lunes, 29 de abril de 2013


Es tarde para María
Lunes, Abril 29, 2013 | Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -María Domínguez está frente a mí, con ochenta años y ojillos húmedos y tristes. Su historia es común. Como ella, muchas mujeres cubanas han vivido separadas de sus hijos, por leyes arbitrarias e inhumanas, durante más de medio siglo. Muchas como ella pudieran contar lo mismo acerca de sus vidas, en un país donde cualquier ciudadano debe regirse, no por los designios del destino, sino por los de una dictadura que se considera dueña de todos.

María reside en Bauta, pueblo situado al suroeste de La Habana. Es una mujer sencilla que vive con lo necesario, acompañada de gatos. Su historia puede que nos recuerde la de Hilda Molina, aquella neurocirujana que estuvo quince años esperando a que Fidel Castro le diera permiso para viajar a la Argentina y así poder reunirse con su hijo y el resto de su familia.

Pero el caso de María Domínguez no es igual. La Dra. Molina pudo al fin salir de Cuba, en 2009, y María ya no puede lograr su sueño de visitar a su hijo en Miami, intimar con sus nietos y visitar con ellos lugares bonitos que sólo conoce por lo que le han contado.

Las leyes cubanas desgraciaron su vida. Su hijo marchó de Cuba en 1988, como ex preso político, y a ella le negaban el permiso de salida, por la crueldad practicada por el gobierno de la familia Castro contra una gran parte de la población. No importaba que entrar y salir de su país sea un derecho humano reconocido.

María tiene la suficiente lucidez mental como para darse cuenta del cinismo de la nueva ley migratoria, firmada por Raúl Castro en enero de este año, y cuyo objetivo, según dice, ¨ es lograr que los movimientos migratorios sean de forma legal, ordenada y segura¨.

Ella no olvida a su joven sobrino, muerto en el Estrecho de la Florida, igual que miles de cubanos que decidieron escapar porque no lograban obtener el permiso de viajar, la diabólica Tarjeta Blanca que daba o negaba la Dirección de Inmigración de Cuba. Sustituida ahora por el pasaporte, que el gobierno otorga o no, según decida.

Un día, bien que lo recuerda, leyó que José Martí dijo: ¨La tiranía es una misma en sus varias formas, aun cuando se vista algunas de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes¨.

Como muchos de su generación, María apoyó la revolución, hasta que comprendió que el sueño se había convertido en terrible pesadilla totalitaria. Entonces echó a la basura sus ropas militares y diplomas de reconocimientos. Rompió para siempre con la dictadura castrista, y cuanta que, al hacerlo, sintió como si se hubiera liberado de una pesada piedra que llevaba sobre sus espaldas.

Han transcurrido casi treinta años. Hoy la mala salud de María le impide viajar. Sabe que es tarde, demasiado tarde para soñar.

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