martes, 1 de enero de 2013


Mala Nochebuena en un hospital habanero

 | Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Según datos oficiales emitidos por la Oficina Nacional de Estadísticas, La Habana cuenta hoy con  83 policlínicos, 2062 consultorios del médico de la familia, 47 hospitales, 29 hogares maternos, 31 clínicas estomatológicas, 13 institutos de investigaciones y 4 hospitales maternos infantiles, donde laboran un total de 68 974 trabajadores, entre ellos 21809 médicos, 6376  de los cuales prestan servicios en los consultorios  y 2378 en los policlínicos.
Desde finales del tercer trimestre de 2012, la Dirección Provincial de Salud Pública en la capital intensificó el trabajo de supervisión, inspecciones y control a la red de asistencia primaria, que comprenden policlínicos y consultorios, que ha dado como resultado una notable mejoría en la calidad del servicio. En cambio, continúa  el deterioro en  los hospitales.
Esta diferencia entre la asistencia primaria y los hospitales se ha hecho notable en los últimos días de diciembre, por las quejas de pacientes y familiares que tras ser bien atendidos en  policlínicos y consultorios, son remitidos a los hospitales, donde encuentran que reina el desorden y una atención deficiente.
Un ejemplo de este problema lo cuenta René Ramos, de 50 años y vecino de Jaimanitas, quien sufrió de un cólico nefrítico, el 24 de diciembre, y fue atendido  en el policlínico de esa localidad habanera por un equipo de médicos y enfermeras, que hicieron de todo por aliviarlo. Debido a la complejidad de su dolencia y la falta de medicamentos necesarios en el policlínico, lo remitieron al hospital Joaquín Albarrán, conocido popularmente como Clínico Quirúrgico de 26, donde encontró una situación  totalmente opuesta.
Dice René que lo dejaron en el Cuerpo de Guardia, en manos de un médico malhumorado que se quejaba constantemente por tener que trabajar en           Nochebuena, y trataba a las personas como si fueran animales. Tuvo que esperar más de dos horas acostado en un  banco, hasta que apareció el único equipo de medir la presión que tenían, y cuando le indicaron el medicamento para normalizar su hipertensión, entonces debió esperar otra hora más hasta que apareciera una   enfermera.
Con un dolor insoportable y todavía con el suero del policlínico en un brazo, volvió a  acostarse en el  banco. Descubrió que se había tupido el drenaje de la dextrosa, entonces les rogó a las enfermeras que pasaban por el Cuerpo de Guardia que le restablecieran el vaciado. Pero ninguna quiso detenerse a auxiliarlo,  pretextando que esa función  debía hacerla el médico que lo estaba atendiendo.
Por falta del equipo para medir la presión, se habían acumulado en el pasillo varias camillas y sillas de ruedas, con pacientes de diferentes patologías, algunos en estado crítico. Sus familiares comenzaron a protestar por la mala atención. La discusión fue subiendo de tono y casi se convierte en trifulca. Entonces el doctor mandó a llamar a la policía, dejó la consulta y se fue a fumar tranquilamente al parqueo.
Varias horas después, sin ninguna atención por parte de los médicos, en medio de una gritería semejante a la del peor manicomio y en espera de que llegara la policía, que tampoco aparecía, René decidió quitarse el suero y marcharse para su casa, porque dice que si se quedaba un minuto más en aquel hospital, se hubiera muerto.

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