“En el 2020 tendremos alumbrado público”
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -A finales de la década del 80, un vecino cuyo nombre no recuerdo pegó en el cajón de su bicicleta un cartel que decía: “Amigo de la perestroika”. Un día supe que habían hecho un registro en su casa y se lo habían llevado preso. Aquello dio mucho que comentar entre los vecinos, pues se trataba de un revolucionario comunista. Esa fue la primera vez que escuché hablar de perestroika.
También por aquellos días, un compañero de trabajo de mi esposo, que había ido a estudiar a la URSS y regresó casado con una rusa, hablaba con mucho entusiasmo de las reformas, de perestroika y de glasnost. Por esto tuvo problemas con la policía política y perdió el trabajo. Luego, no supimos cómo lograron irse del país.
Era difícil obtener noticias sobre aquellos acontecimientos. Revistas soviéticas como Sputnik, que podían contener alguna información al respecto, dejaron de circular. Por otra parte, gran cantidad de estudiantes o trabajadores cubanos que se encontraban en la URSS no regresaron por temor a ser controlados por la Seguridad del Estado, que trataba de evitar a toda costa que se expandieran las nuevas ideas. Muchos de los que se quedaron en Europa luego se las ingeniaron para establecerse en EE.UU. Eran los llamados “gusanos rojos”.
A medida que estas transformaciones ocurrían en la URSS, las relaciones del Gobierno cubano con el campo socialista se fueron deteriorando. Con la caída del muro de Berlín, a fines de 1989, la mayoría de los cubanos nos ilusionamos, porque estábamos ávidos de cambios políticos.
Por esos días, la oposición fue creciendo, y a partir de la desaparición del comunismo en Europa del este, mantuvo una estrategia de lucha pacífica para eliminar el comunismo en Cuba e instaurar una sociedad democrática con una economía de mercado.
Por más de veinte años, el pueblo cubano ha enfrentado una crisis económica y moral. A pesar de esto, es muy importante ver cómo las nuevas generaciones tienen otra óptica para mirar al futuro, y ya no callan lo que piensan.
Al respecto escribió el economista y opositor Oscar Espinosa Chepe: “La transición ya se está efectuando en el lugar más importante, o sea, en el alma y la mente de los cubanos, frustrados y desengañados de tantas promesas incumplidas”.
Hace unos días, una amiga me comentaba: “No soy vidente, y predecir la fecha del cambio es difícil, pero es bueno ponerse metas cortas. Eso es lo que nos anima a seguir adelante y a no perder el ímpetu, así que me complace imaginar que para el 2020 ya esta dictadura habrá terminado”.
Luego de meditar un poco, continúa: “Cuando eso ocurra, no tendremos que robar para comer, porque nuestros salarios serán suficientes para vivir decorosamente. Transitaremos por calles arregladas, y por las noches no tendré miedo de salir, porque estarán iluminadas. El problema del transporte se resolverá, quizás con trenes, o por qué no, con tranvías eléctrico, que se desplazarán puntuales por las ciudades.
“Saldré a pasear por las tiendas”, agrega, “que exhibirán buena mercancía en vidrieras bellamente adornadas. Habrá ofertas de esas que siempre aprovechamos lo pobres, y hasta podremos comprar con facilidades de pago. Las casas y edificios estarán arreglados y pintados, y La Habana será aun más bella que antes de 1959.
“En el 2020 estaremos mejor que ahora, porque cualquier cosa es mejor que esto. Cada cierto tiempo habrá elecciones de verdad, donde podremos elegir al presidente de entre varios candidatos de diferentes partidos.
“Mi hijo, que vive en Miami, vendrá a verme con más frecuencia, pues, como en el pasado, habrá buenas relaciones con EE.UU., donde vive gran parte del pueblo cubano. Unos regresarán y otros no”. Y concluye: “Cambiar no será fácil, pero se logrará, y nosotras estaremos aquí para verlo”.
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