Prácticas espirituales en Video Club Juvenil
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Desde hace varios años, la sala de proyección de un Video Club Juvenil, ubicado en la calle Panorama, entre Lombillo y San Pedro, en el barrio habanero de Nuevo Vedado, ha albergado a pequeños grupos de personas que suelen reunirse allí para realizar sus prácticas espirituales, casi todas de origen asiático. El primer grupo que llegó a ese espacio, hace unos ocho años, fue de practicantes de reiki, y se inició a partir de un “curso de energía”. Luego, fueron llegando otros, que realizaban sus actividades, terapéuticas o religiosas.
Actualmente se mantienen los grupos de hatha yoga (lunes, miércoles y viernes), de siddha yoga y espiritismo científico (los sábados), y de reiki (los domingos). La sala fue ocupada también por seguidores del budismo tibetano, y los hare krishnas.
Todos los grupos reservan un horario fijo a la semana; sus miembros deben pagar la entrada como si fueran a ver una película. Aunque el Estado cubano no reconoce los derechos de asociación y de reunión, el ejercicio de estas prácticas ha sido permitido, de forma discreta, por no tener vinculaciones políticas.
Paisaje después de la batalla
Los Video Club Juveniles (VCJ) fue el segundo programa social que se lanzó desde aquella plataforma ideológica que se conoció como “la Batalla de Ideas”, una cruzada que intentó revitalizar sectores como la salud y la educación, y además, pretendía convertir a Cuba en el “pueblo más culto del mundo”, según el eslogan de Fidel Castro, a través de una “cultura general e integral”. Los VCJ fueron creados el 6 de marzo del 2000, y tenían como “misión” social “fomentar y desarrollar la cultura cinematográfica en la población”.
En el año 2009 la Batalla de Ideas comenzó a desmoronarse: en marzo (junto a Lage y Pérez Roque) fue destituido Otto Rivero, que por entonces era el jefe de inversiones de este supra-ministerio; a mediados de año se convocó la última “tribuna abierta”; y en septiembre, uno de sus proyectos más ambiciosos, los Centros Universitarios Municipales, cerraron casi el 95 % de sus sedes educativas, que pasaron, de golpe, de 3150 a 169.
Durante casi una década, los VCJ estuvieron dirigidos por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).Luego, una parte pasó a la administración del Poder Popular, y la otra a las Empresas Provinciales de Cine, que están subordinadas al Ministerio de Cultura.
Vale decir que el fracaso de los Video Club Juveniles se debe no sólo al fin de la Batalla de Ideas. De las 352 instalaciones que había a principios del 2010 –según el periódico Juventud Rebelde del 6 de marzo de ese año–, muchas fueron construidas en las ciudades, cuando su mayor utilidad hubiera estado en las áreas rurales. Además, en el año 2000 solamente existían dos canales de televisión, y casi nadie tenía en Cuba reproductores de DVD y computadoras, en los cuales ver los filmes de su elección. Hoy, para colmo, el mercado de los bancos de películas (y en menor medida, el de los cines 3D), ha absorbido casi toda la demanda de nuevos audiovisuales, porque su oferta es mucho más variada que la de los cines.
En el mejor de los casos, los Video Club Juveniles que aún funcionan como tal, son visitados por aulas de escuelas primarias, que van “de excursión” hasta allí para ver algún material didáctico. Sin embargo, la mayoría de estas salas de video comunitarias se ha convertido en espacios inertes, y algunos han sido aprovechados por los núcleos vivos y emergentes de la sociedad civil, que no tienen lugar propio para sus actividades. Estas pequeñas células de la sociedad civil pueden ser grupos religiosos, de meditación, o una pequeña compañía de baile, como la que ensaya en el VCJ de la calle Belascoaín, en el municipio Centro Habana.
Video Club Juvenil de Panorama
Como es de imaginar, ya no cumple su función original, y está casi abandonado. No sólo sirve para congregar a grupos de prácticas espirituales, y también para las reuniones del PCC, la Asociación de Combatientes, como colegio electoral, etc.
En su interior hay muchas sillas acolchonadas con tela roja. El reproductor de DVD funciona, pero los dos televisores están rotos, y el más nuevo (que era de uso) venía para sustituir el anterior. Los aires acondicionados son piezas de museo. De las ocho lámparas de luz fría, solamente queda una. Hasta mediados de la semana pasada, la sala estuvo sin electricidad –durante tres meses y medio– debido a que un camión que pasaba por la calle arrastró el tendido que llevaba corriente al lugar.
Aun así, los seguidores de estas prácticas orientales siguieron acudiendo a la sala, convirtiéndola en un aula, en un retiro espiritual.
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