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FALUYA, Irak (Reuters) - Decenas de miles de musulmanes suníes protestaban el viernes luego de las plegarias habituales contra el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki, en masivas manifestaciones contra el gobernante chií que están subiendo el tono a los renovados enfrentamientos sectarios en el país.
El descontento de los suníes surgió a fines de diciembre por lo que consideran abusos y discriminación contra la minoritaria secta desde la caída de Saddam Hussein y la llegada al poder de la mayoría chií en Irak.
Ondeando la vieja bandera iraquí de tres estrellas de la era de Saddam, clérigos suníes, jeques tribales y manifestantes jóvenes llamaron a una reforma de las leyes anti-terroristas, que a su juicio han provocado abusos de las fuerzas de seguridad y detenciones arbitrarias.
Cauteloso ante la ira suní, Maliki ha brindado concesiones y liberado a cientos de prisioneros. Pero los manifestantes suníes se han vuelto más desafiantes luego de que soldados abrieron fuego en una marcha en la ciudad de Faluya, causando la muerte de cinco personas hace una semana.
"Nunca olvidaremos lo que nos hizo el Ejército, no sólo el viernes pasado, sino toda su conducta contra nosotros", dijo Omar Al-Jumaili, de 51 años, en la ciudad de Faluya. "El Ejército iraquí debe abandonar esta área", agregó.
Los suníes están actualmente divididos entre los islamistas moderados y los de línea dura, que están amenazando la unidad iraquí a través de demandas más radicales como la formación de un feudo suní autónomo en el oeste de Irak, junto a la frontera con Siria, Arabia Saudita y Jordania.
DURA PRUEBA
Las protestas se están convirtiendo en la prueba más seria hasta el momento para Maliki y su frágil Gobierno, en el que participan chiíes, suníes y kurdos.
El brazo iraquí de Al Qaeda, el Estado Islámico de Irak, que aún está activo luego de cinco años de derrotas contra soldados estadounidenses y locales, también instó a los manifestantes suníes a tomar las armas, aunque los líderes moderados rechazan la incitación a la violencia.
Al Qaeda se adjudicó un ataque suicida con bomba que provocó la muerte de un legislador de Faluya el mes pasado, e insurgentes suníes siguen atacando blancos chiíes en un intento por expandir la confrontación interna entre las sectas.
Un año después de que las últimas tropas estadounidenses se retiraran de Irak, la tensión sectaria aún sigue vigente en el país productor de petróleo, donde la violencia chií sobre los suníes causó la muerte de decenas de miles de personas apenas unos años después de la invasión dirigida por Estados Unidos en el 2003.
El malestar suní surgió justo cuando Bagdad está también teniendo problemas en torno de una disputa con la región autónoma de Kurdistán por derechos de tierras y petroleros. Esto ha complicado los intentos de Maliki por construir alianzas con los líderes suníes y kurdos.
El descontento social y la renovada violencia en Irak también hacen temer que la guerra civil en la vecina Siria -donde los rebeldes suníes están combatiendo contra el presidente Bashar al-Assad, un aliado del Irán chií- quiebre el inestable equilibrio sectario y étnico iraquí.
(Reporte adicional de Raheem Salman. Escrito por Patrick Markey. Editado en español por Ana Laura Mitidieri)
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