jueves, 7 de febrero de 2013


CELAC y Cuba: meter al zorro en el gallinero

 | Por Manuel Cuesta Morúa
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Hipótesis K. Las fuerzas del peronismo de izquierda logran un cambio en la Constitución que posibilita un tercer mandato presidencial. Este triunfo es por mayoría simple, es decir, 50 por ciento más uno. Pero un 49 por ciento del parlamento, donde se incrusta el peronismo de derecha, está en desacuerdo con este cambio. Y decide protestar por todas las vías pacíficas a mano, lo cual incluye una demanda de inconstitucionalidad ante el tribunal supremo.
La minoría considera que una reforma constitucional semejante viola la esencia de la jurisprudencia argentina, la cual exigiría, según el derecho consuetudinario, la convocatoria a un referéndum para prolongar el mandato de los presidentes electos.
Es que el sistema parlamentario se basa en un control eficaz sobre la presidencia, cuya primera garantía es el control de su tiempo en el ejercicio. Un cambio de tal naturaleza supera el alcance de la asamblea nacional y debe ser decidido por los representados, no por los representantes.
Dentro de nuestra hipótesis K, esto no es más que el comienzo de la crisis. La sociedad civil argentina, muy vigorosa y piquetera, se moviliza. Los medios, los estudiantes, los agricultores, la mitad del movimiento sindical, incluso alguna que otra Abuela de la Plaza de Mayo que se ve obligada a fruncir el ceño, protestan ante tamaño despropósito.
Porque la tradición democrática latinoamericana incorpora la idea de limitar la fuerza de un presidencialismo copiado a los Estados Unidos, y que en nuestra región fue el mejor pasto moderno para el caudillismo de los aspirantes a próceres.
¿Y el ejército? Bueno, éste observa, y solo observa. Está muy vivo aún el recuerdo de su paso criminal por la historia del cono Sur. De manera que mirar hacia Gran Bretaña es su mejor profesión.
El peronismo de izquierda insiste. Ganó voto a voto. Interpreta, por tanto, que puede adecuar la sociedad a esta victoria y decide dar algunos pasos más. Cierra los periódicos críticos, manda la policía a las calles, no espera el dictamen del tribunal supremo y encierra en la prisión, bajo el pretexto de proteger el orden y la seguridad públicos, a los opositores más audaces. Éstos, desde que despuntó el conflicto, se reúnen a diario en torno al palacio presidencial, denunciando lo que consideran un golpe de Estado.
La crisis constitucional se desarrolla, dentro de la hipótesis K, de acuerdo con lo que describen los manuales. Por eso habría llegado la hora ya de que se activasen los mecanismos hemisféricos para destrabar la crisis e influir, respetando siempre la soberanía del país, para que el diálogo prevalezca, tratando de que Argentina regrese al cauce democrático.
Y la OEA está dormida. Los conflictos de Honduras, primero, y de Paraguay, después, funcionaron como estupefacientes de larga duración, así que no le permitieron estar despierta para el siguiente conflicto: Venezuela.
Los ojos se posan ahora sobre la recién estrenada CELAC, que se fundó bajo los principios de “reafirmar la preservación de la democracia, los valores democráticos, la vigencia de las instituciones y del Estado de derecho y el compromiso con el respeto a la plena vigencia de los derechos humanos”.
Ahí comienza la otra crisis. Fin de la hipótesis K y retorno de la realidad C. Quien tiene que convocar al resto de los gobiernos para evaluar y tomar alguna resolución sobre cualquier crisis institucional que se presente al sur del río Bravo, es ahora el gobierno cubano. Muchos estarán rezando para que el 2014 llegue sin traumas para la democracia hemisférica.
Porque cabe imaginar la congelación política y diplomática que se produciría frente a un escenario altamente probable de ruptura institucional en el subhemisferio, si es Cuba la que tiene que invocar los principios fundacionales de la CELAC.
El de la CELAC vendría a ser así el caso bastante atípico en las relaciones internacionales de cómo una crisis global de valores supone una parálisis de los mecanismos diplomáticos para la resolución de conflictos, en un territorio especifico dentro de la jurisdicción de un bloque cualquiera de países.
Claro. No hay que exagerar cuando se hace referencia a la capacidad de los organismos internacionales para resolver las distintas crisis que se presentan en su interior. El asunto es otro. Y tiene que ver con la capacidad moral para presentar el caso frente a los restantes miembros de una comunidad.
Aunque resulte primaria la comparación, sería como si a un ladrón se le diera el derecho a iniciar un juicio contra otros ladrones, y como si aquél tuviera que dar el golpe inicial sobre la mesa del juez con la maza tradicional usada en el ritual de los pleitos jurídicos. Y frente al público.
La situación es embarazosa. Refleja que la escuela del realismo político en las relaciones internacionales está perdiendo el rumbo en América Latina. Éste enseña que hay que ceder a los hechos, si no se quiere perder estratégicamente los valores fundamentales que garantizan la lógica fundamental del poder. Eso significa, en el caso de Cuba y la CELAC, incluir a aquella como un modo de proteger a la larga los propios valores. Esto es, meter al zorro en el gallinero, no ponerlo al mando.

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