lunes, 1 de julio de 2013

Editorial: Rehenes y visados


Editorial: Rehenes y visados
DDC | Madrid | 1 Jul 2013 - 9:15 am. | 1
Archivado en: Bahamas Cuba EEUU Emigración Exilio Raúl Castro Reforma migratoria
¿Puede dar lecciones un Gobierno que cobra los trámites migratorios en una moneda con la que no le paga a sus trabajadores?


La nota publicada recientemente por el diario oficial Granma acerca del proceso de obtención de visas para emigrar o visitar Estados Unidos vuelve a demostrar la hipocresía oficial sobre este tema. ¿Puede dar lecciones un Gobierno que cobra los trámites migratorios en una moneda con la que no le paga a sus trabajadores? Las primeras tarifas abusivas, incluyendo la del nuevo pasaporte, son las que ha impuesto históricamente el régimen. Y no solo en la Isla, sino en su red de consulados.

Ante las acusaciones de Granma, la Oficina de Intereses de Washington en La Habana acierta al crear las condiciones para que sea denunciado cualquier soborno. Curiosamente, la cruzada contra la corrupción, que es uno de los principales objetivos del mandato de Raúl Castro, no cuenta con un mecanismo semejante en pos de la transparencia.

Antes de exigirle a otros gobiernos condiciones más o menos utópicas para los cubanos que emigran, las autoridades harían bien en profundizar en la reforma migratoria, que se ha quedado corta. ¿Para cuándo el final de las restricciones de entrada y de salida que siguen en pie? ¿Para cuándo el cobro en pesos cubanos de los trámites?

En los últimos días ha trascendido el trato violento sufrido por varios emigrantes cubanos en Bahamas. ¿Dónde está la protesta formal del Gobierno de Cuba ante esos hechos? ¿Por qué la prensa oficial no ha publicado nada? A diferencia del caso de los visados estadounidenses, la suerte de esa gente no le sirve de nada al aparato propagandístico del régimen. Y, puesto que no puede usarlos como arma arrojadiza contra Estados Unidos, se desentiende de ellos. Ya volverán a ser considerados nacionales cuando quieran regresar, a la hora de cobrarles por sus pasaportes.

Hace décadas que el castrismo revirtió la tendencia migratoria. De país receptor de emigrantes, Cuba pasó a ser esencialmente emisor. Esta presión migratoria, que aparenta desvelar ahora al oficialismo, solo se normalizará cuando los cubanos puedan llevar en su tierra una vida de derechos garantizados y sean algo más que rehenes de los caprichos geopolíticos de unos jefes.

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