viernes, 8 de febrero de 2013


Lecciones de socialismo: De cómo Cuba puede ser relevante otra vez

La Habana, Cuba
LA HABANA, CUBA
Por Dan Kadlec*
LA HABANA, CUBA.- En esta ciudad tropical que una vez fue espectacular, tres edificios se desploman por negligencia diariamente. Ha habido poca inversión en infraestructura en 50 años y el trabajador promedio gana 20 dólares al mes. En casi cualquier medida económica, el socialismo de Fidel Castro ha sido un fracaso absoluto.
Sin embargo, las cosas están empezando a cambiar. Presumiblemente enfermo, Fidel Castro ha entregado el poder a su hermano Raúl, que está permitiendo niveles modestos de participación en la empresa privada y la propiedad de viviendas. Mientras tanto, el presidente  Barack Obama ha aliviado las restricciones de viajes a Cuba. Las visitas legales desde los Estados Unidos ha aumentado más de 10 veces en una década. La mayor parte de los 600,000 residentes estadounidenses que esperan visitar Cuba este año tiene familia allí, pero el turismo convencional está también en aumento. Estuve allí en enero con una visa para el contacto pueblo-a-pueblo.
A los críticos les preocupa que los dólares de los turistas terminen apuntalando el fracasado sistema socialista y prolonguen su control. Pero basado en mi viaje, hay razones para creer que pueda suceder lo contrario: jóvenes emprendedores e inspirados están levantando los escombros de La Habana para aprovechar estas  pequeñas pero importantes señales de liberalización económica.
Declaraciones peligrosas
Conocí este floreciente nuevo orden económico en la persona de un joven empresario. Voy a llamarlo a Javier. (Javier no me pidió que ocultara su nombre real, pero después de hablar con franqueza conmigo acerca de las nuevas oportunidades de los negocios cubanos, a Javier le preocupó haber hecho declaraciones políticas peligrosas. Si se consideraran subversivas, su carrera empresarial en ciernes podría ser clausurada en minutos).
Javier tiene 31 años. Es graduado universitario, habla inglés con fluidez, y se hace llamar "ambicioso e inquieto". Él se ha aprovechado del naciente mercado inmobiliario en La Habana, sirviendo de intermediario en las ventas de casas de cubanos con dificultades económicas a compatriotas con dinero enviado por familiares radicados en Estados Unidos y en otros países. (Los extranjeros no pueden comprar casas directamente, por lo que lo hacen a través de sus familias).
Javier ha invertido sus comisiones de bienes raíces en un "paladar", que es un restaurante familiar privado, permitido desde principios de los años 90. Típicamente, los paladares  son residencias transformadas, que sirven auténtica cocina cubana a los turistas en busca de una experiencia gastronómica superior a la disponible en los restaurantes administrados por el gobierno.
A Javier le tomó tres años convertir su residencia en un paladar, donde la comida es de las mejores que he probado en Cuba. Ahora quiere usar su negocio del restaurante para encontrar a más extranjeros adinerados que quieren comprar una casa a través de sus familias cubanas. En otras palabras, él está buscando combinaciones de negocios. También está reforzando sus finanzas a través de una riesgosa contabilidad que le ayuda a evitar impuestos de 50 por ciento sobre las ganancias de más de $ 50,000 dólares anuales.
Un millonario en potencia
¿Qué podría ser más emprendedor que las sinergias de negocios y, bueno, la planificación fiscal? Javier me parece el tipo de cubano que podría convertirse en millonario si se produce en el país una verdadera reforma.
Que Javier pueda operar en Cuba da testimonio de un cambio glacial pero perceptible hacia la derecha. El socialismo aquí ha logrado elevar el nivel de vida de los indigentes, el 20 por ciento. Pero todos los demás han huido o han sido arrastrados hacia niveles más bajos. Cualquiera que sea el liderazgo que suceda a Fidel y Raúl, tendrá que enfrentarse a la pregunta básica de si la elevación del nivel de vida de los más pobres es el precio que debe pagar el resto de la población, así como la infraestructura del país e incluso su fértil paisaje -gran parte del cual está ahora cubierto de malas hierbas. Incluso los dictadores quieren algún nivel de apoyo popular.
Castro levantó a los más pobres y agitó las emociones nacionalistas en un país históricamente colonizado. Pero la decadencia física resulta tan extrema que es difícil imaginar que un nuevo líder pueda tener éxito por mucho tiempo sin revitalizar una economía que ha sido desangrada. Tal vez el gobierno postCastro considerará si una política económica más abierta podría servir a todos -incluso los pobres se benefician de un mayor crecimiento, como empiezan a demostrar en China los capitalistas empoderados.
Viajar por La Habana y sus alrededores ofrece lecciones duras de la inutilidad del socialismo. Las vallas son inexistentes, no hay nada para hacer publicidad, excepto "La Revolución" y "Más Socialismo", términos que no necesitan explicación y se que se encuentran pintados en muros e imprimidos como anuncios en muchas cuadras de la ciudad, promoviendo al gobierno.
Castro elevó el nivel de la salud, la educación y las artes. Pero lo hizo, en parte, mediante el desvío de pesos destinados a la esencial reconstrucción de la infraestructura. Toda La Habana se está literalmente derrumbando. Numerosas fachadas hermosas se han hecho escombros. A lo largo de esta ciudad, una arquitectura brillante pero muy desgastada está enmascarada detrás de la ropa tendida por familias pobres, hacinadas en espacios que en un otra época bullían con el comercio y las actividades de la gente más próspera.
Trabajos para robar
Hay puestos de trabajo para todo el mundo, el desempleo se sitúa por debajo del 2 %. Pero los salarios son tan bajos que poco se puede hacer. La productividad per cápita en Cuba está entre el 3 % más bajo del mundo. Un refrán popular oído en esta ciudad: "Fidel hace como que nos paga y nosotros hacemos como que trabajamos" . Los únicos trabajos que importan son aquellos en los que se puede robar mercancías desde el lugar de trabajo o que dan acceso al dinero de los turistas. Los guías turísticos y artistas que venden a turistas tienen ingresos envidiables. Los carniceros ganan más que los médicos.
El PIB del país es de $60 mil millones, casi lo mismo que el estado de New Hampshire. Solo California produce $2 billones al año. Aproximadamente el 5 % de la producción de Cuba proviene de regalos a sus residentes de los exiliados mediante el envíos de "remesas" a la familia en Cuba.
Aunque el reciente cambio de política de Estados Unidos hacia la izquierda con Obama no es en absoluto comparable al "Más Socialismo" de las últimas cinco décadas en Cuba, el movimiento de péndulo, no obstante, refleja nuestro propio debate interno a medida que hemos aumentado los impuestos a los ricos. Nuestro movimiento "Impuestos a los ricos" ha estimulado conversaciones en algunos segmentos pudientes sobre la forma de huir de estados con elevados impuestos como California y Nueva York, y de retirarse de la productividad en lugar de perder tantos ingresos.
Esto puede sonar como tonterías de ricos, y sin duda hay varias razones para que la política de impuestos de EEUU se haya movido esta dirección. Incluso un capitalista hard-core como Warren Buffett está a favor del impuesto adicional a los ricos. Nosotros no somos y nunca seremos Cuba. Pero una visita a La Habana le recuerda a uno dónde puede llevarse una errónea redistribución de la riqueza.
*Dan Kadlec es un periodista que ha escrito sobre temas financieros por más de 25 años. Es autor de tres libros y es considerado una voz de liderazgo en el movimiento de alfabetización financiera mundial. Es asesor estratégico para el Consejo Nacional de Educadores Financieros. Este artículo se publica por cortesía de larevista Time.
Traducción: CaféFuerte

No hay comentarios:

Publicar un comentario