de morir atacados por los distintos tipos de carcinomas que provoca, no son sus hijos. La educación como tal es pésima. Todo es consignas y adoctrinamiento. La mayoría de los educandos tienen que recibir repasos extraescolares de profesores particulares. Dicho sea de paso, es poca la capacidad pedagógica de los educadores, sobre todo en los niveles primarios.
La pérdida total de nuestros valores, la falta de soberanía, la poca identidad del cubano con lo suyo, el triste sueño de solucionar nuestros asuntos con el exilio, es el pan nuestro de cada día y se lo debemos agradecer a quienes nos intentan encerrar en sus mentiras.
L a Revolución es historia: intentar salvar sus propósitos iniciales es hipocresía. Identificarse con ella, para un cubano digno, es manifiestamente frustrante. Todos estamos conscientes de que se necesita un cambio político. Esa es la única estrategia para salvarnos. Vivir en el pasado es embaucar el presente y desaparecer el futuro.
Para Cuba Actualidad: lizama1961@gmail.com
Foto: Guillermo Ordoñez

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